Los nombres propios
1Converso con mi hijoacerca de los muertos de la familiay mientras tomamos cervezapienso qué pena se parece a mí: dos juncos brazosalambres como piernaspelo abundante y largoy antes de probar la mañanala boca se nos llena de Ulises.2De noche la ciudady los nombres desafíanla voz grave del viento.¿Qué oscuridad de lejos los alumbra? El del único ojo vende sueñosen una plaza de armas;si lo despierto temo me confundacon marsupial o ave carpintera.3A lo lejos el maraunque faltan todavía unos añospara que la palabra fuereñose inscriba en el Libro de los Nombres.Hablamos del que fuea la caza del sueño americanoy devoró la tierra.“Tu abuelo fue braceroy dejó como herencialas palabras chinga y levantarse temprano”.Hay mujeres de muchos gentiliciosguías de forasterosy faros del mar a los abismos.4A unos tragos de la Rotonda de Insurgentesabundan los espejosy escasea la memoria. Hay que jalarlas palabras con anzueloy cultivarlas en un tubo de ensayo.En el jaloneo hay heridas que cantan juguetes de madera en el tablero.Los pequeños se llenaron de hijos.Pablo es vegetariano. Yo cultivo nenúfaresen mi aljibe bonsai. La noche inmensa por la ventanaes un caballo que galopa el airey sin embargo se oye no el aleteo sino suscascosque reflejan siluetas y a gotas llenanel vacío de afuera. Los ojos se me nublan: escribo geto y saltan liebres.Aviones a lo lejos describen al que llega.Alguien espera a ¿quién? Ella y él se despidense alejan se marchitan. Somos todos los nombres y ninguno.Casi al amanecer el norte es brújulamapa y alfabeto.5Un avión divide el cielo en antes y después:no sé si va a elevarse o si águila que cae.Deja una estela blanca que se borraa ritmo de ambulancia. En los campos del sueño he sembrado los nombres.6Esta es la historiadel hombre de la fábrica de fertilizantes.Se alimentaba de olvidos con venenohasta que sus pulmones estallaron.Pero la historia negra dice:lo envenenó su esposaaunque yo no le veo madera de villana.Aquel tío –en blanco y negrocon bigote de actor de los galanes de antes–ojos tristes y gesto de machete afilado. Otro avión interrumpe la escriturasu música hace temblar edificiosy queda un resplandor de dominio en los ojosy un zumbido de flores al borde de la quiebra.7Verano en la ciudad45 grados de abandono. Un ríode gente desemboca en los dobles anillos de Saturnoy se respira el aire más smog del planeta,Julio 28-29 de 2018.Margarito Cuéllar (1956)
En el hotel de la vida todos somos extranjeros.
Laberinto Ediciones / Conarte Nuevo León,
México, 2021.
Los nombres propios
1
Converso con mi hijo
acerca de los muertos de la familia
y mientras tomamos cerveza
pienso qué pena se parece a mí:
dos juncos brazos
alambres como piernas
pelo abundante y largo
y antes de probar la mañana
la boca se nos llena de Ulises.
2
De noche la ciudad
y los nombres desafían
la voz grave del viento.
¿Qué oscuridad de lejos los alumbra?
El del único ojo vende sueños
en una plaza de armas;
si lo despierto temo me confunda
con marsupial o ave carpintera.
3
A lo lejos el mar
aunque faltan todavía unos años
para que la palabra fuereño
se inscriba en el Libro de los Nombres.
Hablamos del que fue
a la caza del sueño americano
y devoró la tierra.
“Tu abuelo fue bracero
y dejó como herencia
las palabras chinga y levantarse temprano”.
Hay mujeres de muchos gentilicios
guías de forasteros
y faros del mar a los abismos.
4
A unos tragos de la Rotonda de Insurgentes
abundan los espejos
y escasea la memoria. Hay que jalar
las palabras con anzuelo
y cultivarlas en un tubo de ensayo.
En el jaloneo hay heridas que cantan
juguetes de madera en el tablero.
Los pequeños se llenaron de hijos.
Pablo es vegetariano. Yo cultivo nenúfares
en mi aljibe bonsai.
La noche inmensa por la ventana
es un caballo que galopa el aire
y sin embargo se oye no el aleteo sino sus
cascos
que reflejan siluetas y a gotas llenan
el vacío de afuera.
Los ojos se me nublan: escribo geto y saltan liebres.
Aviones a lo lejos describen al que llega.
Alguien espera a ¿quién? Ella y él se despiden
se alejan se marchitan.
Somos todos los nombres y ninguno.
Casi al amanecer el norte es brújula
mapa y alfabeto.
5
Un avión divide el cielo en antes y después:
no sé si va a elevarse o si águila que cae.
Deja una estela blanca que se borra
a ritmo de ambulancia.
En los campos del sueño he sembrado los nombres.
6
Esta es la historia
del hombre de la fábrica de fertilizantes.
Se alimentaba de olvidos con veneno
hasta que sus pulmones estallaron.
Pero la historia negra dice:
lo envenenó su esposa
aunque yo no le veo madera de villana.
Aquel tío –en blanco y negro
con bigote de actor de los galanes de antes–
ojos tristes y gesto de machete afilado.
Otro avión interrumpe la escritura
su música hace temblar edificios
y queda un resplandor de dominio en los ojos
y un zumbido de flores al borde de la quiebra.
7
Verano en la ciudad
45 grados de abandono. Un río
de gente desemboca en los dobles anillos de Saturno
y se respira el aire más smog del planeta,
Julio 28-29 de 2018.
Margarito Cuéllar (1956)
En el hotel de la vida todos somos extranjeros.
Laberinto Ediciones / Conarte Nuevo León,
México, 2021.
1883 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
14-VII-2022. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBAL)
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