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#1883 - CUÉLLAR: Los nombres propios


Los nombres propios

1
Converso con mi hijo
acerca de los muertos de la familia
y mientras tomamos cerveza
pienso qué pena se parece a mí:
dos juncos brazos
alambres como piernas
pelo abundante y largo
y antes de probar la mañana
la boca se nos llena de Ulises.
2
De noche la ciudad
y los nombres desafían
la voz grave del viento.
¿Qué oscuridad de lejos los alumbra?
El del único ojo vende sueños
en una plaza de armas;
si lo despierto temo me confunda
con marsupial o ave carpintera.
3
A lo lejos el mar
aunque faltan todavía unos años
para que la palabra fuereño
se inscriba en el Libro de los Nombres.
Hablamos del que fue
a la caza del sueño americano
y devoró la tierra.
“Tu abuelo fue bracero
y dejó como herencia
las palabras chinga y levantarse temprano”.
Hay mujeres de muchos gentilicios
guías de forasteros
y faros del mar a los abismos.
4
A unos tragos de la Rotonda de Insurgentes
abundan los espejos
y escasea la memoria. Hay que jalar
las palabras con anzuelo
y cultivarlas en un tubo de ensayo.
En el jaloneo hay heridas que cantan
juguetes de madera en el tablero.
Los pequeños se llenaron de hijos.
Pablo es vegetariano. Yo cultivo nenúfares
en mi aljibe bonsai.
La noche inmensa por la ventana
es un caballo que galopa el aire
y sin embargo se oye no el aleteo sino sus
cascos
que reflejan siluetas y a gotas llenan
el vacío de afuera.
Los ojos se me nublan: escribo geto y saltan liebres.
Aviones a lo lejos describen al que llega.
Alguien espera a ¿quién? Ella y él se despiden
se alejan se marchitan.
Somos todos los nombres y ninguno.
Casi al amanecer el norte es brújula
mapa y alfabeto.
5
Un avión divide el cielo en antes y después:
no sé si va a elevarse o si águila que cae.
Deja una estela blanca que se borra
a ritmo de ambulancia.
En los campos del sueño he sembrado los nombres.
6
Esta es la historia
del hombre de la fábrica de fertilizantes.
Se alimentaba de olvidos con veneno
hasta que sus pulmones estallaron.
Pero la historia negra dice:
lo envenenó su esposa
aunque yo no le veo madera de villana.
Aquel tío –en blanco y negro
con bigote de actor de los galanes de antes–
ojos tristes y gesto de machete afilado.
Otro avión interrumpe la escritura
su música hace temblar edificios
y queda un resplandor de dominio en los ojos
y un zumbido de flores al borde de la quiebra.
7
Verano en la ciudad
45 grados de abandono. Un río
de gente desemboca en los dobles anillos de Saturno
y se respira el aire más smog del planeta,
Julio 28-29 de 2018.

Margarito Cuéllar (1956)
En el hotel de la vida todos somos extranjeros.
Laberinto Ediciones / Conarte Nuevo León,
México, 2021.


1883 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
14-VII-2022. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBAL)


Imagen:schauhi vía Pixabay

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