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Mostrando entradas de julio 24, 2022

#1899 - OLIVA: Representación del monte (I) | Epílogo

  Representación del monte (I) Estoy pegado de los codos a un monte. Estoy en vela junto a un cadáver y un hacha, arrancándome hierbajos de los hombros, garrapatas de la entrepierna. Cuando camino, el monte cruje, avanza como un gigantesco tapir en mi espalda. Pero el monte es una palabra que no puedo amputar de mí, porque es el órgano que me sostiene en vilo cuando respiro. Duermo debajo de una palabra. Caserón, estropajo, ombú, me alteran los nervios hasta el punto de romper fonemas. Y tengo pavor del sosiego, de la pausa, porque son los lugares donde se incuban las palabras, donde están como microbios con las fauces abiertas, tal como los alimentos que me tragan diariamente. Veo por medio de las palabras, oigo por ellas, balbuceo por ellas. Son mi hélice y mi granero, vértigos junto a un cadáver y un hacha. Estado de sitio. Óscar Oliva (1937) Epílogo Oye nacer el trueno del derrumbe, óyelo arrastrarse del otro lado de la palabra, de aquella que no se ha escrito ni pronunciado, la qu

#1898 - ESPAÑA: Un cuadro | Otra vez el miedo

  Un cuadro Miro en la pared un cuadro. No es un cuadro, es una ventana mordisqueando un paisaje. No es una ventana, es un hombre mirando mis ojos. No es un hombre, son mis ojos mirando una pared. No es una pared, es un cuadro de un hombre mirando una pared. No es una pared. No es una ventana. No es un hombre. Apaga mi papá las luces. El mundo deja de existir. Javier España (1960) Otra vez el miedo ¿Cuándo nació el miedo? ¿Vino envuelto en alguna hoja que se posó en mi hombro, sin darme cuenta? Me dicen que no debo temer, que en la oscuridad no hay monstruos. Pero hay oscuridad. Que la noche es buena como el día. Pero el día no vive en los rincones. Que las heridas sólo duelen cuando sangran. Pero he visto a mi abuela dolerse sin la sangre, llorar sin una espina en el dedo. ¿Dónde nació el miedo? ¿Nadie se dio cuenta cuando se vino a vivir con nosotros? No quiero temer al silencio, a quedarme solo, como mi abuela. Javier España (1960) Antología general de la poesía mexicana. Poesía del

#1897 - ANÓNIMO: Romance del enamorado y la muerte | DEL ENCINA: Yo me estava reposando

  Antonio Alatorre cierra el primer capítulo de El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro con el “Romance del enamorado y la Muerte”. Pero no lo transcribe completo. Pone solamente sus primeros doce versos, y consigue un final muy eficaz. Para no dar a conocer que esa “señora tan blanca, / muy más que la nieve fría” es la Muerte, yo cambié y puse entre corchetes el título de la composición. Ahora la pongo aquí entera; y marco con un asterisco el lugar donde termina la cita en el libro de Alatorre. Romance del enamorado y la Muerte Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía, soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. —¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. —No soy el amor, amante: la Muerte que Dios te envía. * —¡Ay, Muerte tan rigurosa, déjame vivir un día! —Un día no puede ser, una hora tienes de vida. Muy de prisa se calzaba

#1896 - CAVAFIS: La ciudad | SÁBATO: Uno se embarca...

  La ciudad Dijiste: “Iré a otra tierra, iré a otro mar. Otra ciudad ha de haber mejor que ésta. Cada esfuerzo mío es una condena dictada; y mi corazón está –como un muerto– enterrado. ¿Hasta cuándo estará mi alma en este marasmo? Adonde vuelva mis ojos, adondequiera que mire veo aquí las negras ruinas de mi vida, donde pasé tantos años que arruiné y perdí.” No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo; y entre las mismas paredes irás encaneciendo. Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra –no lo esperes– no tienes barco, no hay camino. Como arruinaste aquí la vida, en este pequeño rincón, así en toda la tierra la echaste a perder. Constantino Cavafis (1863-1933) Cuando leemos una traducción, antes que al autor leemos al traductor. No he podido hallar en este caso quién pasó a Cavafis del griego al español. Pero alguien debe saberlo. Uno se embarca… […] Uno se embarca h

#1895 - TOB: En sueños una fermosa y (ANÓNIMO): [Un sueño soñaba anoche...]

  “La vieja poesía castellana” es el título del primer capítulo de El sueño erótico en la poesía española de los siglos de oro , libro de Antonio Alatorre (Fondo de Cultura Económica, México, 2003). Tomo ahora el primero y el último de los poemas que incluye ese primer capítulo. En sueños una fermosa… En sueños una fermosa besava una vegada estando muy medrosa de los de su posada. Fallé cosa sabrosa, saliva muy temprada. Non vi tan dulce cosa más agra a la dexada. (nunca vi cosa tan dulce / tan amarga a la dejada.) Sem Tob (siglo XIV) Proverbios morales Stanford Shepard, Madrid, 1985 [Un sueño soñaba anoche…] Un sueño soñaba anoche, soñito del alma mía: soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. –¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. –No soy el amor, amante, la Muerte que Dios te envía. Anónimo. Ramón Menéndez Pidal, Flor nueva de romances vie

#1894 - ALATORRE: La migraña

  De la “Advertencia editorial”: A muchos extrañará la existencia de esta novela de Antonio Alatorre; no a sus más allegados, quienes todo el tiempo supimos de este proyecto siempre latente, nunca olvidado del todo y, al final, inconcluso. Sin embargo, no debería ser una sorpresa para sus lectores más atentos: no es más que lógico y natural que un hombre tan apasionada y vitalmente preocupado por la lengua y la literatura, de una curiosidad y avidez intelectuales insaciables y con una capacidad de asombro nunca mermada por los años, buscara objetivar todas esas emociones en un texto de creación literaria. Alatorre tuvo siempre en mente y corazón esta novela: nunca la destruyó y la atesoró hasta el final entre sus papeles. Dejó dos versiones: una más temprana y fragmentaria; otra, posterior, más acabada […] Sus tres hijos, Silvia, Gerardo y Claudio, recogieron la segunda versión […] y decidieron darla a conocer […] Martha Lilia Tenorio De La migraña […] ¿Para qué? ¿Y a cercior

#1893 - ALATORRE: Dos poemas

Dos poemas 1. Al unísono Sobre un tiempo gemelo fincamos un nido de momentos. Las horas son como jade o esmalte, como cosa que se devora sin prisa, pero ávidamente. Las horas son pinceladas azules y rojas. Preceptos, decálogos mudos, terribles, fieramente guardados, escritos en quién-sabe-qué biblias, en sabe-Dios-qué códigos. Hay que ver ciertos lados, ciertos ángulos sin aristas, invisibles, de ciertos asuntos. Y hay que ponerse de acuerdo en qué matices, en qué color de la risa. Si un sonido raro de un libro, si el tono de flauta o de viola de una pequeña palabra… Palpar una misma nube, blanda como lana. Cantar una misma frase. Sentir un fastidio idéntico, una ira correspondiente… Un solo minuto de descanso, y luego, subir a la montaña azul de seducciones, con un extraño brillo en las cuatro pupilas ávidas. Llevar en lo recóndito un mismo desencanto, y condenar al mundo con una, con una sola palabra helada y sucia. Los minut