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Mostrando entradas de abril 9, 2023

#2146 - QUINTERO: De 6/ | De 5/ | De 1/

  De 6/ A veces tengo un miedo verídico de olvidarte. Un miedo histórico como un globo de gas que un niño pierde. Un miedo científico como el de quien descubre en su laboratorio que no se equivocaba. Otras veces tengo miedo de olvidarte a secas; así sencillamente como quien busca una silla y una ventana y no recuerda para qué. Este miedo de que la muerte sea un dejar de amarte; un desacostumbrarse que lleva trenes adentro, lentos. Muy lentos. Un cuerpo vivo que olvida un cuerpo muerto. En ocasiones estoy seguro que no será así. Que no podré desacostumbrar tus cosas de mis cosas. Un miedo reducido a una ecuación muy simple: que un día me levante y caiga en cuenta que pasaron meses sin pensarte. Porque no quiero, porque eso es lo único que ahora puedo hacer por ti. No olvidarte. De 5/ Hoy me he quedado haciéndole compañía al refrigerador. Escuchando el trabajo que le cuesta funcionar, cumplir, estar al día con sus frías labores, con sus tareas cong

#2145 - LÓPEZ COLOMÉ: Agua

  Agua 1 Ha comenzado a nevar. Copos, agua que hiere de golpe. Se posan candentes sobre mis temores mi misterio. No resbalan. Se han clavado como espinas de una corona de oro. Como raíces. 2 Cuántos pies han pasado por aquí sin hollar gozo y contemplación, un mismo tiempo: Cuesta arriba, alcancé a ver los despojos del narciso. Todo era azul desde ese punto hasta el final. Alenté un deseo: no el avance, ni la cima helada ni la calidez del cielo. Sólo el oleaje sin celda o libertad, sólo el oleaje. 3 Tu población de fuego me vio volver, sus seres en constante movimiento, su mensaje. Todo se sentía disuelto en una capa densa, el mar aquél. Noté que comenzaba a replegarse. Alargué el brazo. Mis dedos anhelaban mojarse apenas, como en una pila antigua, bautismal… 4 Mar abierto Ese mar hizo de mí una madreperla consagrada, una vasija llena de algo que se va o simplemente se evapora a ritmo propio. Flor aguamarina, olorosa a sal y húmedos abrazos entre una vida y otra, sin

#2144 - LABASTIDA: XIII. Poema donde todo se niega

  XIII. Poema donde todo se niega Están aquí los muertos, olvidados. Nombres ilustres, personas sin relieve. Aquí se encuentran todos, confundidos en la Nada tranquila, entre las sombras. Igual será llamarse Carlos, Luis, Francisco, Eduardo, acaso Juan Sin Rostro, María sin Apellido, Marta Desconocida. Murieron ya sus nietos, Nadie recuerda Nada. En este panteón están las cenizas de mi abuelo, dicen. También, me han dicho, las cenizas del abuelo de mi abuelo. Pero los nietos de los nietos que caminan por este cementerio ya no recuerdan a Ninguno. Los nombres se conservan como se guarda un libro en la memoria enjuta de los hombres. Nadie está a salvo de la corrosión y el olvido. Día llegará, quinientos años después, en que Ninguno tendrá nombre. ¡Tú sí recuerdas? Pero si a Nadie conociste. Con aquellos que pasaste algunas de las horas de tu infancia son ya también ceniza, una imagen diluida en la memoria. Tú pasarás igual, serás tan sólo un nombre grabado en una piedra que borrará sin d

#2143 - PAZ PAREDES: A veces llora el hombre

  A veces llora el hombre A veces llora el hombre su inútil, lenta vida, su derrumbada voz en los abismos donde se abaten cercenados sueños. A veces llora el hombre con desgarradas lágrimas de siglos, como si fuera el último superviviente náufrago del mundo, que caminara solo entre cadáveres de transparentes venas disecadas. A veces llora el hombre su viril crecimiento solitario, su semilla injertada de granizo estéril, deleznable, llora su soledad y el hijo de su llanto congelado. Llora sus pasos de fantasma sobre un aciago páramo de sombras. Ya ni la misma tierra lo sostiene. No lo tocan los dedos de la brisa. Tiene sed, pero el agua se le escapa por fracasos de súbitos cristales. Se deslizan sus pasos en la nada y un pavor infinito lo estremece cuando se queda mudo y paralítico en la hora nupcial de la poesía, sin eco que responda a su amargura, sin huellas que delatan su presencia, su dolida presencia de abandono. Porque el hombre e

#2142 - SANTOS: Poema

  Poema Si yo pudiera pondría una flor sobre el pecho de tu ternura muerta y me resignaría. Si nada más pudiera lavarme el alma de este dolor con una lágrima; si pudiera caminar indiferente por esos sitios que recorrimos juntos y cuya sola vista me desgarra. Morir, perderme, destrozarme, huir donde no estén tus ojos; adonde el hilo más delgado de tu voz no exista, y tu gracia perfecta no sea más que nube no mirada; donde tu nombre no se me vuelva angustia ni tu palabra herida, y tu sonrisa no me pueble las noches de estrellas y de lágrimas. Ninfa Santos (1914-1990) Rueca Otoño e invierno México, 1946 Revistas Literarias Mexicanas Modernas Rueca III Verano de 1945 / Invierno de 1951 – 1952 Fondo de Cultura Económica, México, 1984 2142 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 11-IV-2023. Selección de Felipe Garrido. Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA Imagen vía Pixabay Reacciones a la sele

#2141 - NANDINO: Flor nocturna | BALLAGAS: Poema impaciente

  Flor nocturna 1948 Para el poeta Emilio Ballagas I Hay una flor que en la noche nace –¡lucero en la rama!– y su blancura derrama en silencioso derroche. En las tinieblas es broche de una luz estremecida que, entre las sombras hundida, enardece su blancor: es paloma vuelta flor que en la oscuridad se anida. II Fuego fatuo detenido en el luto del follaje. En sombra, blanco tatuaje; brillo de nácar hundido en el humo del tejido del cacto donde fulgura. ¡Vegetal copa de albura que derrama su esplendor: ánima es y no flor, que vaga en la noche oscura! III La sombra enciende tu vida; la luz, descubre tu muerte y tu corola convierte en albura fallecida. Por la noche, estremecida –¡inquemante ave de llamas!– alzas tu brillo en las ramas; porque de estrella atesoras el ritmo, y sólo en las horas nocturnas, tu luz derramas. IV Nocturna flor que aparece cuando la tiniebla asoma, y derrama luz y aroma en la noche que la mece. Flor de espuma, que perece cuando en oriente fulgura el temblor del al

#2140 - CASTILLO: De Borrar los nombres (2/2)

  De Borrar los nombres Segunda de dos partes 3 Cuando los bufones me señalan y se ríen cuando los veo patear perros y cerdos cuando hacen llorar a los niños cuando le agarran la verga al turista cuando el guerrero le enseña el culo a niños y ancianos cuando los demonios hacen reír a las mujeres cuando monto el burro al revés cuando todos tienen sed y el río fluye indiferente cuando pienso en mí y ya no hay quien responda. 4 En la sorna del diablo en sus gritillos en su machete que remueve lo baldío de la tierra en el sudor de los ojos que hace grumos de ceniza en el polvo que encala el paladar en el sabor del tabaco después de la carrera en la sombra de los borrados en la pared en los filos de las piedras que no han de pisar los corredores en los guamúchiles que mueve el viento y nadie corta en el río que fluye y que ordena sin ser tocado en la inmovilidad de la guardia que padece el horror del sol mientras es más alto y bello en la sangre de los borrados q