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#2141 - NANDINO: Flor nocturna | BALLAGAS: Poema impaciente

 

Flor nocturna

1948
Para el poeta Emilio Ballagas

I

Hay una flor que en la noche
nace –¡lucero en la rama!–
y su blancura derrama
en silencioso derroche.
En las tinieblas es broche
de una luz estremecida
que, entre las sombras hundida,
enardece su blancor:
es paloma vuelta flor
que en la oscuridad se anida.

II


Fuego fatuo detenido
en el luto del follaje.
En sombra, blanco tatuaje;
brillo de nácar hundido
en el humo del tejido
del cacto donde fulgura.
¡Vegetal copa de albura
que derrama su esplendor:
ánima es y no flor,
que vaga en la noche oscura!


III


La sombra enciende tu vida;
la luz, descubre tu muerte
y tu corola convierte
en albura fallecida.
Por la noche, estremecida
–¡inquemante ave de llamas!–
alzas tu brillo en las ramas;
porque de estrella atesoras
el ritmo, y sólo en las horas
nocturnas, tu luz derramas.

IV


Nocturna flor que aparece
cuando la tiniebla asoma,
y derrama luz y aroma
en la noche que la mece.
Flor de espuma, que perece
cuando en oriente fulgura
el temblor del alba pura
que, con su tacto, la hiere.
Flor que nace, vive y muere
en doce horas de negrura.

V


Sensible flor que al nacer
riegas tus horas al viento
porque entiendes el momento
de aromar y perecer.
La blancura de tu ser:
de la aurora, temerosa,
sólo una noche, gloriosa
como luna se ilumina, y al amanecer termina
en la luz que la destroza.

VI


Sueño de flor es la flor
que en lo oscuro se realiza:
imagen que petaliza
la verdad de su color
con el astral esplendor
que sólo una noche dura.
Realidad en la negrura
que la luz, a sueño vuelve,
y en sus ondas la disuelve
para darle sepultura.


Elías Nandino (1900-1993)
Veinte años de poesía (1968-1987).
Selección de Alejandro Sandoval
Joaquín Mortiz, México, 1988.


Poema impaciente

¿Y si llegaras tarde,
cuando mi boca tenga
sabor seco a cenizas,
a tierras amargas?
¿Y si llegaras cuando
la tierra removida y oscura (ciega, muerta)
llueva sobre mis ojos,
y desterrado de la luz del mundo
te busque en la luz mía,
en la luz interior que yo creyera
tener fluyendo en mí?
(Cuando tal vez descubra
que nunca tuve luz
y marche a tientas dentro de mí mismo,
como un ciego que tropieza a cada paso
con recuerdos que hieren como cardos.)
¿Y si llegaras cuando ya el hastío
ata y venda las manos;
cuando no pueda abrir los brazos
y cerrarlos después como las valvas
de una concha amorosa que defiende
su misterio, su carne, su secreto;
cuando no pueda oír abrirse
la rosa de tu beso ni tocarla
(tacto mío marchito entre la tierra yerta)
ni sentir que me nace otro perfume
que le responda al tuyo,
ni enseñar a tus rosas
el color de mis rosas?
¿Y si llegaras tarde
y encontraras (tan sólo)
las cenizas heladas de la espera?

Emilio Ballagas (1908-1954)
Obra poética,
Letras Cubanas, La Habana, 1984.

2141 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
10-IV-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA

Reacciones a la selección previa:

Carmen Tinajero: “…Y conversar con el ausente es un mundo que miras existir sin ti.” Leo el final de un poema de Ricardo Castillo y recuerdo la sesión de epitafios para Lacan que tuve ayer a las 12 del día, donde me pregunté ¿Qué tengo que ver yo con Lacan? No mucho, me había dicho antier, pero en la reunión me dije Tengo 30 años de leerlo, y en seguida leí en público el epitafio que había guardado para mí: "Aquí yace el hombre que vivió como un Otro y murió como un otro" pero también pensé que en realidad no había muerto, que sólo estaba ausente esperando su segunda y verdadera muerte, el olvido.
Pero, volviendo a la poesía de Castillo "Y conversas con el ausente en un mundo que miras existir sin ti": pienso en mi madre, en las largas conversaciones que he sostenido con ella desde su muerte y sé que por ello entiendo mi ausencia en los círculos de la gente viva; entiendo mi amor por los locos casi muertos y mi silencio ante los vivos-muertos. Me entiendo perfectamente en la soledad que me ha sido necesaria para convivir con mi no-ser que se aviva cada vez que la ausencia de ese otro en mí se hace presente.

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