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Mostrando entradas de febrero 5, 2023

#2083 - LANGAGNE: Amigos que perdimos | Una fotografía | Otra fotografía | Credos

  Amigos que perdimos Amigos que ya perdimos decidieron que la vida debería tener olor a gas butano, clausuraron las rendijas por donde husmeaba el sol y tapiaron las ventanas de la próxima mañana. Otros pusieron en su cuello un collar de esparto, nudo cegado a mirar un nuevo día. O sintieron la angustia en el reflujo del agua que regresa al horizonte. O en las fórmulas salidas del matriz y el alambique de vidrio transparente que oscurece cualquier mueca del futuro. O hicieron detonar el espíritu de la pólvora inventada por los chinos para estallar un paladar que guardaba sin sabor Langaes, Hubo quienes volvieron hacia atrás en una encrucijada del camino sin saber que otro automotor se dirigía al mismo sitio. O en un trágico vuelo que los Wright o Lindbergh no imaginaron nunca, se perdieron en el medio de la Sierra Madre. Eduardo Langagne (1952) Una fotografía Una fotografía no detiene el tiempo. Aprehendido el momento los

#2082 - LÓPEZ: Sismé | Salomé | Huelen tus dieciocho años

  Sismé Con las llamas de nostálgico deseo en los ojos infinitamente arcanos, Sismé sueña en su país, en los lejanos, claros cielos que dejó tras el Pireo. Cómo brillan las sortijas de sus manos cuando ahí en la soledad del gineceo, hace trizas un precioso camafeo sobre un mármol que sustentan dos silvanos. De repente, se ilumina de alegría su semblante: por la quieta galería, precedido de una hermosa esclava nubia y de pálidos eunucos, viene el rey… y Sismé deshebra, riéndose, la rubia cabellera con sus peines de carey. Rafael López (1873-1943) El Mundo Ilustrado, junio de 1905. Salomé El sacro ritmo de la danza marca, en la cintura, un junco que se quiebra: en el torso, un gran lirio que se enarca, y en los flancos, el anca de la cebra. Ardiente el ojo inmóvil del tetrarca, en la armoniosa ondulación se enhebra y enturbia su cristal, como la charca cuyo fondo agitara una culebra. En la fiebre divina que la impulsa, Salomé es una ménad

#2081 - DE CETINA: Madrigal de Cetina | Soneto de Cetina | Soneto del mismo

  Madrigal de Cetina Ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados, ¿por qué si me miráis, miráis airados? Si quanto más piadosos más bellos parecéis a aquél que os mira, no me miréis con ira porque no parezcáis menos hermosos. ¡Ay, tormentos rabiosos! Ojos claros, serenos, ya que así me miráis, miradme al menos. Soneto de Cetina Si es verdad, como está determinado, como en caso de amor es ley usada, transformarse el amante en el amada que por el mesmo Amor fue así ordenado. Yo no soy yo, que en vos me he transformado, y el alma, puesta en uso, de sí ajenada, mientras de vuestro ser sólo se agrada dejado de ser yo vos se ha tornado. Mi seso, mis sentidos y mis ojos, siempre vos los movéis, y los movisteis desde el alma do estáis hecha señora. Si cosa he dicho yo que os diese enojos, mi lengua sólo fue pronunciadora, mas vos que la movéis, vos lo dijisteis. Soneto del mismo ¿En cuál región? ¿En cuál parte del suelo? ¿En cuál bosque? ¿En cuál mont

#2080 - PULIDO: Cerca, lejos | A la mano izquierda | Vaso roto

  Cerca, lejos Los objetos que distingo claramente sin ayuda de anteojos deben estar de diez a veinte centímetros escasos de mis ojos, distraídos y lentos ojos miopes. Con el tiempo he aprendido a mezclar lo ajeno y lo contiguo, lo propio y lo distante. Me acostumbré a renunciar a lo preciso, a nivelar centímetros y hectáreas, a la felicidad extraña del poco ver y mucho adivinar. Así mis días: entre lo íntimo que se vuelve extranjero a pocos pasos y las vastedades que me asaltan en una hoja, piedra o pluma. Ni cerca ni lejos, vecina de lo antiguo, a veces me envuelvo en mi propia sombra a descansar de las distancias y gozar la imprecisión exacta de mis lentos, vagabundos ojos miopes. Blanca Luz Pulido (1956) A la mano izquierda Torpe tal vez, quizá dormida, ocupada en tareas siempre menores. Mi mano izquierda revela pensativa lo que no recuerdo, lo perdido, el trazo siempre vago de sueños descendentes, imprevistos. A veces, como quien

#2079 - TAFOYA: El matamoscas de Lesbia | El tableteo de la sátira

  El matamoscas de Lesbia Regreso agitada y burbujeante presionando con los dedos el cuello del cristal que envuelve al vino Regreso redonda y satisfecha frondosa y perfumada con las carnes tambaleantes y envinados mis sabrosos frutos él dijo: me molesta tu perfil de gesto seguro y suficiente sólo eres una mosca gorda mosca negra peluchuda e inflamada de siniestros pelos Ruedo por la inmensa cama Me desprendo de una tela entallada y descosida le confirmo que soy negra y sucia negra de carne dulce carbón de azúcar mosca exótica con vientre acústico forrado de terciopelo una cajita pequeña de resonancias Confirmo que soy negra y deliciosamente gorda y que en alguna parte olvidé las pantaletas él dijo: me enoja cuando bebes arrogante elevas el meñique de tu mano eres perra añeja que provoca carnívoros deseos dan ganas de hacerte tierra y cocer un jarrón de tu barro Sonrío me acomodo y le re

#2078 - NERVO: El día que me quieras | Via, veritas et vita | La puerta

  El día que me quieras El día que me quieras tendrá más luz que junio; la noche que me quieras será de plenilunio, con notas de Beethoven vibrando en cada rayo sus inefables cosas, y habrá juntas más rosas que en todo el mes de mayo. Las fuentes cristalinas irán por las laderas saltando cristalinas el día que me quieras. El día que me quieras, los sotos escondidos resonarán arpegios nunca jamás oídos. Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras. Cogidas de la mano cual rubias hermanitas, luciendo golas cándidas, irán las margaritas por montes y praderas, delante de tus pasos, el día que me quieras... Y si deshojas una, te dirá su inocente postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente! Al reventar el alba del día que me quieras, tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras, y en el estanque, nido de gérmenes ignotos, florecerán las místicas corolas de los lotos. El día que me quieras será