El matamoscas de Lesbia
Regreso agitada y burbujeante
presionando con los dedos
el cuello
del cristal que envuelve al vino
Regreso redonda y satisfecha
frondosa y perfumada
con las carnes tambaleantes
y envinados mis sabrosos frutos
él dijo:
me molesta tu perfil
de gesto seguro y suficiente
sólo eres una mosca gorda
mosca negra peluchuda
e inflamada
de siniestros pelos
Ruedo por la inmensa cama
Me desprendo de una tela
entallada y descosida
le confirmo
que soy negra y sucia
negra de carne dulce
carbón de azúcar
mosca exótica con vientre acústico
forrado de terciopelo
una cajita pequeña de resonancias
Confirmo que soy negra
y deliciosamente gorda
y que en alguna parte olvidé las pantaletas
él dijo:
me enoja cuando bebes
arrogante elevas el meñique de tu mano
eres perra añeja
que provoca
carnívoros deseos
dan ganas de hacerte tierra
y cocer un jarrón de tu barro
Sonrío
me acomodo y le reitero
que soy negra y mala
negra de labios gruesos,
que la forma de la hembra madura
se impone
y concentra la elegancia
de lo abundante,
le da poder al cuerpo
que tengo los pezones zarzamora
que estoy desnuda
y se me dibujan grietas
que adornan mis nalgas
con la textura del satín
él dijo:
me haces falta
Adormilada
abro las piernas
que atesoran mi sexo oscuro
inflamados sus pequeños holanes magenta
en esta flor clava su lengua
no me molesto con él
sé que tiene hambre
Adriana Tafoya (1974). en
Poesía del México actual.
De la segunda mitad del siglo XX
a nuestros días.
Selección, prólogo y notas
de Juan Domingo Argüelles.
Océano, México, 2014.
El tableteo de la sátira
I
Suelto cabriolas desgreñadas
sobre las alfombras del paisaje
arqueo mi cuerpo
rodeado de ciruelas, crisantemos
un morado de flores resecas
y el mordaz sabor de los arándanos
busco camorra
salto
arranco cerezas
desangro ramos
en el vello de la tierra
crecen dedos suculentos
los corto de un tajo
caen los dedos
y aún en el suelo
se agitan
con el ahogo del llanto
troncho los fetos recién florecen
mato los pájaros
II
Jadea el viento
se inflaman las mareas
el mar mortecino
se moldea en azulado abismo
suelo comerme las sirenas
sirenas rojas enroscadas en la costa
de escamas sombrías como las ojeras
las arrastro lejos de la cueva de los sátiros
al vapor negro de las sombras
donde el musgo es
de mojado tabaco
se desangrarán docenas de ellas
quedarán secas
disecadas por el viento
condenadas a quebrarse
al quebranto sobre la sucia tierra
III
Yo la pequeña y dulce cara de niño
soy la dama de espesas crines
una cabeza en la ventana
de carne y pelos
la miel de la piedra soy
el sátiro
y la vellosidad hiriente
de todos ellos
el vaivén de los perros sobre las caderas
los lengüetazos
perros y sus testículos golpeando
entre las patas
aún no hay música para mi canto
aún no hay flores para mi boca
ni laúd ni ocarina ni arpa
soy un violín de gruñidos oxidados
creo en el silencio
vivir bajo el tablero
en espera de la nueva guerra
IV
Se descarna la mañana
y de pronto me encuentro sin memoria
sólo oro quemado
ante las arrugas del cielo
se me rompen los pasos
como las tostadas hojas
de los árboles muertos
nada sabrán sobre mí
no sabrá nadie sobre mi sexo
aunque todos lo conocieron
en esta tierra manchada con el excremento
de las moscas
todo lo borra el tiempo
ni el dolor se salva
todo lo que olvidamos
nos hace existir menos
todo lo que se olvida
nos hace existir menos
menos soy
cuando menos recuerdo
soy menos
cuando menos recuerdos tengo
no recuerdo soy menos
no recuerdo
Todo lo que fui se esconde bajo las hojas
Adriana Tafoya (1974). Sangrías Ediciones El Aduanero, México, 2008
2079 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 6-II-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2078 de este cinco de febrero de 2023. Incluye dos poemas del elevado poeta que es Amado Nervo, nacido en Tepic, Nayarit, el 27 de agosto de 1870 y fallecido en Montevideo el 24 de mayo de 1919.
El primero provine de El arquero divino, libro escrito entre 1915 y 1918, y editado en 1922, en el tomo 27 de sus Obras completas. (p. 1799 de la edición de Madrid, 1932.) Es una construcción en que se alternan versos de 14 y 15 sílabas con otros de siete. Su música se arma gracias a la repetición de su verso inicial y al fino arreglo de las rimas y asonancias. La plegaria amorosa se resuelve en el fervor de una oración en que “la beatitud de Dios” ampara el anhelado beso de la comunión amorosa.
El otro poema, “Via, veritas et vita” proviene del libro Serenidad, publicado en Madrid con el sello de Renacimiento en 1914, cinco años antes de la muerte de Nervo. El poema fue compartido por Nervo con su amigo Luis Quintanilla, cuya versión siguió Alfonso Méndez Plancarte para establecer el texto del poema reproducido en la página 1574 de las Obras completas (Madrid, 1932). El poema, en versos de ocho, doce y cinco sílabas, se desarrolla como un monólogo en torno a la búsqueda del camino interior en pos de El Arquero Divino. El tema ético del optimismo cristiano repasa la esperanza en la reiterada espera y en la invitación a “sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas” y a “cuidar de que en la áspera jornada no se atrofien las alas, ni oleada de cieno vil ensucie nuestras plumas”. De la lectura de este poema se desprende la idea de que a los ojos de Nervo la imagen interior del poeta tenia una condición, si no angélica, al menos sí alada. A ambas composiciones las recorre un aliento religioso, casi místico y hacen ver hasta qué punto el poeta tenia una concepción litúrgica, sacerdotal, del oficio poético. Gracias por el envÍo de estos espacios resguardados en los memorables poemas de Nervo.
Rosana Romo Pérez: Sobre la entrega 2075: Creo que todos llegamos a Macondo a desenterrar un rosario y un recuerdo. Algo que nos aliente la nostalgia de lo que aprendimos en esos ríos de la infancia. El motivo para quedarnos donde fuimos felices no sería lo que antes fue. Las estaciones cambian y con ellas se renuevan los ciclos, motivo para para partir con la dicha de haber vivido.
Bernardo Bátiz: De Delmira Agostini sé muy pocas cosas que nos revela la entrega de anoche (2027), gracias a Felipe Garrido, pescador de perlas en la hermosa profundidad del mar azul de la literatura. Delmira vivió sólo 28 años y escribió con soltura, riqueza de lenguaje, dominio del arte. Su apellido tiene resonancias latinas y ella cincela frases que es difícil olvidar: “Como un monstruo en la paz de la laguna / surgió un enorme ensueño taciturno.”
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