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Mostrando entradas de abril 2, 2023

#2139 - CASTILLO: De "Borrar los nombres" (1/2)

  De Borrar los nombres Primera de dos partes * Los coras viven en la Sierra Madre Occidental. Son la tribu que mayor resistencia opuso a las armas del imperio de la razón española. En la hostilidad de la sierra nayarita dieron fiera batalla hasta llegar a ser el último territorio indígena sometido por la corona, más de dos siglos después de la caída de Tenochtitlan. Doscientos cincuenta años de sometimiento posterior no han impedido a la resistencia cora encontrar pausa y modo para vivir su propio tiempo y pensamiento. Al igual que otras tribus durante la Semana Santa, a través de la representación de la pasión de Cristo, los guerreros coras perviven, convocan y reviven su historia, magia y religión, en un acto de sagrada imaginería, donde la alusión indirecta, el tomarle el pelo a todo, a la razón práctica, al sempiterno sentido de la individualidad, parece ser el eje de ese ojo de tormenta que es la borrada. Ancianos, hombres y adolescentes se tiznan a la orilla del río para desapar

#2138 - LAVÍN-CERDA: ¿Por qué duelen tanto los pies? | La voz de la Luna | Algo sobre la vida e invocación al dios de las transfiguraciones

  ¿Por qué duelen tanto los pies? (con ritmo de vals) Cómo se pasa la vida, tan callando, cómo se nos viene la muervida de manicuro en pedicuro, de pedicuro con soplo en manicuro que a veces no tiene soplo y no sabe cómo dar luz y salir de las tinieblas, cómo se pasa la vida tan callando. ¿Por qué duelen tanto los pies? Se necesita una investigación a fondo. ¿Por qué duelen tanto los pies? Porque ni el hombre ni la mujer fueron diseñados genéticamente para ir y venir por este mundo erguidos en dos patas, sino gateando como demonios y olfateando a Dios en cuatro pies con el espinazo desnudo al aire libre, qué libre aquel espinazo del amor ciego y luminoso, aquel espinazo del primer soplo que voló por primera vez desde las cavernas con aquela música en la danza donde tuvo su origen el desliz y el pulso de la concordia, el desliz y el pulso de la discordia. Los antiguos dicen que la vida apareció en el mundo al cambiar la sintaxis de los pies, pero ¿por qué duele tanto

#2137 - VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ: Cruz del Sur | Nadie | Parque México | Purple rain

Cruz del Sur Arden las hojas del otoño en la humedad crepuscular de Buenos Aires. Contra un parque dividido por tres colinas, la opacidad de su belleza busca en follajes la mirada que acompañó la luz. Las lámparas doradas guardan sus memorias y encienden sombras en el césped. Al atardecer se disponen el horizonte de cortezas y el suave tacto de los ojos para construirse otra estancia con los pájaros. En silencio subes las calles y regresas al canto de la noche. Queda entre tus labios el murmullo que al abandono pronunciaste, la rozadura de palabras dejadas en la soledad de un cuarto cálido, ya oscuro. Áspera en su constelación, la Cruz del Sur abre sus puntas mientras aguardo tu llegada porque no eres tú quien ha vuelto a resplandecer junto al eco, sino tus huellas hondas, tenues fragmentos de un espejo en llamas que te observó al entrar a ciegas en las membranas del deseo. Jorge Valdés Díaz-Vélez (1955) Nadie Para Piedad Bonett Volví a Ítaca, a sus médanos de bruma evanescente, al sol

#2136 - BRACHO: Poblaciones lejanas | Abre sus cienos índigos al contacto

Poblaciones lejanas Sus relieves candentes, sus pasajes, son un salmo/ luctuoso y monocorde;/ los niños corren y gritan,/ como pequeños lapsos, en un eterno, enmudecido/ sepia demente. Hay ciudades, también,/ que dulcifican la luz del sol:/ En sus espejos de oro crepuscular las aguas abren y encienden/ cercos de aromas y caricias rituales; en sus baños:/ las risas, paredes reverdecientes;/ --Sus templos beben del mar./ Vagos lindes desiertos (las caravanas, los vendavales, las noches combas y despobladas, las tardes lentas,/ son arenas franqueables que las separan), mirajes, ecos que las enturbian,/ que las empalman;/ un gusto líquido a sal en las furtivas comisuras;/ Y esta evocada resonancia.// Coral Bracho (1951) Abre sus cienos índigos al contacto De tu boca, de tus ojos, ahondados bebo, de tu vientre, en tus flancos;/ entre mis manos arden, se humedecen/ (la avidez se emulsifica a estos bordes,/ cobra textura al tenso palpitar de esta piel, cierra su esfínter suave, quemante,/ has

#2135 - BAÑUELOS: Relatos | Visión desde un cráneo verde

Relato Puntual, asistente de líquen y de ortigas llegas, oh soledad, puntual como la noche, como la lluvia de este otoño, llegas como la estricta jaula que nos forma el aire. ¿A qué hora del día nos duele más la vida? Decimos soledad por no decir “qué frío”, decimos “voy contigo”, para quedarnos solos. Un día alguien ama nuestro silencio, esta forma de viajar sobre la tierra. Se tropieza, fumamos, hacemos el amor, y al comer cubrimos el pan de espesa mantequilla parecida a la sombra, seguros de caminar mañana entre escritorios grises de oficinas. Y sin embargo el sueño llega. Una vez, cuando el mundo se hizo de otra edad y cabía en un grano de arena, las hojas amortajaban al rocío, el viento rasgaba las cuerdas de las rocas, y los bosques eran las astas de los ciervos. Luego vinieron los mares ateridos. Alguien vino, también, y abrió la roja puerta de par en par, y las oscuras dehesas del polvo y de la nieve salieron como radiantes novias arrodilladas en los valles. El baile

#2134 - JORDANA: Poemas no mandados

  Poemas no mandados XXVI a Elena, que una vez escribió “y quisiera soñar con el amor y sólo veo…” Amo las migas de pan y las manchas de vino sobre el mantel los zapatos embarrados los libros subrayados las tazas de café a la madrugada los paraguas goteando en el zaguán amo la cuenta exagerada del teléfono la cocina llena de platos sucios las huellas de manos de niño en paredes y almohadones las toallas húmedas después del baño las camas desvencijadas las cacerolas abolladas los bordes de la mesa quemados por cigarrillos amo los vidrios rotos por una pelota los escalones gastados los callos los overoles grasientos las rayuelas de tiza sobre la vereda las moscas revoloteando cerca de la cocina las enredaderas el pasto creciendo en los cementerios amo los hornos de pan el filo gastado de los cuchillos las cabezas despeinadas las bocas despintadas las camisas a las que les falta un botón amo ciertos silencios ciertos sonrojos ciertas ausencias

#2133 - DÍAZ MIRÓN: Engarce | El fantasma

  Engarce El misterio nocturno era divino. Eudora estaba como nunca bella, y tenía en los ojos la centella, la luz de un gozo conquistado al vino. De alto balcón apostrofóme a tino, y rostro al cielo departí con ella tierno y audaz como con una estrella… ¡Oh qué timbre de voz trémulo y fino! ¡Y aquel fruto vedado e indiscreto se puso el manto, se quitó el decoro, y fue conmigo a responder a un reto! ¡Aventura feliz! La rememoro con inútil afán; y en un soneto monto un suspiro como perla en oro. Salvador Díaz Mirón (1853-1928) El fantasma Blancas y finas, y en el manto apenas visibles, y con aire de azucenas, las manos –que no rompen mis cadenas. Azules y con oro enarenados, como las noches limpias de nublados, los ojos –que contemplan mis pecados. Como albo pecho de paloma el cuello, y como crin de sol barba y cabello, y como plata el pie descalzo y bello. Dulce y triste la faz; la veste zarca. Así, del mar sobre la inmensa ch