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#2138 - LAVÍN-CERDA: ¿Por qué duelen tanto los pies? | La voz de la Luna | Algo sobre la vida e invocación al dios de las transfiguraciones

 

¿Por qué duelen tanto los pies?

(con ritmo de vals)

Cómo se pasa la vida, tan callando,
cómo se nos viene la muervida de manicuro
en pedicuro, de pedicuro con soplo
en manicuro que a veces no tiene soplo
y no sabe cómo dar luz y salir de las tinieblas,
cómo se pasa la vida tan callando.
¿Por qué duelen tanto los pies? Se necesita
una investigación a fondo. ¿Por qué duelen tanto los pies?
Porque ni el hombre ni la mujer fueron diseñados genéticamente
para ir y venir por este mundo erguidos en dos patas,
sino gateando como demonios y olfateando a Dios en cuatro pies
con el espinazo desnudo al aire libre, qué libre
aquel espinazo del amor ciego y luminoso, aquel espinazo
del primer soplo que voló por primera vez desde las cavernas
con aquela música en la danza donde tuvo su origen
el desliz y el pulso de la concordia, el desliz y el pulso de la discordia.
Los antiguos dicen que la vida apareció en el mundo
al cambiar la sintaxis de los pies,
pero ¿por qué duele tanto esa mutación en la sintaxis?
La ciencia del Azar puede subir al cielo en la punta de los pies,
aunque también podría derrumbarse en cuatro patas
cómo el amor, qué cuego el amor y qué luminoso.
Cómo se pasa la vida, tan callando
cómo se nos viene la muervida de manicuro
en pedicuro, de pedicuro con soplo
en manicuro que a veces no tiene soplo
y no sabe cómo dar luz y salir de las tinieblas,
cómo se pasa la vida tan callando.
¿Por qué duelen tanto los pies? Se necesita
una investigación a fondo. ¿Por qué duelen tanto los pies?
Sin duda que los lectores tendrán una respuesta inteligente.

Hernán Lavín-Cerda (1939)


La voz de la Luna

Aún tengo nostalgia de mí, de la Eternidad, de la sombra
del niño y de la luz, del pequeño y gran amor, de la ternura
de hoy y de siempre: siento que todavía hay nostalgia,
mucha nostalgia en mí del futuro que fuimos
y nunca volveremos a ser, tal vez nunca
en este mundo alumbrado y deslumbrado
por el prodigio inagotable de la rotación y la traslación
del futuro en el presente, un presente cuya inmovilidad es luz,
la luz de aquel niño que aparece y desaparece a cada instante.
Aún tengo nostalgia de mí, del error de cada día, del zumbido
del tiempo alejado de su propia música, la vibración
de aquel tiempo
casi fuera del Dios del Tiempo: siento que todavía
hay nostagia
de mí en tu luz, tu sombra, nostalgia de mi luz
y de mi sombra en ti, amor más allá del Amor,
aquella desnudez
y aquel humor que pudimos haber sido, de gloria en gloria.
Aún tengo nostalgia de la risa, del asombro y de la sonrisa,
nostalgia de las palpitaciones del Sol y de la Luna:
somos la voz de la Luna, la voz de Sol,
aún somos la antigua voz de la Luna, mientras la noche avanza
y no deja de avanzar con lentitud de animal tardígrado,
paso a paso, parsimoniosamente, noche solar y lunática.
Aún tengo nostalgia de la noche que avanza, silenciosa,
nostalgia de aquella noche infinita que pudimos haber sido
sin saber que avanzamos, inmóviles, y nunca
dejaremos de avanzar por el mundo, de sueño en sueño.

Hernán Lavín Cerda (1939)


Algo sobre la vida e invocación
al dios de las transfiguraciones

/3/
Para algunos especialistas de la vieja Europa, Dios es un huérfano sin estilo propio, aunque siempre está experimentando. Inventó la plenitud de la jirafa, los sueños más o menos elípticos de la mosca, el acúfeno pulsátil del gato, la luz no siempre líquida bajo el agua de la lluvia, el temblor del jabalí, el soplo indomable de la musaraña, el espasmo en los tentáculos del pulpo, la soledad en los ojos de la medusa, la visión corpuscular del murciélago, el júbilo de la pulga, el brinco de los zancudos cristianos con su música de comedia un poco triste, y el asombro de la lombriz inmortal, más astuta y finalmente más hermosa que la jirafa.
Puede ser que Dios sea menos original que yo en más de alguna circunstancia, pero su sentido del humor es más agudo, más tierno y más fino, mucho más estimulante. Dios no pierde el entusiasmo, casi nunca, porque recibe la inspiración de su Padre, quien lo observa desde lejos, abriendo y cerrando los ojos, y también sonríe con la misma felicidad que aparece en la mirada un tanto febril de algunas parturientas.

Hernán Lavín Cerda (1939)
La Sublime Comedia.
Editorial Praxis, México, 2006.

2138 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
7-IV-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA



Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Estimado Jorge: Hoy jueves 6 de abril tengo el gusto de hacerte llegar la entrega 2137 de “Un poema al día”, serie cuyo andamio cotidiano arma nuestro amigo y lector Felipe Garrido, a quien marco copia. En ella aparecen cuatro poemas tuyos que han sido editados por Cosme Álvarez --a quien también envío estas letras-- en la revista electrónica La Guarida que acopia letras de España, India y América Latina (Año 8, 2023).
Estas cuatro composiciones hacen constar, en un mapa en miniatura, los pasos peregrinos de tu itinerario por el mundo: “Cruz del Sur” hace sentir el fuego de “las hojas del otoño en la humedad crepuscular de Buenos Aires”, y en ese trasfondo el ascua deseante de la voz enamorada. “Nadie”, seudónimo de Ulises que vuelve a Ítaca y que está dedicado a la noble poeta colombiana Piedad Bonnet (1951), donde se retratan de reojo los pasos del peregrino de la voz. “Parque México” en que se dibuja “la esperanza del resplandor violáceo y tenue” de la belleza fugaz si perdurable del rincón innombrado de la tierra nativa y “Purple rain”, con epígrafe de Rubén Bonifaz Nuño y dedicado a la poeta, dramaturga y actriz costarricense Ana Istarú (1960).
Cuatro poemas que dan idea de la bitácora de este poeta viajero que ha sabido ser fiel a su vocación y dibujar una constelación de afinidades más allá de la marea, que traza su autorretrato poético. Felicidades a nuestro muy estimado poeta peregrino, Jorge Valdés Díaz-Vélez.
Rosa Gloria Ramírez H.: La lectura de Raúl Bañuelos (entrega 2135) me dejó reflexionando sobre la soledad: cómo ese sentimiento nos envuelve y cómo nosotros intentamos a su vez envolverlo, cubrirlo; a veces soñando con un mundo al revés, o soñando con el mundo que deseamos, para evadirnos, hasta que un día despertamos a la realidad y tomamos conciencia; aunque lo intentemos, es difícil comunicar esto, y muchas veces no somos escuchados. La reflexión última es cómo nos veremos a nosotros mismos en retrospectiva cuando hayamos muerto.

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