Sol de Monterrey No cabe duda: de niño, me perseguía el sol. Andaba detrás de mí como perrito faldero; despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños. Saltaba de patio en patio, se revolcaba en mi alcoba. Aun creo que algunas veces lo espantaban con la escoba. Y a la mañana siguiente, ya estaba otra vez conmigo, despeinado y dulce, claro y amarillo: ese sol con sueño que sigue a los niños. (El fuego de mayo me armó caballero: yo era el Niño Andante, y el sol, mi escudero.) Todo el cielo era de añil, toda la casa, de oro. ¡Cuánto sol se me metía por los ojos! Mar adentro de la frente, a donde quiera que voy, aunque haya nubes cerradas, ¡oh cuanto pesa el sol! ¡Oh cuanto me duele, adentro, esa cisterna de sol que viaja conmigo! Yo no conocí en mi infancia sombra, sino resolana. Cada ventana era sol, cada cuarto era ventanas. Los corredores tendían arcos de luz por la c...
Blog donde el poeta César Guerrero Arellano recopila, para leer y consultar en la web, la selección diaria de poesía que el escritor Felipe Garrido distribuye por WA y por FB a una amplia red de personas.