Poemas no mandados
XXVI
a Elena, que una vez escribió “y quisiera
soñar con el amor y sólo veo…”
Amo las migas de pan y las manchas de vino sobre el mantel
los zapatos embarrados
los libros subrayados
las tazas de café a la madrugada
los paraguas goteando en el zaguán
amo la cuenta exagerada del teléfono
la cocina llena de platos sucios
las huellas de manos de niño en paredes y almohadones
las toallas húmedas después del baño
las camas desvencijadas
las cacerolas abolladas
los bordes de la mesa
quemados por cigarrillos
amo los vidrios rotos por una pelota
los escalones gastados
los callos
los overoles grasientos
las rayuelas de tiza sobre la vereda
las moscas revoloteando cerca de la cocina
las enredaderas
el pasto creciendo en los cementerios
amo los hornos de pan
el filo gastado de los cuchillos
las cabezas despeinadas
las bocas despintadas
las camisas a las que les falta un botón
amo ciertos silencios
ciertos sonrojos
ciertas ausencias
amo los juegos de cartas incompletos
los espejos empañados
los cuentos de los abuelos
las mentiras de los abuelos
amo a todos los niños comiendo sandía
a todos los viejos sentados en las bancas de las plazas
a todos los cobradores de luz
a todos los vendedores ambulantes del mundo
amo locamente a los que escriben a escondidas
a los que llevan siempre su botellita en un bolsillo
a los que se deslizan silbando por calles desiertas
a los que charlan frente a un espejo
amo a los que se ríen de su miseria
y amo también a los que se esconden para llorar
amo el olor a ajo
a tostadas
a pasto recién cortado
a tierra mojada
y más aún
a los zenzontles
las jacarandas
las lombrices
los cerdos comiendo bellotas
amo las visitas inesperadas
las grandes ollas de frijoles
los colchones en el suelo
amo el olor a pis de niño
a comida quemada
amo incluso los bastones
las muletas
las sillas de ruedas
los anteojos
los dientes postizos
y amo también
en ciertos casos
ciertas puteadas
ciertas iras
ciertas muertes
amo mis ojos
mis oídos
mi piel
estas manos sobre la máquina
la máquina misma…
XVII
No pretendo la gran felicidad
esa que se viste de blanco y avanza
bajo los acordes de la marcha nupcial de Mendelssohn
la que da la mano a profesores y colegas
en la ceremonia de entrega de diplomas de honor
o la que viaja en yate alrededor del mundo
ni siquiera la felicidad del coche, el traje nuevo
apenas pido volver a sentir
el olor de pasto recién cortado
el sabor del agua
el tacto de tu mano en mi cuerpo.
Elena Jordana (1934-2008)
Poemas no mandados.
Premio Nacional de
Poesía Aguascalientes, 1978
Joaquín Mortiz, México, 1979
2134 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
3-IV-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Reacciones a la selección previa:
Elisa Josefina Hernández Aréchiga: Me encantó cerrar marzo con cuatro mujeres poetas: Blanca Andreu, Kyra Galván, Citlali Guerrero y Yelitza Ruiz. Las acompañaron Sabines y Hugo Gutiérrez Vega, quienes ya han aparecido en este chat. ¡Nuestro 8M poético!
Coyoli Socorro Arce: Hugo Gutiérrez Vega, el poeta embajador, tenía una personalidad arrolladora. Vino a Guadalajara a presentar una obra montada con poemas de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Fue maravillosa esa noche; con su potente y modulada voz, con su extraordinaria actuación, me hizo llorar. Allá por los años setentas.
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