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#2078 - NERVO: El día que me quieras | Via, veritas et vita | La puerta

 

El día que me quieras

El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras...
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras,
tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de Las mil y una noches; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.
El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

Amado Nervo (1870-1919)


Via, veritas et vita

Ver en todas las cosas
de un espíritu incógnito las huellas;
contemplar
sin cesar
en las diáfanas noche misteriosas,
la santa desnudez de las estrellas...
¡Esperar!
¡Esperar!
¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura
y no soñada paz... Sereno y fuerte,
correr esa aventura
sublime y portentosa de la muerte.
Mientras, amarlo todo, y no amar nada,
sonreír cuando hay sol y cuando hay brumas;
cuidar de que en el áspera jornada
no se atrofien las alas, ni oleada
de cieno vil ensucie nuestras plumas.
Alma: tal es la orientación mejor,
tal es el instintivo derrotero
que nos muestra un lucero
interior.
Aunque nada sepamos del destino,
la noche a no temerlo nos convida.
Su alfabeto de luz, claro y divino,
nos dice: “Ven a mí: soy el Camino,
la Verdad y la Vida”.

Amado Nervo (1870-1919)


La puerta

Por esa puerta huyó, diciendo: “¡Nunca!”
Por esa puerta ha de volver un día...
Al cerrar esa puerta, dejó trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.
Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera,
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.
Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos,
y acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de sus ojos.
¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo,
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?
¿Cuándo habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales
y, con su beso ha de llegarme ella,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh, Señor!, ya la pálida está alerta:
¡oh, Señor, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
...¡Por esa puerta ha de volver un día!

Amado Nervo (1870-1919)
Poesías completas
Editora Latino Americana, México, 1957


2078 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 5-II-2023. Selección de Vçtor Balvanera / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA

Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2077 en cuyo espacio conviven las poetas Delmira Agustini, uruguaya, y la poeta y cuentista Josefina Pla, paraguaya. La obra y la persona de Delmira Agustini son intensas y misteriosas. Las nutre la experiencia y el sueño del amor que sólo conoció hasta su matrimonio, al que no sobrevivió mucho tiempo. En su antología, Federico de Onís informa que uno de sus abuelos era francés, y el otro alemán: las abuelas eran argentinas del Rio de la Plata. Delmira fue objeto de una esmerada educación. El pensador y crítico Carlos Vaz Ferreira decía que no sólo le asombraba que escribiese esos poemas, sino que se preguntaba hasta qué punto podía comprender esas fantasías que participan de la luz mortecina del último modernismo. Hay en sus fraseo y ritmo una inconfundible música como venida de otras regiones. La muerte, la otredad habitan esas composiciones suyas que casi parecen hechas para ser llevadas a la música.
El motivo de la ausencia y el desarraigo permea también los poemas de la paraguaya Josefina Plá. Gracias, querido Felipe, por estas noticias bañadas por la luz del sur.

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