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#2083 - LANGAGNE: Amigos que perdimos | Una fotografía | Otra fotografía | Credos

 

Amigos que perdimos

Amigos que ya perdimos decidieron
que la vida debería tener olor a gas butano,
clausuraron las rendijas por donde husmeaba el sol
y tapiaron las ventanas de la próxima mañana.
Otros pusieron en su cuello un collar de esparto,
nudo cegado a mirar un nuevo día.
O sintieron la angustia
en el reflujo del agua que regresa al horizonte.
O en las fórmulas salidas del matriz y el alambique
de vidrio transparente
que oscurece cualquier mueca del futuro.
O hicieron detonar
el espíritu de la pólvora inventada por los chinos
para estallar un paladar que guardaba sin sabor Langaes,
Hubo quienes volvieron hacia atrás
en una encrucijada del camino
sin saber que otro automotor
se dirigía al mismo sitio.
O en un trágico vuelo que los Wright o Lindbergh
no imaginaron nunca,
se perdieron en el medio de la Sierra Madre.

Eduardo Langagne (1952)


Una fotografía

Una fotografía no detiene el tiempo.
Aprehendido el momento los segundos se acumulan,
días y noches hacen amarillentas las impresiones,
desgastan las cosas que aparecen en ellas.
Jarrones quebrados, cortinas luidas,
sillones rasgados por el vital impulso de los gatos-tra
una fotografía no detiene el tiempo.
Fija un instante de la luz.
Mata una por una a las personas que aparecen en ella.

Eduardo Langagne (1952)


Otra fotografía

Por lo que puede verse,
el alma es invisible.

Eduardo Langagne (1952)


Credos

Yo sería agnóstico,
si supiera qué quiere decir.

Eduardo Langagne (1952)
Infinito día.
Universidad Autónoma de Nuevo León.
Monterrey, 2021.

2083 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 11 -II-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA


Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por el envío, este 10 de febrero de 2023, de la entrega 2082 de “Un poema al día”: tres poemas del poeta y prosista Rafael López, nacido en 1875. Formó parte del grupo que hacía la Revista Moderna y fue miembro del Ateneo de la Juventud. Su libro Con los ojos abiertos le ganó la estima de sus coetáneos. Prologó Zozobra, de su amigo Ramón López Velarde. “Poeta de apoteosis y de fiesta plástica, de mármol y de sol”, dijo de él Alfonso Reyes- A su muerte, en 1943, Xavier Villaurrutia ponderó su herencia e invitó a reunir su poesía y su prosa. En 1965, Antonio Acevedo Escobedo publicó sus Prosas transeúntes. Cuarenta años después de su muerte, el hispanista canadiense de origen ruso, Serge I. Zaïtzeff, publicó La Venus de la Alameda con el número 77 de la colección SepSetentas en México. Zaïtzeff, estudioso de Julio Torri, sabía bien lo que hacía al anotar, prologar y escoger los textos de aquel volumen. Estaba al tanto de la importancia de este noble artesano de la palabra en la poesía y en la discusión poética de principios del siglo XX en México. Así lo muestra la correspondencia entre Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña (1907-1914) editada por José Luis Martínez en 1986, donde se puede ver hasta qué punto Rafael López estuvo presente en esos años. La edición de SepSetentas despertó mi entusiasmo. y tuve la fortuna de poderle agradecer a Zaitzfeff su muy estimable trabajo, así como la edición de sus crónicas. La forma en que López rima fue muy apreciada por sus. lectores. Xavier Villaurrutia sugiere que Rafael López pulsó todas las cuerdas de la lira modernista. Los poemas que aquí se transcriben así lo prueban. En 1984, Zaitzeff publicaría su Poesía reunida, La aventura poética de Rafael López juega con la de su amigo Ramón López Velarde una partida parabólica en la que el lenguaje busca renovarse en el espejo de la destreza.

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