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#2142 - SANTOS: Poema

 


Poema

Si yo pudiera pondría una flor
sobre el pecho de tu ternura muerta
y me resignaría.
Si nada más pudiera lavarme el alma
de este dolor con una lágrima;
si pudiera caminar indiferente
por esos sitios que recorrimos juntos
y cuya sola vista me desgarra.
Morir, perderme, destrozarme, huir
donde no estén tus ojos;
adonde el hilo más delgado de tu voz
no exista,
y tu gracia perfecta
no sea más que nube no mirada;
donde tu nombre no se me vuelva angustia
ni tu palabra herida,
y tu sonrisa no me pueble las noches
de estrellas y de lágrimas.

Ninfa Santos (1914-1990)
Rueca
Otoño e invierno
México, 1946

Revistas Literarias Mexicanas Modernas
Rueca III Verano de 1945 / Invierno
de 1951 – 1952
Fondo de Cultura Económica, México, 1984


2142 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
11-IV-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA


Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2141 de este lunes 10 de abril del 2023. Incluye poemas del mexicano y jaliciense Elias Nandino y del cubano Emilio Ballagas a quien el primero dedica en 1948 “Flor nocturna”, aqui transcrito a partir de Veinte años de poesía (1968- 1987), en selección de Alejandro Sandoval para Joaquin Mortiz en 1988. “Flor nocturna” pertenece a esa etapa intermedia de Nandino que va de Espejo de mi muerte, de 1945 y Naufragio de la duda, de 1950, a Nocturna palabra, de 1960.
La fervorosa amistad de Nandino por el poeta cubano se inscribe en el mismo eslabón que pauta la de Carlos Pellicer con el poeta colombiano Germán Pardo García. Es cierto que Nandino no perteneció formalmente al cerrado núcleo de Contemporáneos. Su escritura y tono participan sin embargo de afinidades con la poesía de Xavier Villaurrutia. A su vez, cabe apuntar que si bien Emilio Ballagas no formó parte de la raiz origenista animada por José Lezama Lima, sí participó en la revista Clavileño con Eliseo Diego y Fina García Marruz. El nombre de Ballagas está asociado a la antologia de la poesia negra, saludada entre otros por Octavio Paz y más allá de ella, en el cubano resuenan los armónicos de una sensibilidad romántica reinventada o templada por la vanguardia. El “Poema impaciente” aquí transcrito para dialogar con el de Elías Nandino proviene de su Obra poética editada en La Habana, por Letras Cubanas, en 1984. Soliloquio a dos voces, el juego de espejos invertidos que aquí se contrasta permite abismarse en las paradojas de la vida insomne en busca de una expresión capaz de fervor y amistad amorosa.
Gracias, querido Felipe, por haber traído este Lunes de Pascua a este par de nictálopes, maestros de la poesía hispanoamericana contemporánea. Recuerdo de paso que están por rescatar los interesantes escritos autobiográficos del editor de la revista Estaciones, nido que acogió las primicias de José Emilio Pacheco y de Carlos Monsiváis.
Rosana Romo: Emilio Ballagas escribe: “¿Y si llegaras tarde,/ cuando mi boca tenga/ sabor seco a cenizas,/ a tierras amargas?” Nos habla de esos amores perpetuos con sabor a imposible que esperan un tiempo que tarda en llegar y no llega. De los que se dice que algún día sus bocas sentirán el sabor añejo de las rosas marchitas en un florero seco. Esperan y desesperan y el tiempo corrompe su marcha. Sus ojos secos miran expectantes el horizonte que un día soñaron, fijan el momento en que su secreto amor culmine… En una tarde que quizá llegue demasiado tarde.
Irma Manzco:
Esta es la flor que Elías Nandino describe. Florece una vez al año, de noche. Amanece cerrada y marchita.

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