Representación del monte (I)
Estoy pegado de los codos a un monte. Estoy en vela junto a un cadáver y un hacha, arrancándome hierbajos de los hombros, garrapatas de la entrepierna. Cuando camino, el monte cruje, avanza como un gigantesco tapir en mi espalda. Pero el monte es una palabra que no puedo amputar de mí, porque es el órgano que me sostiene en vilo cuando respiro. Duermo debajo de una palabra. Caserón, estropajo, ombú, me alteran los nervios hasta el punto de romper fonemas. Y tengo pavor del sosiego, de la pausa, porque son los lugares donde se incuban las palabras, donde están como microbios con las fauces abiertas, tal como los alimentos que me tragan diariamente. Veo por medio de las palabras, oigo por ellas, balbuceo por ellas. Son mi hélice y mi granero, vértigos junto a un cadáver y un hacha. Estado de sitio.
Óscar Oliva (1937)
Epílogo
Oye nacer el trueno del derrumbe,
óyelo arrastrarse del otro lado de la palabra,
de aquella que no se ha escrito ni pronunciado,
la que nos duele antes de pensarse,
la que no tendremos jamás.
Oye mi nacimiento en esa palabra,
óyeme sin piel tratando de hablar,
golpeando los dientes desde adentro,
abriendo las quijadas con un palo
para caer de cabeza con un alarido
a los pies de estas palabras maltratadas.
Tus manos reciben ese nacimiento.
Daremos esa luz que nadie ha dado.
Óscar Oliva (1937)
La realidad cruzada de rayos
Selección y nota de Eduardo Casar
Material de Lectura
Poesía moderna 112
UNAM, México, 2022
1899 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
30-VII-2022. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBAL)
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