El poema infinito
A la memoria de
mi tía Maricela
Escribo poesía sin conocerte,
sin que me conozcas,
y la escribo a solas, aislado,
pero contigo.
Escribo poesía mientras algunos hacen el amor
y otros rompen sus relaciones,
mientras algunos se enamoran y otros se reconcilian,
mientras algunos nacen y otros mueren.
Escribo poesía mientras algunos enferman
y otros sanan,
mientras algunos odian y otros perdonan,
mientras algunos fraguan algún delito
y otros se rinden ante la culpa.
Escribo poesía mientras algunos ríen y otros lloran,
mientras algunos rezan y otros blasfeman,
mientras algunos reciben una gran noticia
y otros sienten que su vida se desmorona.
Escribo poesía sin conocerte,
sin que me conozcas
y la escribo a solas, callado pero contigo.
Escribo poesía mientras las aves cruzan el cielo
y las nubes destellan de luz.
Mientras las manadas atraviesan la tierra
y los árboles coronan sus flores,
mientras los cetáceos surcan los mares
y los barcos rompen las olas.
Escribo poesía mientras se hace la guerra
o se declaran pactos de paz,
mientras el gobierno ríe o el pueblo se levanta,
mientras la vida sopla o la muerte espera.
Escribo poesía porque cada poema vibra con el mundo,
se entrelaza con el tiempo,
pertenece a cada ser que respira
y rememora a quienes ya no viven.
Escribir poesía es un acto de rebeldía,
de confrontación,
de librar primero la batalla consigo mismo
y después declarar la paz con el entorno.
Escribo a solas, aislado y en silencio pero contigo;
porque la poesía es de todos, todos somos poesía,
y cada poema que yo escribo no es mío,
es tuyo, de aquél, del mundo entero.
La vida sigue y el poema se detiene;
el poeta muere y la poesía subsiste.
Escribo poesía sin conocerte,
sin que me conozcas,
y la escribo contigo porque
todos somos el poema, el poema infinito.
J. Moz (1980)
¿Quién?
Infinita y suspendida:
cada noche.
La espera me asedia
entre brumas hoscas
y horas mudas.
Gota a gota:
el tiempo
un oscuro sueño,
un agudo recuerdo.
Y yo espero.
Cae una mano
con el peso del mundo,
con la promesa de nada.
Y yo espero.
A través del aire:
la asfixia.
En la asfixia:
mi mundo.
Y yo espero.
Nadie llega,
salvo un relámpago
de silencio.
J. Moz (1980)
La luz y el estruendo.
Callejón Literario,
México, 2021
2090 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 18 -II-2023. Selección de Felipe Garrido.
Comentarios
Publicar un comentario