Hoy, viernes 18 de noviembre, a las cinco y media de la tarde se transmitirá la ceremonia de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua de don Gabriel Trujillo Muñoz, como correspondiente en Mexicali, con su discurso y mis palabras de bienvenida.
Cedro y caoba
A Ramón Galguera Noverola
Cedro y caoba,
la tarde baja
de garza en garza
y ahonda al río,
ligeramente,
lo que se canta.
Cedro y caoba
viven pareja del paraíso
cuya manzana mi sangre moja.
Al pie del cedro,
húmedo aroma.
Por su paloma
torcaz y cielo, subió una rama
sonoramente dodecaedro.
Franjas tardías
queman el cielo de una caoba.
Aire jilguero, y entre sus brazos,
la tarde toma.
¡Ay tarde sola
que te desgajas
cedro y caoba!
Sin que se quiera,
vuela una garza,
con tal belleza,
que tal semeja que así volara
por vez primera.
Restira el cielo
mantas azules
para la garza que sigue el vuelo.
Tanto su tiempo la tarde extiende,
que en dos azules
uno despide y el otro vuelve.
Azul en sombra
lucero tiene.
Azul en luces
sus luces vence.
Hora del mundo
que el alma toma,
en soledades
cedro y caoba.
Cedro y caoba,
¡pareja sola!
En mi garganta,
collar recuerdos
junta sus perlas para cerrarla.
(Si hay una queja
no hay una lágrima.)
La tarde cae
ya entre un reguero
de estrella-tardes.
De alguna herida
se oye la sangre.
Tengo las manos sobre mi pecho.
Cruza una garza,
y el viento sale.
¿Salió de un cedro?
¿De una caoba?
Viento que rozas:
¿Por qué rosales llenos de espinas
pasaste ahora?
No aspirarte sería
talar el bosque –cedro y caoba–.
Tálamo sólo
–caoba y cedro–
Un rumor de silencio
brota del pecho.
Y un olor de caobas
bajo los cedros
abre noches fluviales
habitadas de luces y de luceros.
Tabasco, 1943.
Noche en el agua
A Francisco Serrano Méndez
Noche en el agua.
Yo te lo dije,
noche en el agua.
Cuatro luceros
clavan el aire,
cuatro luceros.
Por cuatro cielos
la noche vale.
Tiempo y alhaja
se lleva el río,
noche en el agua.
Noche que lleva su enorme cielo;
por lo que tiembla sobre sus senos
brilla en el río
con la caída de algún lucero.
Cayó un lucero.
Toda la noche puse los codos
en barandales iluminados.
Cundió la brisa sus nomeolvides
y el dulce vaho
cimbrea el aire que el viento roba
como sustrae
los colibríes sin una mano.
Noche que sacas
las cuentas claras de tus estrellas
en los papeles que el río cala.
Por los sauzales
pasó la onda que sabe cifras
y se equivoca con las estrellas que surgen tarde.
Con qué mirada
busco a la noche que se me pierde
tras la cosecha
de las estrellas
y a espaldas negras brilla ocultada.
Noche en la orilla de mi presencia
que me diluyes en liquidámbar.
Tiempo que suelta
y luego enlaza.
El aire brilla tiempo y alhaja.
A los rincones de las luciérnagas
la noche baja.
Y hay una mano de rayos X
que entra en mis ojos y se los lleva
para ocultarles otra mirada.
Noche en el agua.
Yo te lo dije:
Noche en el agua.
Carlos Pellicer (1897-1977)
Poesía completa. Tomo I
Edición de Luis Mario Schneider
y Carlos Pellicer López
UNAM, Conaculta, Ediciones
del Equilibrista, México, 1996
2000 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
18-XI-2022. Selección de Felipe Garrido.
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