¿Recuerdas cómo era la lluvia…?
cuando aún no nos besábamos?
Era julio
y el moribundo cielo
se rasgaba.
Nos miramos tras la reja
muchas veces,
antes de que el fruto
se abriera.
Nos subimos al puente del aroma
para probar el naranjo
en nuestra sed,
y no saciaba.
No saciaban los hielos
en el vaso
ni el cántaro de vino
ni la miel.
Nos bebíamos el filo
de la lluvia
en la ropa,
en el paraguas,
y el clamor no cesaba.
Recorrimos las calles,
los planetas,
buscando el vértica
del agua.
No la hallamos.
Intentamos la espuma,
la neblina,
el vidrio de la madrugada,
las fibras del rocío,
la escarcha,
la vibración de la nieve…
Nada.
Ni una gota que calmara
la fiebre.
No hubo otro modo:
cerramos los ojos
y dejamos que el beso
nos llamara.
Ethel Krauze (1954)
Se llama…
Se llama, llama, amor, esta dulzura
que pacífica enciende nuestras sienes
y se vuelve voraz, mientras sostienes
el temblor que revela mi cintura.
Se nombra, lumbre, amor, esta locura
de sabernos heridos y sin bienes,
pero ricos en sendos parabienes
que en el cuerpo y el alma hacen hondura.
Se dice, dicha, amor, a este tormento
que se pasa enlazando tu figura
al follaje febril de mi premurar,
donde apenas te alcanzo y no te tiento.
Se abraza, amor, la brasa eterna, pura,
y no admite razón por argumento.
Ethel Krauze (1954)
También nosotros hablamos de la rosa…
También nosotros hablamos de la rosa,
no de la rosa de los vientos
ni la celeste rosa de la aurora,
sino la rosa que abrimos
con nuestros cuerpos unidos en el agua,
en los pétalos del agua que yacen bocarriba,
bocabajo,
coloreando las ventanas del mundo.
La nuestra es una rosa de agua
y de cuerpos atados en secreto mientras alguien la sueña.
Es la rosa ciega de los ríos sin salida,
la rosa penetrada,
labrada,
imán de la hondanada,
oscurecida por el mosto de amor
con que se riegan los párpados nacientes,
la salada rosa de los labios abiertos
bajo el botón del ombligo.
Asómate ahora a tu jardín,
verás con cuanto ardor te mira.
Ethel Krauze (1954)
Antología general de la poesía mexicana.
Poesía del México actual.
De la segunda mitad del siglo XX
a nuestros días.
Selección, prólogo y notas
de Juan Domingo Argüelles.
Océano, México, 2014.
2100 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 28 -II-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Reacciones a la selección previa:
Bernardo Bátiz: La poesía todo lo abarca, a todas partes nos lleva. Gabilondo Soler describe con sabia picardía personajes de la ciudad: la Patita, regateado con los marchantes del mercado, coqueta y garbosa, soportando al marido, que es un vago pero es el papá de sus patitos. El personaje encarnado en un ave acuática, que se bambolea al caminar, es una mujer del pueblo, auténtica, bonita, deseable. Y el ropavejero descrito como un tlacuache, y el pescado con bombín que corteja a la la negrita Cucurumbé, y el Ratón Vaquero, fanfarrón y alborotador, que no está en la entrega de hoy pero que todos conocemos. Los versos musicales, para ser cantados y recordados con facilidad, una forma poética popular, fácil de retener, juguetona, salpicada de simbolismos. Pasamos de Carmen Alardín al Grillito Cantor, del interior, de los sentimientos altos e íntimos a la ingeniosa descripción de los personajes del barrio.
Adolfo Castañón: Gracias por el envío de la entrega 2099 de 'Un poema al día' con “La suave patria” acompañada por tu nota de presentación, redactada con algo de 'sordo optimismo', para frasearlo con tus letras.
Para releer el texto, resulta saludable recordar Los borradores de 'La suave patria', de José Luis Martínez, escrito en septiembre de 1988 e incluido en la edición de las Obras de 1990, que manejo en su 4ª reimpresión, pp. 47-59. También cabe tener presentes las Glosas a “La suave patria” de Eugenio del Hoyo (1988), el capitulo “La suave patria” del estudioso Guillermo López de Lara, quien en 1973 publicó Hablando de López Velarde. Además, deben tenerse presentes los Manuscritos velardianos, obra colectiva que incluye el facsímil y la transcripción del manuscrito de “La suave patria”, que se encuentra resguardado en el Archivo de la Academia Mexicana de la Lengua y que ésta publicó en 2021 con estudios de Gonzalo Celorio, Vicente Quirarte, Jaime Labastida, Felipe Garrido, Silvia Molina, Javier Garciadiego, Guillermo Sheridan, Adolfo Castañón y Eduardo Lizalde. La discusión de la lección misma del texto sigue abierta, como han señalado, por citar algunos, Fernando Fernández, Víctor Manuel Mendiola, Ernesto Lumbreras, Marco Antonio Campos, José Manuel Cuéllar y Carlos Ulises Mata.
No es fortuito entonces que “los cinco continentes velardeanos”, al decir de Arturo Rivas Sáinz en “La redondez de la creación. Ensayo sobre Ramón López Velarde” (1951), sigan prestando vigencia y actualidad a este poema. Para decirlo con Gabriel Zaid: “en términos literarios 'La suave patria' era volver a Othón y a la gran tradición del paisaje; pero en términos oficiales era una doble legitimación: la búsqueda nacional emprendida por la Revolución se eleva a las alturas del gran arte en los murales poéticos y pictóricos; a su vez, la Revolución consagra a sus grandes artistas: López Velarde, Diego Rivera”. (Tres poetas católicos: Ramón López Velarde, Carlos Pellicer, Manuel Ponce Debolsillo, Penguin, 2021, p. 12.)
Víctor Balvanera: Bravo, bravo. Qué mejor día para recordar “La suave patria”. Se menciona Palacio Nacional. Ojalá llegue a ese destino. Nos haría bien a todos. “La suave patria” es un himno a la reconciliación.
Comentarios
Publicar un comentario