Bellísima
Y si uno de esos ángeles
me estrechara de pronto sobre su corazón,
yo sucumbiría ahogado por su existencia
más poderosa.
Rilke, de nuevo
Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.
Si fuera usted un poco menos bella,
si tuviera un defecto en algún sitio,
un dedo mutilado y evidente,
alguna cosa ríspida en la voz,
una pequeña cicatriz junto a esos labios
de fruta en movimiento,
una peca en el alma,
una mala pincelada imperceptible
en la sonrisa…
yo podría tolerarla.
Pero su cruel belleza es implacable,
bellísima;
no hay una fronda de reposo
para su hiriente luz
de estrella en permanente fuga
y desespera comprender
que aún la mutilación la haría más bella,
como a ciertas estatuas.
Eduardo Lizalde (1929-2022)
Caza mayor / XIX
Silla, no me engañas;
estás ahí,
me espías.
Conoces mis debilidades,
sabes lo que soy,
que pienso, que camino,
pertenezco a un género de bestia
que necesita a ratos
sentarse,
que soy mortal en suma,
estoy tocado,
que los dioses no requieren de sillas.
Silla, tú también cazas,
tú eres también la muerte,
contigo misma me domas
y te parapetas contra mí
como en el circo se hace con caducos leones.
Pero yo lo sé, vigilo, duermo de pie,
bebo en la barra, estoy alerta.
Eduardo Lizalde (1929-2022)
Caza mayor / XXIV
Los tigres mueren
pero las ratas proliferan, bullen y dan flor
(hay cinco por cada hombre, seiscientas mil
por cada tigre).
Pero pronto el mar será de ratas, mar de pelo
y no de agua:
asaltarán todas las torres, Edgar,
una gran turbonada, una ola negra,
el mar en una ola
de viscosas, grasas, enceguecidas,
salvajes, espantosas, persistentes, fuertes ratas
cubrirá todas las playas y serán pasto suyo
las ciudades
–se fraguan, concreto armado, las alucinaciones de Camus–;
las urbes trémulas verán caer ganados, hombres,
trigos, pájaros, libélulas.
Y a distancia, la Tierra será un blanco, bello ovoide,
una madeja de huesos,
como ciertas rosas o esferas de marfil
talladas finamente por los chinos.
Eduardo Lizalde (1929-2022)
Los fulgores del tigre
Lectorum, México, 2019
2103 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 3-III-2023. Selección de Felipe Garrido.
Adolfo Castañón: Gracias por el envío 2102 de este 2 de marzo del 2023. Incluye unos '”Pasos de cristal, albahaca y yerba santa” dedicados a Emilio Fuego e incluidos en el tomo II de la Nueva antología de poetas tabasqueños contemporáneos de Marco Antonio Acosta, publicada en Tabasco en 2006.
Tanto la albahaca como la yerba santa son plantas medicinales que usan los curanderos. A mi mente viene esta asociación pues en la poesia de Eurídice Román de Dios hay elementos que sugieren que en la poesía se puede leer una guía para recobrar la salud interior y la sabiduría. La voz 'albahaca' viene del árabe y la palabra, como la planta, se arraigó en la península ibérica. Creo que la yerba santa o acuyo es una planta americana, tambien medicinal. En cualquier caso, ambas se usan también en la cocina y sirven para sazonar. Para volver a los poemas de Eurídice, la dimensión sensitiva de que son portadoras fosforesce como una libélula en la noche y abre las puertas de la percepción a los mundos del sueño y de la infancia. La lengua fluye como un rio manso entre las sílabas y el aire se alza al compás de la respiración Gracias, Eurídice, gracias. Felipe. Un abrazo.
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