LEJOS
matando muerte en vida has trocado
San Juan de la Cruz
Pronúnciame
antes de la escarcha y del rocío
cuando la bajamar hurta la niebla
que avecina el sisal de la muerte
Salimos de su ojal
de ese doblez
que cela lo que se acalla
el cuerpo es tan sagrado
como el índice que sutura la herida
me preguntas si conozco el cementerio de Praga
y sólo pienso en la noche de sus calles
lejos y cerca de la soledad y lo temible
y asomo la mirada por el ventanal
y aquí también es de noche
también las farolas
traicionaban la penumbra
y engañan la muesca de lo oscuro
y aún del pesar
en su gravedad infinita
lo abierto resuena
en su rastro
lo borrado no importa
lo existente es apresado
por la imagen que se calla
Y no fui al cementerio
no dejé piedras en Guernica
no hay tumba
no hay marca sobre la tierra
que dé cuenta de su paso
sólo la tajadura
este hueco
este inacabable crepitar
de un pan
que aún en la puerta del horno
se nos quema.
Mi cuerpo
es el nombre
por el que no quieres ser nombrado
el que se llevó la creciente a la loma
y deshilvanó lo remoto
en tu párpado enrojecido
cuando su habla en temblor
buscaba la mía para anudarse
sólo se muere
ante la dignidad
de la sepultura
la piel
se lava
y se reza
se devuelve a su borradura
en un sudario que conserva
la caricia que lo hilvanó
luego ceniza
y resguardo la emoción
--irreparable--
cuando juntos
llevamos flores y no piedras
a ese infinito sembradío
y tocamos por un instante
la certeza de otros modos de vivir.
Entender/ No entender
el incendio siseando
y su resonar abismo
árbol adentro
por las venas
El cuerpo es un pájaro
una piedra arrojada
al azul de lo hondo
y su condición es la de pesar
la de hacer sentir la hondura
que cimbra y eleva
para hacer caer
Enramada levante
sutil es el hilo de su tramar
insaciable el cardenal de su paso
y la cisura dejada en su desdén
Quede el caballo roto
Quede la flor en el piso
Quede dibujado el ojo
Y la espada
Y la escalera
Y la maleta de Capa
en la defensa por siempre
del pasar de los días que no llevo
moneda alguna
salvo la Sutra
de mi palabra.
Mariana Bernárdez (1964)
Rumor de niebla
Ediciones Del Lirio / Bonobos
AABA México
Toluca, 2020
2167 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
8-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Imagen vía Pixabay |
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: La entrega 2166 de “Un poema al día” recoge tres textos de Karen Villeda. Los dos primeros, “Mi abuela. Chopin y yo” y “La iglesia de los huesos” están tomados de Visegrado. Microensayos literarios de Hungría, Polonia, República Checa (Almadía, 2018) y el tercero, “Rangún”, de El Lejano Oriente en la poesía mexicana, analecta con notas, prólogo y un glosario de Elsa Cross.
La muestra elegida por la sabia mirada del editor y lector que es Felipe Garrido permite discernir al lector la sutil forma en que la autora de estas composiciones se deja enlazar por los hilos de la tradición, y se mece en las redes de una tradición más vasta en la que, para decirlo con un giro de Irene Vallejo, la 'mancha de la humanidad' cubre con su malla los avatares personales más los osarios y cementerios sembrados por el miedo en el mundo. Gracias. estimada Karen. Gracias querido Felipe. Vayan sendos saludos cordiales en este día que resulta ser un domingo 7.
Armando Olvera: He leído estos poemas de Karen Villeda, joven escritora que ha sido muy galardonada (¡premio Gilberto Owen, premio Elías Nandino, entre otros!) El tercero, sobre los cuerpos de migrantes náufragos en el Mar de Andamán, un área fatídica donde el olvido por el ser humano es constante y revelador. Me gustó mucho la poesía de Karen; buscaré su libro Dodo.
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