Poema de un final
Esa mañana pasé a ver a mi padre al hospital
y lo encontré en su cama observándose
perfectamente en el aseo de la vida sus manos
límpidas sus manos
muy serio me dijo que jamás había robado un céntimo
que no debía estar ahí preso por qué
y en la tarde siguiente pasé otra vez a verlo después de la cátedra
lo encontré pensativo en su cama besé su frente
no sé para qué me trajiste al mar si no puedo
ir allá abajo a ver llegar las olas –me dijo
(todo esto ocurrió porque desde la suave membrana
de su hígado había un ruido de dagas pequeñísimas
que iban y venían socavando hendiendo clavando
ese cuerpo que aún no estaba listo con su morir)
el aroma del vino escapa de la copa
los veloces vencejos se arremolinan en el aire
las corolas se enhiestan para ser besadas por el sol
la belleza nos acomoda los días en el contento
la muerte siempre avanza en contra del deseo
la disolución de los hombres oculta un signo hueco
no vemos sentido en vivir para morir más tarde
algo hay en el descenso que nos aturde y niega
pensando que estaba preso o encerrado
en una cárcel u hotel que al final son lo mismo
mi padre acabó su edad
un mediodía largo de verano
hoy hermanos y yo nos reunimos para celebrar
los días con él disciplinados satisfechos
primero Baltazar e Irma luego Joaquín
y yo y los demás bien limpios y serenos
en esa fila negra de la sucesión
Jorge Humberto Chávez (1959)
Colofón para Laura
Hola
dijiste
el rosario de huesos
puede ser útil para que otros
enfrenten el vacío de alguien
aunque bien sé que lo que importa
es que escribas tu poesía
y no lo que sirva a los demás
no no no
contesté
y te recordé lo que alguien ya había dicho:
la poesía no sirve de nada
si no puede ayudar a la gente
a vivir
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