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#1959 - ROMERO AYALA: "¿Fue tu maestro?"

 

"¿Fue tu maestro?"


Entre las luces amarillas y anaranjadas y el viento de los atardeceres, David daba sus clases de poesía los martes en el Anexo de Filosofía y Letras. El primer día nos entregó un juego de copias con poemas para leer en clase. Comenzó con las “Coplas por la muerte de su padre”, de Jorge Manrique:
Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte,
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando […]
David Huerta comentó que las rimas son significativas, que forman un círculo de sentido: la vida dormida, la muerte despierta; contemplando, callando. ¿Lo ven? Nos hacía volver a ver los poemas, a mirar esos detalles que forman una columna de significados. Cada palabra se volvía a nombrar. El segundo poema fue la “Canción de jinete” de Federico García Lorca. Lo reproduzco completo; es maravilloso, era uno de los favoritos del maestro y, de alguna manera, muchas veces los retratos se van formando a partir de lo que nos rodea:
Córdoba.
Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.
Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!
Córdoba.
Lejana y sola.
David nos preguntó: ¿Por qué creen que en el verso Córdoba está sola si con la línea que sigue forma un octosílabo?… Exacto –nos decía con una sonrisa–, la palabra no tiene compañía porque, al igual que la ciudad se encuentra lejos, vacía, sola. Ese paso de una línea a otra simboliza la soledad que sufren, a un mismo tiempo, el jinete y la ciudad: “Aunque sepa los caminos / yo nunca llegaré a Córdoba.”
Se hacía de noche y al salir de clase uno sentía haber descubierto algo sorprendente. Con David siempre había asombro: una nueva mirada. Y además, David siempre te escuchaba, te ponía atención. Todo él era entrega y generosidad. Uno podía ser transparente porque él lo era.
El lunes 3, cundo me enteré de su fallecimiento no pude sino llorar. Al salir del trabajo fui a su velorio; compré unas flores, me acerqué con timidez
pues no conocía a casi nadie, pero sentí que, con cada uno, David tenía una historia entrañable.
Me encontraba frente a él cuando una señora me preguntó ¿Fue tu maestro? Ciertas palabras detonan las emociones y cuando dije que sí me solté a llorar y sólo pude abrazarla. “También fue mi maestro, en Casa de Lago –me dijo–; yo tenía catorce años, ahora tengo cincuenta y cuatro.
Hoy, martes, regresé al velorio con Cinthya, mi amiga del alma. Juntos cursamos las clases de David, y recordamos con especial afecto las sesiones sobre Gorostiza. Yo llevaba un libro del maestro, La calle blanca, y pregunté: ¿qué nos diría Huerta? Abrimos el libro en el siguiente poema:
Desde el sueño del agua las imágenes
del vaso que miraba Gorostiza
llegan hasta los nombres y las sílabas.
No del lenguaje, sí del mundo ávido,
son los órganos tenues del poema.
Él quiso nada más la claridad
de observar a través de la ventana
del poema los seres y las cosas.
El cosmos minucioso resonó
en el vaso febril de la conciencia
y levantó la pluma, abrió los ojos
y los cerró de nuevo. ¿Escribiría?
El poema llego. Él, resignado,
lo recibió en el vaso transparente
de su prosodia espléndida. Las frases
fueron tejiendo el alto cuerpo, el fúnebre
edificio de ideas y metáforas.
Gorostiza murió. De su poema
recogemos la pálida ceniza
que en los ojos lectores se transforma
en esplendor, en luz, en llamarada.

Johann Rodrigo Romero Ayala (1996)


Johann no ha publicado todavía este texto. Johann es uno de mis alumnos en el taller de escritura que semanalmente imparto en el Centro de enseñanza para Extranjeros, de la UNAM. Estos párrafos son los que leyó en ese espacio ayer, 5 de octubre de 2022.

1959 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
6-X-2022. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBAL)

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