Trenes para habitar la ciudad
2ª de dos partes: VI a X
VI
La estación se encuentra quieta,
los ciudadanos ya duermen,
se han curado el desvelo,
han cumplido la voluntad de los finados,
y el dolor ya no los toca.
Corre el rumor de que los habitantes no quieren
abordar el tren
o cruzar un puente,
temen que desaparezca el descanso
como una señal de desobediencia.
Pero no es su caso,
algo viaja con ellos:
la infancia,
el mañana,
un amor.
VII
En el patio de la estación
mi padre enterró mi ombligo al nacer,
lo escondió bajo la oscura tierra
de una ciudad sostenida por paredes de adobe.
No sé con qué propósito:
¿evitar que emigre?
Siempre que abordo un tren
mi ánimo viaja lejos,
pero vuelvo a descender aquí
para mirar la fosa de mi germen.
VIII
Sé de las tempestades de cruzar un puente,
aún así
camino con incertidumbres,
abordo un tren,
vuelvo a los vagones
para partir a otra ciudad.
Nunca he sabido de algún sitio,
siempre me han habitado diferentes mapas,
siempre me da por huir.
Estoy en una ciudad que ha clausurado sus trenes;
me duele la estación hecha polvo,
volver a maldecir bocas,
correr lágrimas espesas,
desperdicio del agua que vive dentro.
IX
Conservamos el germen del insomnio;
los habitantes se niegan a dormir:
aquí la siesta es una penitencia.
Durante las horas de vigilia
hacen peticiones inverosímiles,
encienden veladoras y piden
porque los trenes atraviesen los puentes,
para conservar la tradición del matrimonio
y el destino de los hijos descarriados.
La abuela dice que el mal dormir
es una ofrenda
para mantener despierta a la ciudad.
Yo le creo,
pero no enciendo velas,
no rezo por nadie:
algún día sabré qué hacer con tanta noche.
X
Hay días en los que imagino
una ciudad sin vías,
silencio de piel al tacto,
sordidez de una oración,
un duelo desesperado contra la nada.
Sin los trenes estaríamos entumidos,
ligados a una muerte descalza;
conoceríamos el tedio de las ciudades que a falta de ellos
permanecen sitiadas,
incautas al mínimo pestañeo,
postal suicida de un terreno de alacranes.
Sin embargo, nosotros,
en esta homónima ciudad,
¿Ixtepec o Las Cruces?
(a diario cambia de nombre),
no padecemos ese infortunio.
Aquí tenemos
trenes para habitar la ciudad,
pesadumbre que se mueve
sobre los rieles, venturosa.
Yelitza Ruiz (1986)
(2012) XV premios de poesía
María Luisa Ocampo 1999-2013
Instituto Guerrerense de Cultura
Compilación y Prólogo de Luis Armenta Malpica
Mantis Editores, Guadalajara, 2015.
2131 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
31-III-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Gracias por el envío de la entrega 2130, este 30 de marzo del 2023, de “Un poema al día”. Se recoge aquí la “1ª de dos partes: I a V” del poema --voz capciosa que abarca la narración y el canto, el guion cinematográfico y el diario, el soliloquio y el diagnóstico de la vida en la ciudad y en el campo—“Trenes para habitar la ciudad” de la poeta, ensayista y critica Yelitza Ruiz, nacida en Iguala, Guerrero, el 26 de diciembre de 1986. Hibrida de Capricornio y Tigre, en los horóscopos tradicional y chino, la poeta lleva en su poderoso, terso aliento la eficacia del felino y la intrepidez de los astados característica del décimo signo del zodiaco.
En sus versos se podrían reconocer ecos lejanos --como la sirena de un tren—de “El guardagujas”, de Juan José Arreola, a quien ha dedicado un libro, o retazos de la poesía insumisa de Pablo Neruda y acaso algún otro armónico ferrocarrilero como de José Trigo de Fernando del Paso.
Yelitza --en náhuatl, “Puerta del Cielo”—fue ganadora, en 2012, del decimocuarto Premio de Poesía María Luisa Ocampo, organizado por el Instituto Guerrerense de Cultura, y como tal fue incluida por Luis Armenta Malpica en XV Premios de Poesía María Luisa Ocampo, 1999-2013, volumen editado por Mantis Editores en 2015, en Guadalajara.
La sagaz escritura de Yelitza hace honor a la memoria de la dramaturga guerrerense María Luisa Ocampo (1899-1974), quien es una de las fundadoras del teatro moderno en México, y una de las más activas promotoras –en su teatro, sus novelas, su actividad como funcionaria en la SEP-- de los derechos de la mujer –incluido el de votar-- y una figura clave en la organización de las bibliotecas de México. Pienso que la legendaria dramaturga mexicana encontraría motivos y posiciones comunes en la plástica escritura de Yelitza Ruiz.
Gracias querido Felipe por traer esta presencia vivaz de Yelitza Ruiz a las últimas, fugitivas horas de marzo. Gracias desde luego a Yelitza por sus letras, así como a Luis Armenta Malpica y a Mantis Editores, de Guadalajara, por su tarea.
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