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#1983 - FLORES: Figuras a contraluz | Canciones para Drusila | Figuras contra la luz | La casa | Regreso a Perugia

 

Figuras a contraluz

Transfigurada
Venías sobre la noche,
transfigurada en sauce
o en lamento,
pintando de cal negra las paredes.
Con ese filo azul de los cuchillos
degollabas fantasmas,
hundías la desventura de tu reino
en los ojos de infantas dormidas.
Has olvidado todo,
y yo te sigo viendo amarrada del cuello
a un alfiler,
visitando los fardos del corredor vacío.


Canciones para Drusila


Abres, Drusila, los ojos
y el delfín que navega en tus pupilas
reconoce en un salto los rosales.
Al verdor has vuelto niña.
Joven cantil, es tu rastro la llama
para incendiar la seda,
origami tu paso que persigue
el verde garabato del cocuyo.
Niña volátil que el papalote envidia,
cierras los ojos:
ronroneo imperceptible que me evoca
la imagen de la niña que no tengo.

Figuras contra la luz

1. He sido la sombra del relámpago
tú el consorte.
Hemos sido,
en el vértigo de la carne conferida
a cuentagotas,
figuras perdedizas recostadas contra la luz.
2. Nada fluye.
Ni un insecto desmantela el cuenco desnudo de la tarde.
Entre piedras la sangre es incienso,
el rescoldo, amor.
Miramos los residuos del día
bajo la luz de sitios donde nunca habremos de mirar.
Allí, los tiestos de violetas,
el sonido de un mar siempre de vuelta,
las manos en la luz.
3. Obstruimos los postigos a la calle.
Papel de cera, la cerradura y su ojo.
Para esconder la claridad
bebí la flama que guardas en tus dedos
como crisol de estaño
–lentejuelas mi cuerpo,
jícara que derrama
la azul fosforescencia de tu boca.
4. En la ciénega del día,
en el lodo de todas las recámaras.
¿No alcanzas a ver el perfil luminoso del agua?
Elegiste lo obscuro.
Se alarga la penumbra en mi lomo
de perra suplicante.
5. Oigo tu voz,
ronco maullido,
gato alrevesado contra la noche sola.
No ves los cangrejos que estremecen mi insomnio,
ni cuántos niños muertos afilan en mi pecho
sus colmillos de leche.
En las horas del sueño,
infinitos los surcos
que en uñas de tu voz abren mis tímpanos.
6. Eres el holograma de la noche,
mezquina habitación de sanguijuelas
contra tu propia sangre.
Qué rara disposición la de tu cuerpo en despedida,
catalejo vuelto contra sí,
almena donde buscan mi rastro las ballestas.
7. Un peso abrumador esta casa de sombras;
su densidad desarbola el paisaje.
Sin gobierno,
sumida en la violencia espiral de los adioses,
es un gusano ciego,
un búcaro de sangre putrefacta.
Todo en mi casa es Babel.
Magma sobre piedras en dislocado encuentro.
8. El consorte de la sombra
es la otra sombra.


La casa


Paciente viuda negra en la red
que atesora el error del trapecista.
Sitio de los espejos cóncavos.
No deja que te marches.
Cuando logras escapar de la urna de vidrio
ya impregnó en tus pulmones un rumor de aguacero
y en tus ojos
ese reflejo azul de los que mueren
sin volver al mar.
La casa no tiene paradero
ni llaves
ni postigos.
Es un ángel de la guarda
con colmillos de lobo.

Regreso a Perugia


Ahora comprendo por qué me lanzáis llamas tan obscuras, como si quisierais
agolpar todo vuestro poder en una sola mirada.
Rückert Mahler, Kindertotenlieder

Como quien regresa de penosa travesía, he vuelto al sitio que escogiste para usurpar también mi muerte. Y aquí, donde la soprano recreó las notas doloridas, las estatuas infantiles que escoltan tu presencia ominosa parecen celebrar la involuntaria rendición del tiempo, la ausencia de palomas.
Sabías lo inútil del periplo, la transitoria luz de otras ciudades. He olvidado ya todos sus nombres y la azul displicencia de sus jóvenes.
Hay falsa luz en el paisaje del ciego.
Agua que duerme, la opacidad de tus formas. Me has seguido, incansable, en el alma del cielo y tus manos de niño se filtraron en todos mis espejos.
Hubiera querido morir en otro lado, donde perdí el zureo de las aves blancas. He vuelto a ti, anudado del tiempo, y la sombra de tus ojos de piedra me ancla, irremediable, en este cementerio sin palomas.

Malva Flores (1961)
Poesía joven. Veinticinco años
de un premio literario.
Selección, nota introductoria y prólogo de
Eduardo Langagne y Juan Domingo Argüelles
Premio Nacional de Poesía Joven de México 1991.


1983 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
31-X-2022. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBA).

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