Epitafios
1
De un puente
Fui el arco de triunfo
de un agua clara con sonido.
2
De una florecilla del campo
No fui sino una gota
de pintura amarilla entre la yerba
que no me dejó levantar cabeza.
3
De una rosa
Peregrino,
detente ante la inmortalidad.
La rosa vive sin término
en las hojas del rosal
o en las hojas del poeta.
4
De la tarde
Acosté al sol dormilón,
levanté a la estrella con túnica
de jacintos y esmeraldas.
5
De un cirio
Me consumí
de tanto llorar
en este valle de lágrimas.
Consolación por el burro muerto
No era la leña ni el carbón ni una carga de rosas;
era la muerte sobre su espalda sola.
Venía por el camino bebiéndose la luna,
por sus ojos pasaba una alameda oscura.
¡Era la carga última!
El burro se murió, me lo dijeron ellos:
los niños, los suspiros y los besos.
Trajeron el alcohol, corrieron por el médico:
el corazón soñaba, dijeron que había muerto.
Dormido en yerba seca, dejádmelo en la yerba
sin epitafio vano ni entierro de primera.
Que los pájaros verdes que trepaban su cuello
lo miren tan dormido, que lo sigan durmiendo.
Que el sol seque su carne y que la azote el viento;
ramas tronchadas –los deshabitados huesos–
de un árbol blanco y viejo.
Y que nadie pregunte si murió de vejez o de pena,
ni reciban coronas, ni repartan esquelas.
Basta para morir una cruz y una estrella.
Por el burrito blando de las Nueve Posadas,
por el burrito negro del Domingo de Palmas,
que los arrieros vayan a ensillar una estrella.
¡Dejádmelo que muera!
¡Ay, cómo nos pesa el misterio a las espaldas!
¡Somos leña de muerte y con la vida a cargas!
Nos reclama la tierra.
¡Dejádmelo que muera!
Y atemos sólo un llanto pequeño a sus orejas:
del polvo muerto nacerá la primavera.
Joaquín Antonio Peñalosa (1922-1999)
Cantar de las cosas leves. Antología.
Prólogo y selección de Hugo Gutiérrez Vega
FCE, México, 1999.
1995 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
12-XI-2022. Selección de Felipe Garrido.
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