Yo no sé qué tiene el mar
que se ha vuelto tan callado
desde el último crepúsculo
lunar. . .
Novilunio de marfil
se ha escapado de las nubes
por mirarse en el cantil.
Los romances de la noche
abren ala en el palmar,
y dice el viento nocturno:
“Yo no sé qué tiene el mar.”
A veces una guitarra
que desgarra
una canción española,
lamenta el silencio humano
y la quietud del océano
que no emerge ni una ola.
Mi vecina está de luto.
Y hasta esa nota discuto,
pues la oigo suspirar.
Yo creo que está de luto
por la tristeza del mar.
Por la tristeza del mar!...
que se ha vuelto tan callado
desde el último crepúsculo
lunar…
Vacaciones
Días azules
en mi pueblo de tejados
como libros abandonados.
Días azules
con sus tardes moradas
a través de palmeras danzarinas
y nubes imperiales.
Días azules
con noches negras fascinadas
por los ritmos pentagonales
de las estrellas.
Días azules
arreglados por la mujer amada
que escogía mis joyas
en sus miradas.
Días pintados
con los vestidos de ella.
Días medidos
con la cintura de la primavera.
Y nada de nocturnos olvidados
en relojes de antigua belleza.
Estos son los días sobrenaturales
en los que el suceso de la aurora
maravilla mis ojos medioevales.
Éstas las dulces horas
que Dios me regala como juguetes de navidad,
a cambio de semanas impostoras.
Días azules
como horas
submarinas
plateadas y doradas de repente
por acuáticas serpentinas.
Horas salvadas
como pedrerías en un naufragio.
Ensartadas en el hilo de la eternidad.
Mi corazón es tu alabanza,
palmera de mis días azules,
mujer fiel, como las playas
y los brazos eternos de las cruces.
1922
Oda al sol de París
Acércate, no te voy a hacer nada.
Te atemoriza mi voz de agua nueva y el ruido
de mis pies sobre las casas.
Mira el retrato de tus hermanos de América,
populares como los toreros y los pelotaris,
ágiles y jóvenes.
El “buen gusto” te arrumba neurálgico;
quítate esas nubes o lávalas.
¿De qué estás nostálgico
si nunca has visto nada?
Sal desos barrios folletinescos y alójate
en ese hotel para aviadores de la Torre Eiffel.
Hazte poner los dientes y retrátate
chez Henri Manuel.
Has dejado en ridículo a los vidrieros góticos;
nace otra vez y ensaya a brillar.
Por ti hay todavía negocios cloróticos
y personas que no saben llorar.
Dice la T.S.F.:
México: “El Sol fue apedreado ayer por unos muchachos
al salir de una escuela. –Bluefields, Nicaragua, 88
marinos yanquis han muerto de insolación–. Buenos Aires.
El Sol ha salido de las banderas argentinas
rumbo al Polo Sur.”
Sol parisiense,
Sol bibliotecario y sacristán,
ve a jugar a la América
en los muros astronómicos de Uxmal.
Frótate entre los helechos de Palenque;
ruédate desde la pirámide solar
que los toltecas finos y civilizados
levantaron en Chichén y Teotihuacán.
(Artistas y ordenadores de Tiempo
cincelan una piedra colosal.
Los ceramistas silenciosos desnudan sobre los vasos
la flor aérea recta de divinidad.
Y el rey aseado y magnífico
levanta auroras desde su jardín en espiral.)
Sol parisiense, mi corazón es calle triste
por el mundo rutinario;
los fonógrafos repiten lo que oyeron
y los héroes aún van a caballo.
Eres el párvulo del limbo:
tu hastío no pasa de tu globo y tu aro.
Es preferible que nunca sepas
lo que desde el principio está pasando.
La risa es buena como la fruta robada
y estoy contento porque ya lo sé todo.
Las respuestas van desnudas por las preguntas asesinadas,
el aire tiene cifras y el mar no es ancho ni hondo.
Sol parisiense, sol de chimenea,
sigue en tus ceros a la izquierda del uno,
juega en tus sombras húmedas mientras mis labios crean
las palabras iguales para salir del mundo.
París, julio 1926
Carlos Pellicer (1897-1977)
Poesía completa. Tomo I
Edición de Luis Mario Schneider
y Carlos Pellicer López
UNAM, Conaculta, Ediciones
del Equilibrista, México, 1996
2001 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
19-XI-2022. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBA).
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