¡Qué lejos está la Sierra!
mi Sierra de Guadarrama!
Pinos cubiertos de nieve
hasta las copas. Y heladas
las cumbres bajo rosados
ponientes, tirando al malva;
de recios amaneceres
de neblinas enlazadas.
Por sus vertientes yo era
patinadora en mi infancia.
Con mi traje de colores,
mis skis y mi bufanda,
con mis guantes de manopla,
sentía mi alma tan blanca…
que se me iba confundiendo
con la nieve que pisaba.
A carreras, con las brisas
de aquellos montes jugaba.
¡Qué graciosos pinos verdes!
Los veía y los soñaba
como en Navidad, colgados
de presentes y de escarcha.
Yo decoraba el paisaje
Poniendo cosas fantásticas.
Y a los nidos que, vacíos,
en las ramas se ocultaban,
trepadora por los troncos
en silencio me acercaba
por si alguna pajarita
de las nieves encontraba.
¡Volveré a verte algún día,
mi sierra de Guadarrama!
Conmigo irán unos ojos
nuevos, de clara mirada
y unos tiernos piececitos
que mi existencia engendrara…
–¡Mi niña, patinadora,
Paloma y Ángel, sin alas,
graciosa como tus pinos,
de cabellera dorada!–
[Poemas. Sombras y sueños.]
No vengas
No vengas, Muerte, todavía,
que aún tengo que tejer la larga escala
que ha de subirme allá donde deseo,
debo cumplir mi kharma,
hacer, hacer, hacer las cosas que aquí debo.
Porque tengo una deuda
para conmigo misma.
Vine para algo más que pasar como sombra.
Dentro de mí una luz quiere salir afuera.
No vengas todavía, dale tiempo a mi tiempo.
[Entre el soñar y el vivir.]
Concha Méndez (1898-1986)
Poetas del exilio español.
Una antología.
Editores
James Valender y
Gabriel Rojo Leyva.
El Colegio de México, México, 2006.
2010 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
28-XI-2027. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBA).
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