Las cuatrocientas voces
pecho blanco y larga cola, en una rama del manzano que da a tu
ventana: empezaba a cantar.
Entonces, veía en tus ojos aquél que fuiste, el que andaba en el
campo buscando agua, el que bailaba tap, jugaba tenis, leía tres o
cuatro libros por semana, se apasionaba por los toros, sabía de
memoria a García Lorca. Eras aquél que llegaba del trabajo buscando
las risas de las niñas que jugaban en el jardín.
Te soñé diciendo palabras que olvidaste: martini, raqueta,
martillo, domingo, hotcakes…
El ave era un cenzontle que cantaba con distintas voces. Cada
una te devolvía un recuerdo: aquel niño rebelde que fuiste en el patio
de la escuela, por la casa abarrotada de niños llorando; el joven que
odiaba a los maristas, que jugaba con las matemáticas, aquél que amó
a varias mujeres… De pronto eras tú diciendo: “Voy al club”.
Abrí los ojos para despedirte. Otros trinos habían estallado.
Silvia Molina
2012 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
30-XI-2027. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos (INBA).
Comentarios
Publicar un comentario