La Natividad
Ésta es tu patria, hijo mío,
un establo donde tu madre
ya duerme
de regreso a nuestra especie:
hasta ahora
ella era un animal mítico: el vientre
avanzado
y habitado
por Ti, entonces voraz nonato,
que le consumías hasta los huesos.
Soy un hombre añoso, he visto
de todo. Sin embargo,
me sobrecoge mirarte, mi recién nacido:
a pesar de las madres
todo niño está abandonado
sobre la vastedad de una tierra callada.
Tu madre,
muchacha todavía sorprendida
por Ti, no cantó
una canción de cuna. Mirándote
sólo murmuró inacabablemente:
es espantoso esperar de Él
lo que esperan,
José Watanabe (1946-2007)
El devoto
En este profundo depósito
de catedral, hieráticos
como una triste cuadrilla de obreros de yeso
los santos esperan al restaurador.
En un altar y otro
fueron deteriorándose, atacados por las moscas,
las polillas y los abusos
de la fe.
Aquí ya no son San Francisco, San Valentín, San Judas,
cualquiera es cualquiera, bultos
humanos, desfigurados y sin nombre, esperando
al viejo restaurador
que murió hace tiempo.
Estos anónimos
que fueron rezados, celebrados, contemplados
con infinita devoción
son ahora mis santos. Aquí soy el único fiel y el prelado.
Ante ellos me arrodillo
Y rezo con más solidaridad que fe.
José Watanabe (1945-2007)
Poesía completa.
Prólogo de Darío Jaramillo
Pretextos, Valencia, 2008.
2036 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.24-XII-2022. Selección de Chari Akal y Fran / Felipe Garrido.
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