Los Reyes Magos
¡Que ilusión, esta noche, la de los niños, Platero! No era posible acostarlos. Al fin, el sueño los fue rindiendo: a uno, en una butaca; a otro, en el suelo al arrimo de la chimenea; a Blanca, en una silla baja; a Pepe, en el poyo de la ventana, la cabeza sobre los clavos de la puerta, no fueran a pasar los Reyes…
Y ahora, en el fondo de esta afuera de la vida, se siente como un gran corazón pleno y sano, el sueño de todos, vivo y mágico.
Antes de la cena, subí con todos. ¡Qué alboroto por la escalera, tan medrosa para ellos otras noches!
—A mí no me da miedo de la montera, Pepe; ¿y a ti?, decía Blanca, cogida muy fuerte de mi mano. Y pusimos en el balcón, entre las cidras, los zapatos de todos. Ahora, Platero, vamos a vestirnos Montemayor, Tita, María Teresa, Polilla, Perico, tú y yo, con sábanas y colchas y sombreros antiguos. Y a las doce pasaremos ante la ventana de los niños en cortejo de disfraces y de luces, tocando almireces, trompetas y el caracol que está en el último cuarto.
Tú irás delante conmigo, que seré Gaspar y llevaré unas barbas blancas de estopa, y llevarás, como un delantal, la bandera de Colombia, que he traído de casa de mi tío, el cónsul… Los niños, despertados de pronto, con el sueño colgado aún, en jirones, de los ojos asombrados, se asomarán en camisa a los cristales, temblorosos y maravillados.
Después, seguiremos en su sueño toda la madrugada, y mañana, cuando, ya tarde, los deslumbre el cielo azul por los postigos, subirán, a medio vestir, al balcón, y serán dueños de todo el tesoro.
El año pasado nos reímos mucho. ¡Ya verás cómo nos vamos a divertir esta noche, Platero, camellito mío!
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
Platero y yo-300 poemas (1903-1953)
Capítulo 122.
Porrúa, México, Sepan cuantos… Núm. 66-
Reyes
Para María Esther Hernández Palacios
Tía Esther, te lo juro, yo no fui. Ni Sonia. Ni Mariana. Menos Ulises, Salma, Elisa, Iñaki, que ni estaban. Ese Rey Mago tiene rota la corona. Más bien es como si no tuviera corona, como si nunca la hubiera tenido, porque no encontramos ni un pedazo. Sólo el manto le cubre la cabeza. Catorce piezas de tierra. Como nos dijiste. Y luego las pusimos en un comal de barro. El ángel atrás, en una cajetilla de cigarros, para que se asome por arriba. San José y la Virgen en medio, con el niño frente a ellos. El buey de un lado y del otro el burro y el gallo. Los dos pastores con sus borregos como si estuvieran llegando, del lado del buey, y enfrente los dos reyes con corona. Al otro lo dejamos fuera del comal; ni rey parecía. Luego nos fuimos a la piñata, todos. Te juro que nadie entró. Y ahora míralo, allí, al lado del Niño. “Tú que vienes sin corona, tú estate aquí conmigo” –así dicen que se oyó.
Felipe Garrido (1942)
Mentiras transparentes.
Laberinto, México, 2022.
2047 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.4-I-2023. Selección de Leonor Garrido / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Imagen vía iStock |
Adolfo Castañón: Querido Felipe- Gracias por el envío 2046 de Un poema al día. El poeta, recitador, compositor de canciones, escritor, letrista Héctor Gagliardi es, según Mister Google y las Señoras Redes, uno de los autores más vendidos en los territorios australes. Las ventas de sus obras rebasan los cientos de miles de ejemplares y en algún caso pasan del millón y medio. Fue autor de letras de tango y de canciones en lunfardo.
Las composiciones incluidas son 'Poema a la madre” y “Poema del padre”. En ellas el pacto literario entre oralidad y escritura se inclina fatalmente hacia la primera.
El asunto sujeto en ambas es la educación y la infancia. El instrumento es un habla familiar que va midiendo y recreando los datos de la experiencia formativa con llaneza y ética, voluntad de auto-crítica y reconciliación. De hecho, es este regreso a las escenas originarias lo que presta a las composiciones su frescura y encanto en la medida en que, de un lado se trata y retrata la cárcel de la sangre y de la herencia municipales y, del otro, se da un regreso caritativo hacia ese pasado remoto para redimirlo desde la balance del presente.. Es conocido el lema de Víctor Hugo acerca de “El arte de ser abuelo”. Aquí lo que está en juego en el tablero de los poemas es el oficio de piedad y de compasión para entender al padre y a la madre. Los 'cubiertos' que sirven para despachar esos alimentos terrenales son una prosodia familiar y una elocuencia popular diseñada para ganar la simpatía de los oyentes, sazonadas por el condimento humorístico del habla popular. No sé si en otros países de la llamada “patria grande”. cabria encontrar unas formas tan delicadas de auto-conocimiento familiar como las que expone aquí Héctor Gagliardi. Aconsejaría al lector . que se asomara a You Tube para escuchar en persona al recitador y cernir y ceñir mejor esta redacción siempre admirativa. Gracias, querido Felipe. Saludos a la memoria de Héctor Gagliardi
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