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#2051 - NAVAGÓMEZ: Abuela crecimiento | Tatei Nakawué | Tatei Matinieri

 

Abuela crecimiento

Ne turi
mis niños
la abuela Nakawé
la más vieja
la creadora del mundo
desde abajo del suelo
empuja las raíces.
Empuja porque broten
el árbol y la milpa
que habrá de regalarnos.
Nakawé
viejecita
abuela crecimiento
empuja más y más.
Nakawé infatigable
añosa y encorvada
por cargar en le espalda nuestros días.
¿No piensas descansar?
Nakawé
Nakawué
bisabuela del mundo
apóyate en bastones
a pasitos camina
acércate a tus hijos
acércate a tus hijos
que a visitarte vienen.
Ríe con la blancura
que en tus canas se vierte.
Desdentada la boca
arrugados los labios
ríe ríe
que tu risa es un pájaro
empeñado en volar.
Sagrada bisabuela
la del cuerpo reseco
y las manos soleadas
han venido a mirarte
los niños chuparrosa.
Desdentada la boca
ríe ríe
Nakawué
Nakawué,


Queta Navagómez (1954)



Tatei Nakawué

Tiene sed nuestra abuela
nuestra madre quiere agua
quiere ofrendas en jícaras
de chaquira azules.
Denle agua mis niños,
en la celeste jícara
que nuestra fe adornó.
Gran oreja significa tu nombre.
Largas orejas tiene Nakawué.
Enormes las orejas
para escuchar los ruegos
de los niños.
Nakawué
Nakawué
la amada bisabuela
la creadora del mundo
siempre estará al pendiente
siempre habrá de escucharlos
pajarillos en flor.

Queta Navagómez (1954)


Tatei Matinieri

Ne turi
mis niñitos
en Tatei Matinieri
tienen su casa nuestras madres agua.
Madres agua del este y el oeste
aquellas que están viendo para acá.
Para acá
donde está nuestra casa
para acá
donde está nuestra angustia
nuestra milpa y la sed.
Víboras y tortugas
tienen de mensajeras.
Se presentan
lamen piedras
tocan aires
ven arroyos
dicen a nuestras madres
si ya debe llover.
En Tatei Matinieri
en Tatei Matinieri
a medio manantial tienen su casa
circundada por aguas transparentes.
En el fondo
brillan piedras de color.
¡Vean pequeños pájaros
colibríes chiquitos
las piedras de colores!
Cuarzos anaranjados
verdes jades
moradas amatistas
jaspes rojos
como las piedras tébali
en que han de convertirse
las almas de hombres sabios.
¡Vean pequeños pájaros
colibríes chiquitos
las piedras de colores!

Queta Navagómez (1954)
Canto para desplegar las alas.
Primer lugar en el Concurso Nacional
Bienal de Poesía “Alí Chumacero”
2003-2004. En este certamen el libro
fue premiado con el título Canto para
desplegar las alas de los niños pájaro.
Tintanueva Ediciones, México, 2006.

FG: De Canto para desplegar las alas, de Queta Navagómez, publiqué una primera parte el 14 de noviembre de 2022, en la entrega 1997. Ahí debí haber publicado la siguiente nota, que Queta anotó en el ejemplar de su libro que me regaló:
Este poemario está basado en la ceremonia de El elote y la calabaza. Los huicholes o wirrarika consideran muy importantes sus ceremonias rituales. Todos los años viajan a pie, desde donde estén, hasta Wirikuta, el lugar sagrado, el sitio donde nació el Sol. Allí toman peyote para tener contacto con sus dioses.
Deben dejar en los niños estos conocimientos. Es obligación de los padres hacer que sus hijos asistan durante cinco años a esta ceremonia de El elote y la calabaza, o ceremonia del tambor y la calabaza. En esta ceremonia, por medio de estos cantos que se repiten cinco veces, les enseñan a los niños las historias de sus dioses, dónde están los caminos que llevan a Wirikuta, cómo entregar las ofrendas. Los niños repiten los cantos sagrados cinco veces, año tras año, hasta que esas historias quedan en su memoria. Año con año los niños, que llevan sonajas, cantan en su viaje a Wirikuta y mantienen vivos sus ritos.
Cada cincuenta y cinco días llegarán las próximas entregas de Canto para desplegar las alas, hasta completar las siete que hacen falta para publicarlo completo.


2051 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.9-I-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA


Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por el el envío 2050, este 7 de enero del 2023. Ha sido un mes frio. En los dos poemas enviados, de Miguel Hernández y Georgina Herrera, están presentes el mes de enero, la intemperie. la pobreza, la guerra, el fuego del lenguaje.
El de la autora cubana Georgina Herrera, muerta apenas en 2021 y nacida en 1936 se advierte la experiencia de la guerra que marcó su imaginación infantil formada a la luz de la tradición que envuelve la leyenda de los Reyes Magos. El titulo no deja de tener un cierto humor negro “Sobreviviente del desastre nucleare escribe carta a los Reyes Magos”. La poeta es vegetariana pero necesita un caracol para comunicarse. La soledad del que va a morir o es ''un sobreviviente del desastre nuclear' resuena en la necesidad que tiene de aliviar su aislamiento con fuego y compañía. Acepta que “Hay tanto frio y tanta soledad / para contar historias / que nadie va escucharme”. La desnudez y parquedad de su palabra suscita la solidaridad y simpatía del lector. que fantasea de inmediato con la idea de transformarse en Rey Mago para ir a visitarla.
El frio recorre “Mis abarcas vacías”, del poeta español Miguel Hernández, que Jorge Guillén consideraba ''el mejor poeta de su generación” en carta a Pedro Salinas del 26 de noviembre de 1942. Y el 12 de diciembre de ese año: “¡Pobre Miguel Hernández! ¿Por qué había de morir ese muchacho noblote y generoso en una cárcel, cruelmente ayudado a morir, por no decir asesinado, por sus prójimos?'' Hernández se ganó de inmediato la simpatía de Federico García Lorca, de Vicente Aleixandre, de Jorge Guillén y de Pablo Neruda. Era parte de la familia espiritual gongorina que se nutría del Siglo de Oro y que no había perdido el sentido de la naturaleza que animaba a Gustavo Adolfo Bécquer. El poema “Mis abarcas vacías” hace ver hasta qué punto Hernández sentía en carne y piel propias el paisaje circundante. Y en su aspereza se siente la cercanía con César Vallejo.
Miguel Hernández fue objeto de mi última breve conversación con David Huerta el sábado 2 de abril del pasado 2022. Me preguntaba el hijo de Efraín si sabía yo en qué lugares Octavio Paz había mencionado a Hernández. En la noche le respondí puntualmente que en los tomos III, IV, VI, XIV y XV de las Obras Completas, aparte de las menciones que podía haber en cartas y de las citas de versos de Hernández en algunos poemas, que me era imposible detectar. Una semana después, el 8 de abril, David me escribió para agradecerme la información. Esto viene al caso pues creo que la poesía de Miguel Hernández recorre como un viento de enero las estribaciones y los páramos de la poesía mexicana contemporánea.

Bernardo Bátiz: Conmovedor, en la entrega 2050, el poema “Mis abarcas vacías” de Miguel Hernández, uno de los mejores: poeta del pueblo, pleno de inspiración, dueño del rico lenguaje de la gente sencilla de su tierra, autodidacta, lector incansable de los clásicos españoles y simultáneamente atento al lenguaje y las costumbres de los campesinos; pintor costumbrista y lo mejor, congruente, hasta la muerte con su convicción política.
La descripción del lodo en sus abarcas, las risas de la gente de botas, todo es poesía para él y al mismo tiempo compromiso con el pueblo del que entrañablemente formó parte.
Nada mejor para el día de Reyes que la historia del niño sin regalos, las abarcas vacías, pero útiles para ir a la escuela y vencer la pena de ser pobre.
Abarca, dice mi Pequeño Larousse Ilustrado, en su página 2, es un zapato rústico, que cubre parte del pie y se ata con correas al tobillo. (Esto también es poesía.)

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