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#2058 - CASTELLANOS: En el filo del gozo | GUILLÉN: Las doce en el reloj | DE BURGOS: Poema perdido en pocos versos

 

En el filo del gozo

I
Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:
que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme
y resbale en espuma deshecha y humillada.
Cuerpo de amor, de plenitud, de fiesta,
palabras que los vientos dispensan como pétalos,
campanas delirantes al crepúsculo.
Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,
todo lo que los lagos atesoran de cielo
más el bosque y la piedra y las colmenas.
Cuajada de cosechas bailo sobre las eras
mientras el tiempo llora por sus guadañas rotas.
Venturosa ciudad amurallada,
ceñida de milagros, descanso en el recinto
de este cuerpo que empieza donde termina el mío.
II
Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas,
rompiéndome en el filo del gozo o mansamente
lamiendo las arenas asoleadas.
Bajo tu tacto tiemblo
como un arco en tensión palpitante de flechas
y de agudos silbidos inminentes.
Mi sangre se enardece igual que una jauría
olfateando la presa y el estrago
pero bajo tu voz mi corazón se rinde
en palomas devotas y sumidas.
III
Tu sabor se anticipa entre las uvas
que lentamente ceden a la lengua
comunicando azúcares íntimos y selectos.
Tu presencia es el júbilo.
Cuando partes, arrasas jardines y transformas
la feliz somnolencia de la tórtola
en una fiera expectación de galgos.
Y, amor, cuando regresas
el ánimo turbado te presiente
como los ciervos jóvenes la vecindad del agua.

Rosario Castellanos (1925-1974)
Obras, tomo II. Poesía, teatro, ensayo.
FCE, Madrid, 1974.


Las doce en el reloj

Dije: Todo ya pleno.
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
el amor era sol.
Entonces, mediodía,
un pájaro sumió
su cantar en el viento
con tal adoración
que se sintió cantada
bajo el viento la flor
crecida entre las mieses
más altas. Era yo,
centro en aquel instante
de tanto alrededor,
quien lo veía todo
completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el reloj!

Jorge Guillén (1893-1984)
Cántico
Seix Barral, Barcelona, 1974


Poema perdido en pocos versos

¡Y si dijeran que soy como devastado crepúsculo
donde ya las tristezas se durmieron!
Sencillo espejo donde recojo el mundo.
Donde enternezco soledades con mi mano feliz.
Han llegado mis puertos idos tras de los barcos
como queriendo huir de su nostalgia.
Han vuelto a mi destello las lunas apagadas
que dejé con mi nombre vociferando duelos
hasta que fueran mías todas las sombras mudas.
Han vuelto mis pupilas amarradas al sol de su amor alba.
¡Oh amor entretenido en astros y palomas,
cómo el rocío feliz cruzas mi alma!
¡Feliz! ¡Feliz! ¡Feliz!
Agigantada en cósmicas gravitaciones ágiles,
sin reflexión ni nada…

Julia de Burgos (1914-1953)
Antología poética (Tomos I y II)
Editorial Panamericana, San Juan,
Puerto Rico, 2008.

2058 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.16-I-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA.

Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2057 que incluye muestras o calas de tres autores americanos. Comparten la raíz, el ritmo y el compás del ignorado vocerío negro al que Emilio Ballagas dio techo canónico en su Cuaderno de poesía negra, 1934, y en su Antología de poesía negra, 1937. La revelación de la raíz africana en la composición del 'espejo enterrado' americano, para saludar a Carlos Fuentes, se dio formalmente, como lo recuerda Octavio Paz, a través del Decamerón negro del alemán Leo Frobenuis y de la Antología negra de Blaise Cendrars, aunque antes el cubano Fernando Ortiz ya había registrado ciertas huellas aborígenes americanas de africana ascendencia en la poesía clásica española. desde Góngora hasta García Lorca.
Las preciosas expresiones que aquí llegan como fulgores de nácar en el terciopelo de la página muestran la fuerza de esa raíz barroca que recogerían el puertorriqueño Luis Palés Matos y el cubano Alejo Carpentier.
Libertad es la palabra que pulsa y calla en los poemas de la poeta colombiana Elcina Valencia Córdoba, del irresistible cubano Nicolás Guillén y del no menos magnético mexicano Flavio Ramón, de la Peña Literaria de Santiago Tuxtla, en Veracruz. Una sugerencia a los lectores es que se asomen a You Tube para conocer mejor las voces y perfiles de estos vates sanadores que alientan nuestros sueños. Gracias, querido Felipe, por estos fuegos no fatuos del verbo que se hace fuego.


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