Poemas por Ciudad Juárez
I
Lloro por las cosas pequeñas
y por las grandes también,
y a veces no distingo entre unas ni otras:
lloré cuando vi en televisión a Enriqueta Basilio encender la Llama Olímpica;
cuando Neil Armstrong pisó por primera vez la Luna;
cuando Sebastião Salgado retrató Serra Pelada en Brasil;
cuando las aves del Golfo se ahogaron en el oro negro,
y cuando escuché el llanto de mi primera nieta al nacer.
Igualmente lloro cuando se suma uno más a la lista de desaparecidos;
mueren más migrantes al cruzar la frontera;
aparecen los miembros de una mujer esparcida en el desierto;
o presiento una muerte tras el impacto de una bala que silba tras la noche.
Lloro, también, con las cifras de las muertas de Juárez;
de los caídos en las huelgas de hambre;
de los masacrados en las guerras;
de los secuestrados;
de los violados…
Lloro cuando una anciana famélica toca a mi puerta;
cuando un niño aúlla atropellado por el hambre;
cuando dos globos penden danzantes de los glúteos de una joven embarazada en el crucero de la esquina.
Asimismo lloro cuando asesinan una saraguata para secuestrar a su pequeño;
o cuando los delfines se suicidan en las playas del Pacífico.
Simplemente, lloro:
cuando me doy cuenta de mi impotencia;
cuando me dicen que es absurdo llorar por nada;
cuando me preguntan por qué lloro si estoy viva;
cuando la vida pasa y todo es lloro…
II
Día con día vivimos el thriller
que nos mantiene pegados a la butaca,
contemplando el asalto del vecino;
el secuestro express, el no tan express
y el de largo plazo;
padeciendo al hacker bancario;
soportando las cárceles privadas…
Nos arrojamos en el laberinto del suspenso
y pagamos por un sueño de acción,
convencidos de que el vengador del futuro
llegará con arrojo y firmeza a resolverlo todo;
pero no hay héroes que basten:
al igual que los semidioses griegos,
los contemporáneos han ido cayendo poco a poco,
y los del futuro aún no nacen…
III
Hastiada de recoger brazos y piernas;
de amortajar cabezas,
la Supermujer vomitó el polvo que había tragado del desierto,
polvo mágico que la mantenía incólume ante la Amenaza Sangrante.
No sabía si los poderes le alcanzarían para unir los miembros de las Coyolxauhquis norteñas,
ni si llegaría a salvaguardar a las hembras
que florecían en las plantas industriales.
¿Qué hacer para atrapar la palabra más audaz…
capaz de mantener su palabra?
IV
Adolorida en sus fueros,
la diosa de la tierra aspira el cansancio de las hembras que han floreado el
[desierto,
que han iluminado el horizonte con su cauda de ébano.
Mujeres-montaña languidecen ante la custodia del cactus.
Cual diosa azteca se calcinan en la cama de arena;
entre ortigas y yucas resplandecen en la sangre del buitre.
Vergüenza me da vivir frente a su tumba expuesta;
vergüenza de no dar mi vida por ellas,
si ya habíamos dicho “ni una más”
…
vergüenza me da.
V
Jocosa, alegre y majadera se paró a la puerta.
Sin tocar, entró la bullanguera
y con gemido plañidero se mesó ante todos los cabellos.
No supo en qué momento le penetró los huesos;
se acicaló la frente y se absorbió en sus poros.
Bailando cumbia y quebradita arremetió con su afán conquistador,
con su afán grosero y perenne.
No hay muerte más segura que la que llega sola,
sin que la busquen,
sin que la esperen:
solita se invita la cabrona.
Rosina Conde (1954)
Autores de México / Letralia 331 / Verso libre / Voces actuales de México
2067 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 25-I-2023. Selección de Fernando Salazar Torres / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2066 de este 24 de enero de 2023. Incluye dos composiciones: “Sobre mi mala educación” del chileno Pablo Neruda, alto y noble poeta adrede prosaico y provocador y del no menos noble y elevado poeta que fue el español Gabriel Celaya. En ambas composiciones se pone en juego la identidad personal, la auto-observación, el auto-conocimiento y en última instancia la identidad del poeta y aun su concepción de la poesía y del arte de vivir. El pulso del sueño y del ensueño armoniza estas lecciones oblicuas. La de Pablo Neruda tiene algo de histriónico y teatral, y de un sí es no es desenfado. La de Gabriel Celaya opta por razonar una paideia más ensimismada y comprometida con el sueño y la lealtad al niño interior. A su modo Pablo es fiel no tanto a la primera infancia sino a la segunda, donde el infante ya se abre al juego y a la representación. Ambos saben suscitar la simpatía del lector. Gracias, querido Felipe.
Hoy, por cierto, Gabriel Zaid. ese otro educador, celebró su 89 aniversario. Un abrazo.
Ana Luisa Topete: Preciosos poemas. Me impactó el de Gabriel Celaya; me vi reflejada en él, cuando tengo que impartir 15 horas de clases a la semana. Es muy hermoso, y también muy pesado.
Jaime Bali: Cómo le haces, Felipe, para encontrar esa motivación que te lleva a recoger lo que nos han dejado mortales que estuvieron muchas noches en vela; que dajaron en cada línea, en cada frase una impronta del infierno que es sin duda este mundo. Me pregunto de dónde llega ese ánimo de seguir buscando aquí y allá la huella de los poetas, de los nacidos con inspiración irredenta, en cada sorbo, en cada gota derramada del cáliz, en días que ya quieren dejar el invierno para disfrutar a pleno el sol de medio día: Salud!!!
FG: Hace varias décadas que mi experiencia como padre, como maestro, como vecino, me ha convencido de que nada es tan importante para lograr el bienestar de las personas, de las familias, de la sociedad, como formar lectores que se esfuercen en construir la comprensión de lo que leen y que sean capaces de escribir con claridad y corrección. Lectores preparados para leer el mundo y para intentar comprenderlo. Este “Poema al día” que leemos en grupo es un buen ejercicio para conseguirlo.
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