Poemas por Ciudad Juárez
Segunda y última parte
VI
Un grito apagado se esparce por el viento de Juárez
desierto plagado de pendones
testigos mudos de silencio
guijarros acompasados por el soplo del rastro que dejaran las huellas de una ninfa
incapaz de convertirse en laurel.
El acero atraviesa mi corazón
y lo rompe intencionadamente en partes
para que siga, doliente, el amago de su golpe:
desprecio, odio, insulto, mote.
VII
Un desierto mutilado muestra sus carnes sin rostro.
Sediento se alza:
antiguo mar de sirenas cercenadas,
sol durmiente,
silencioso grita la desesperanza.
Muda ante el misterio de la ruta,
trazada por un brazo,
una pierna,
un pezón,
una lágrima que no fue escuchada,
la prensa se duerme en los brazos de la duda:
un graznido de perros
es lo que un ladrar de cuervos para sus orejas.
VIII
No es necesaria una gota de sangre
para gritar contra el odio y la violencia
Ni una gota de sangre me basta
para sentir el dolor de la víctima.
Ni una gota de sangre:
ni una más…
Y aun así
cientos de nuevas víctimas se suman
a la enorme lista de sacrificados,
desaparecidos,
torturados,
secuestrados,
mutilados.
No es necesario escuchar el llanto de una niña violada
o un niño arrojado a las alcantarillas
para luchar contra la barbarie y el genocidio.
Un padre implora impotente ante la súplica inaudible;
una madre exige justicia frente a la cámara de diputados;
un hermano grita en la cúspide del perdón…
mas nadie responde.
También el silencio es violencia.
IX
Tanto coraje reprimido
tanta palabra amordazada
tanto grito en la arena…
No es preciso estar en el ruedo para sentir la estocada,
para experimentar el dolor del torturado
para vivir la impotencia por el hijo o por la hermana muerta.
No es necesario, no, llegar a eso.
X
Primero intentaron eliminarla a tiros
después a cuchilladas
más tarde, con una ka-cuarentaisiete
y dispersaron sus miembros por la ruta del olvido.
Habían llegado los cárteles;
luego la milicia;
mas no pudieron con ella:
heroica, incólume, rutilante
Juárez se yergue con los ojos de fiesta;
con su luto a cuestas, sí,
pero airosa, altiva y cachondona:
con más fuerza se levanta
con más ímpetu,
más ganas de vivir y de mostrarse.
Reza el dicho:
Cuando uno esparce granos de arroz en su camino,
aunque mil detrás vengan barriendo, no lograrán limpiarlo.
Rosina Conde (1954)
Autores de México / Letralia 331 / Verso libre / Voces actuales de México
2068 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 26-I-2023. Selección de Fernando Salazar Torres / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2067 de este 25 de enero del 2023. Incluye los primeros cinco “Poemas por Ciudad Juárez” de nuestra querida amiga y lectora Rosina Conde. En la entrevista que le hizo Alejandro Campos Oliver para el libro Conversatorias III, coordinado por Ricardo Venegas (Cofrades, FONCA, 2020), la poeta, editora y guionista --traducida al inglés, al alemán y al francés e incluida en diversas antologías-- le confía a propósito de este poema que se alza como un estandarte de las letras de la frontera: “Creo que el lector es el que decide si el poema es bueno o malo, dependiendo si se identifica o no con él. Realmente, no hay fórmulas para identificarlos, sino emociones poéticas que surgen de la lectura, dependiendo del momento que vive una sociedad o de las necesidades de los lectores. Hay poemas que a lo mejor yo considero ''malos'', que, sin embargo, tienen un gran éxito., o poemas que no me dicen nada y son aclamados por la crítica. Luego sucede, que un poema que el siglo pasado se consideraba malo, ahora se reivindica y resurge de las cenizas, como el ave fénix.”
Estos primeros cinco “Poemas por Ciudad Juárez” se tienden como sondas o detectores de agua o de metales preciosos en el subsuelo. En ellos afloran la violencia y la compasión, el miedo y el asombro ante la costumbre de esa guerra civil planetaria que se focaliza y detona en la castigada frontera de México con “el otro lado” Sólo una sensibilidad educada como la de Rosina Conde, quien desde niña aprendió a versificar llevada de la mano de su padre --de nuevo el tema de la educación-- es capaz de mirar a los ojos a los desaparecidos y a sus sobrevivientes, a sus familias, sin perder los estribos de la ironía y el sentido de la belleza que puede haber en ese tentáculo urbano llamado Ciudad Juárez. Una lectora me escribía esta mañana, después de leer los poemas de Rosina, cuánto la habían conmovido y cómo “una de las sensaciones que más disfruto es estar leyendo un texto y que las palabras me conmuevan tanto que tenga que levantar los ojos de la página para aprehender lo que acabo de leer”. Gracias a Rosina. Conde, a Felipe, a los lectores.
Bernardo Bátiz: No deja de ser poesía la transparente como el aire prosa de Rosina Conde; es prosa muy sentida y bien escrita en la que nos explica por qué cosas y qué hechos se la han emocionado y la han hecho llorar. No hay en este poema en prosa ni rima ni ritmo, no hay claramente música, pero hay una sucesión tersa de palabras con un significado que comparte un hondo sentimiento muy bien expresado.
En el poema V se descubre, casi se adivina, la música, en los primeros renglones, con las terminaciones en “a”, ya casi abiertamente rítmicos: “Jocosa, alegre y majadera se paró a la puerta” y de ahí para adelante, describiendo a la muchacha bullanguera, que “se mesó ante todos los cabellos”. Es una pintura hecha con palabras para nuestra imaginación.
Gracias, como siempre, de mi parte y de todos mis compañeros.
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