En el diván de las palabras
Una tiene rarezas heredadas,
las de la abuela más antigua
que nos mira desde el retrato,
las de la tía que aparece sentada
en las historias de sobremesa.
Una tiene costumbres muy insanas,
como las de sentirse costurera de culpas,
y devanar el ovillo con una olímpica destreza
para tejer los puntos del derecho y del revés.
Una tiene tendencias muy frenéticas,
como la de asomarse al precipicio del mes de enero,
arriesgando el sentido del equilibrio,
mirando morbosamente el fondo
a sabiendas de que el abismo existe.
Una tiene reservas enfermizas de miedos
heredados también de las abuelas y de las bisabuelas,
que se dejaban estar entre las sombras,
sumando malos ratos que coincidentemente
se acomodaban en el infierno de la noche
y convertían sus camas en una travesía delirante.
Una tiene un armario,
igualmente heredado,
con un espejo grande colgado de la puerta
que ha estado ahí por años
reflejando el peinado, el vestido,
el delineador de los ojos,
el rubor de la cara,
el escondite de las lágrimas.
Los espejos no equivocan los rasgos,
apuntan en el centro,
devuelven la mirada hacia el origen,
agrupan las ojeras,
las tristezas antiguas,
los miedos, los silencios.
Y a media noche,
entre sueños y sombras,
acomodan su voz
en el diván de las palabras.
Mariángeles Comesaña (1948)
Cien años
A mi madre, que vivió cien años.
Te duelen los huesos,
tus huesos al amanecer;
cada día que pasa cumple cien años en tu cuerpo,
un día, otro día,
cada uno de cien años…
“Tiene que llegar la serenidad en tus lágrimas”, me dices,
me enseñas a verte morir,
sin desesperación, sin miedo;
como la corriente del agua en el río Miño,
como las olas que llegan envolviendo el aire.
Escucho tu voz,
Evocas a tus muertos,
los llamas por sus nombres una y otra vez.
Siento la brisa marina en tus ojos azules
despidiendo la vida,
como un atardecer,
como una noche dentro del mundo
envolviendo tu cuerpo
con las sombras.
Mariángeles Comesaña (1948)
En Inédito diamante.
Prólogo de Eduardo Mejía
Ediciones Ikygai, México, 2018.
2070 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 28-I-2023. Selección de Fernando Salazar Torres / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Reacciones a la selección previa:
Rigoberto González Nicolás: Mi querido maestro. Hoy me pregunté ¿quién le lee poemas a Felipe? Y me respondí, enviándote un poema leído por la joven poeta cubana, Elizabeth Reynosa. Este poema lo leyó Elizabeth ayer en el programa de radio Al compás de la letra, conducido magistralmente por la poeta Mariángeles Comesaña.
FG: Mi torpeza cibernética no me permitió copiar aquí la grabación del poema al que se refiere el maestro Rigoberto González Nicolás. Dos favores: 1) Si alguien que sepa me auxilia todos podríamos escuchar el poema, que es muy lindo, dentro de uno o dos días. 2) También sería bueno, escuchemos o no el poema, tenerlo a la vista. Esta es una invitación para que alguien lo transcriba y nos haga el favor de mandármelo.
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