Dos visiones
A Santiago Cuenca Poblet
I
A mi izquierda
me habla angustiado el poeta.
Las palabras le faltan
y las canas le sobran,
En sus ojos ronda la muerte.
II
Baila Afrodita.
Sus articulaciones mecánicas giran 360°.
Sus ojos no saben de amor
pero leen el calor cuando,
en pago de su cuerpo amaestrado
caen los denarios.
Bajo su piel el silicio ha subyugado la vida.
Su baile estremece.
César Guerrero (1978)
Nada y penumbra
A Cyrill Collard
Duermen los niños con sus cabellos delicados sobre almohadas limpias.
Duermen juntos los muslos sobre lechos tibios y seguros,
convencidos de que faros velan las banquetas
y de que las cloacas han quedado bien selladas.
Sí, bien selladas.
Trabajan las bombas como Goliats domados
para que ascienda hasta los blancos mosaicos, limpia, el agua.
Otros tubos abren además sus fauces
tras las rejillas-bozales con que resguardan su aliento,
puestos a tragarse los pecados del mundo,
el pus de sus heridas infectas,
sus dolores ocultos
y los secretos innombrables.
Se agitan sin embargo las entrañas de los puentes, donde la luz no existe.
Bajo las calles, entre raíces de casas y edificios,
tras muros inmunizados con cal,
siniestras sombras desfilan ciegas reconociéndose en el tacto,
como reconoce al techo el humo que escapa sensual
de la colilla inerte de un cigarro.
A las educadas márgenes del río,
bajo el murmullo de las autopistas,
yacen varillas, esqueletos corroídos,
cables y nervios que pueden romperse.
Por un instante,
El mismo en que la Luna
pesa sin rostro en el cenit,
se descorren los cerrojos
para desatar salvajes placeres
sobre el mármol roto de criptas respetables.
Las sombras hedónicas se arrastran y acarician,
respiran deseo desde sus pieles corruptas como el fango.
Ninguna de ellas tiene nombre,
ni pasado ni futuro, salvo el que les dicta su silueta.
Se desvanecen vacías
en la garganta de la madrugada.
antes de que el alba se anuncie siquiera.
César Guerrero (1978)
La peste
A Werner Herzog
… y en lugar de entristecerlos,
el aviso de la muerte los liberó.
Exprimieron horas de la luz
como jugo de las uvas.
Bailaron,
cantaron,
se enamoraron.
Olvidaron sus penas para siempre.
Todos abrazados,
eligieron sonreír
y cometer un último pecado:
Vivir.
César Guerrero (1978)
Apuntes del subsuelo.
Ediciones Urdimbre, México, 2005 (2ª ed.)
2091 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 19 -II-2023. Selección de Felipe Garrido.
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2090 de “Un poema al día”, con dos poemas de J. Moz, nombre de pluma de Jonathan Muñoz Ovalle, nacido el 27 de septiembre de 1980, signo Libra y, en el horóscopo chino, Mono de metal. ”El poema infinito” aparece como un monólogo del autor que se mira al espejo y pondera las luces y las sombras, los pros y los contras, sinónimos y antónimos, cautivo de su inspirado don. Se advierte detrás de sus hombros la respiración de Walt Whitman y acaso de André Breton, cuyo 127 aniversario se conmemora hoy. “¿Quién?” es el título del otro asedio al silencio y a la palabra que realiza este devorador de horas y de cielos, de este enfermo de asma y asfixia que teatraliza entre La luz y el estruendo, para poner el lema de su libro publicado por Callejón Literario en México, en 2021. Gracias querido Felipe. Saludos a Jonathan.
Manuel Santos Garrido: Sobre la entrega 2090, de J. Moz: Me gusta como “El poema infinito” se refiere a la poesía misma, y al arte en general. El poeta escribe a solas, aislado, pero siempre contando con la presencia invisible de aquellos que, como él, buscan la belleza en medio del caos y la oscuridad. Me impactó la meditación sobre la naturaleza humana y su constante lucha interna. El poeta encuentra en la poesía esa chispa divina que enciende su corazón y lo mantiene vivo. La poesía es una forma de rebelión, una manera de enfrentar al mundo y a uno mismo. El poema es infinito porque todos somos poesía. El poema infinito muestra la capacidad humana de encontrar la belleza en la adversidad y de crear algo nuevo y perdurable a partir de la efímera realidad. Es un poema que nos recuerda que somos parte de algo más grande y más importante que nosotros mismos.
Adolfo Castañón, Manuel Santos Garrido, agradezco de forma emocionada sus comentarios, son palabras que me mueven mucho y las cuales abrazo.
ResponderEliminarReciban un caluroso saludo de mi parte.
Jonathan Muñoz Ovalle (J. Moz)