El puente
Me duele recordar
que invento mis recuerdos
como si fueran capítulos
de una historia de amor.
En todos estás tú,
envejeciendo,
contándome otra vez
la sorpresa de la tarde.
Y no estás porque no existes en un cuerpo.
Existes hoy y ahora en esta línea
que quiso darte forma de palabra.
Estoy sobre tu página en blanco.
Tienes un nombre y tu nombre es todo
lo que no puedo escribir. Me faltan sílabas,
no entiendo qué vocales escapan a la voz
ni qué motivos guarden en la huida.
Me duele recordar que no comprendo
de dónde vino la rutina del decir
ni el tiempo que nos cerca en esta hoja
al invento, al autor y al inventado.
Carmen Nozal (1964)
Viernes santo
La brevedad de esta sombra no le corresponde a nadie. Es una aparición en la bahía. Sale detrás del cerro como capa de rey en época de luto y avanza hasta los pies de la oración. Se repite la sombra en su trayecto sin luna ni sol que la ilumine. Todos los viernes santos alguien la ve pasar como la sombra de un curandero.
Carmen Nozal (1967)
Puntos suspensivos
Son perdonaderas vestidas de negro que cuando arrastran los pies se confunden con el polvo. La piel del tambor se ha llenado de arrugas. Golpes de pecho escuchan las campanas. Por mi culpa. Por tu culpa. Por su culpa. Viene la procesión cantando entre el humo de la tarde mientras el maíz se muere en manos de la desconfianza.
Carmen Nozal (1967)
Celebración
El futuro se recrea:
nace de mis ojos en todo lo que veo,
en cada nube, en cada ola, en cada gota de lluvia
disolviéndose en un rostro.
A veces, lo descubro
como una pena azul en el rincón del tiempo,
apolillado de luz en el centro de la noche
con apariencia inútil pero tan necesario
para que miren los ángeles lo que sucede en la tierra.
Ojos embarazados de visiones
son estos comentarios
que viajan más adentro de lo que ven afuera
del tiempo ese ser extraño y contundente
que pudo ser llamado “Señor de la inclemencia”.
Aunque no sean los ángeles me miran los sonidos.
Los escucho
aglomerarse en las páginas
o danzar solitarios sobre un escritorio antiguo,
testigo de palabras
que no sobrevivieron a la voz de la escritura.
Flecha de doble punta en movimiento
es este mito: la eternidad
con su capa invisible
en la frente de una estatua, en manos de la vejez,
en el ombligo de la memoria,
deja su sentencia
como quien deja la tierra cuando se duerme.
No importa si mañana
amaneciera otra vez
en la herida circular
en el manantial de la sangre.
Importa el aire
y su respiración como plegaria.
Porque siempre hay otra página
en blanco como una pluma,
para dejar que las piedras salgan de nuestros ojos.
Entonces,
abriremos la puerta como abren la boca
los que acaban de nacer.
Carmen Nozal (1967)
Poesía reunida 1991-2021
Nieve de Chamoy / Mastodonte,
México, 2021
2105 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria. 5-III-2024. Selección de Felipe Garrido.
Imagen vía iStock |
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