Trayecto
Tu cuerpo, espiga de temblor maduro
que en aire de blancura se resguarda,
es la palpitación en donde aguarda
su granero de luz mi claroscuro.
Espléndido latir en blanco apuro
el conjuro de todo lo que tarda
si en el pecado de mi apremio, guarda
impurezas de afán el afán puro.
Te recorren mis manos sigilosas
con un tacto de ilímite desnudo
para sentirse del trayecto, esposas.
Tanto eres tú lo que en mi voz anudo,
que mis manos despiertan a las rosas
con acercarme a tu contorno, mudo.
Vicente Echeverría del Prado (1898-1976)
Fleco
La luz con que te hallé se me ha dorado
temblorosa en los labios como abeja
llamada por la rosa de una queja
de altura herida que cayó en el prado.
Porque duele tu luz, se me ha sembrado
en la sombra feliz que más me aqueja:
la que en el fleco de tu sol me deja
más dichoso de ver por más cegado.
Soy tuyo sin dejarme ni un orgullo
de reverberación que me despierte
sobre la noche de ignorarme tuyo.
Soy tuyo en el aroma con que advierte
deslumbrado su polen, el arrullo
de la ceguera florecida en verte.
Vicente Echeverría del Prado (1898-1976)
Prisa de rosa
Pensarte con amor, es un relieve
pulido en una atmósfera de viaje
en que legar es todo mi bagaje,
y retardo sin fin, la vida breve.
Me formas la conciencia de lo leve
al dar a mis deseos un linaje
de ruta que termina en el encaje
del perfume del viaje que la mueve.
Voy camino hacia ti, perdidamente,
en una niebla de viajar extraño
que cubre con los ojos a la mente.
Con la prisa de rosa del engaño,
llevo hacia tu distancia floreciente,
el viaje colibrí de un dulce daño.
Vicente Echeverría del Prado (1898-1976)
Ancla en la brisa
Recojo la intención cuando tú pasas,
por miedo de caer de mis sentidos
sobre la lucidez de los latidos
prisionera en un ámbito de gasas.
Recojo los espacios que rebasas,
por no ver a mis mundos detenidos
y con los mediodías consumidos
al abrazo del sol en que me abrasas.
Hendiendo el gozo con el ser convulso
que al irse por tus cauces arde mío,
lo quemo en las riberas del impulso
anclándolo a la brisa de una calma
para no ver mi corazón, vacío
del cuerpo que te sigue con el alma.
Vicente Echeverría del Prado (1898-1976)
Ensayo de realidad para un sueño. Poemas
Ilustraciones de Landyn
Talleres “Gráficos Guanajuato”, México, 1949.
2117 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
17-III-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2116 de “Un poema al día”, esta vez sugerida por Eduardo Langagne. Incluye “Romance”, “Se alegra el mar” –dedicada a Carlos Pellicer– y “¿Quién me compra una naranja?” Las composiciones se recogen de la segunda edición de Poesía, de 1971.
Observo que el poema titulado aquí “Romance”, en la edición de la Poesía y prosa preparada por Miguel Capistrán en 2007 se titula “Elementos”. Los otros dos poemas pertenecen a “Canciones para cantar en las barcas”, límpido volumen inicial del poeta, misterioso y transparente como el agua. En todos corre la brisa del mar y su presencia se siente a flor de sílaba. El diálogo con los ojos de la amada se prolonga en el coloquio amistoso con Carlos Pellicer. Los versos son en general octosílabos, asonantes y sin rima, combinación métrica que se conviene en llamar 'romance'. La breve muestra aquí brindada es prenda de lo que podría llamarse las virtudes de una poesía sana, saludable, preñada de felices momentos y de intensidades afortunadas y luminosas que podrían compararse a la algarabía matutina de las aves que saludan el amanecer. El embriagante aroma de madera fina que desprenden estos poemas hace pensar en la poesía tradicional que en esos años escribían, en México Carlos Pellicer y, en España, Rafael Alberti, otro marinero de la palabra.
Gracias, queridos Eduardo y Felipe, por este arreglo tres veces luminoso.
FG: Debí haber titulado “Elementos”, como lo hace Capistrán, lo que equivocadamente llamé aquí “Romance”.
Beatriz Corona: Los cuatro elementos, todos reunidos en los ojos de la mujer amada. ¡Qué hermosa manera de describir un romance!
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