Pido silencio
Ahora me dejen tranquilo.
Ahora se acostumbren sin mí.
Yo voy a cerrar los ojos
Y sólo quiero cinco cosas,
cinco raíces preferidas.
Una es el amor sin fin.
Lo segundo es ver el otoño.
No puedo ser sin que las hojas
vuelen y vuelvan a la tierra.
Lo tercero es el grave invierno,
la lluvia que amé, la caricia
del fuego en el frío silvestre.
En cuarto lugar el verano
redondo como una sandía.
La quinta cosa son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
no quiero dormir sin tus ojos,
no quiero ser sin que me mires:
yo cambio la primavera
por que tú me sigas mirando.
Amigos, eso es cuanto quiero.
Es casi nada y casi todo.
Ahora si quieren se vayan.
He vivido tanto que un día
tendrán que olvidarme por fuerza,
borrándome de la pizarra:
mi corazón fue interminable.
Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.
Sucede que soy y que sigo.
No será, pues, sino que adentro
de mí crecerán cereales,
primero los granos que rompen
la tierra para ver la luz,
pero la madre tierra es oscura:
y dentro de mí soy oscuro:
soy como un pozo en cuyas aguas
la noche deja sus estrellas
y sigue sola por el campo.
Se trata de que tanto he vivido
que quiero vivir otro tanto.
Nunca me sentí tan sonoro,
nunca he tenido tantos besos.
Ahora, como siempre, es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.
Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.
Pablo Neruda (1904-1973)
Poesía completa.
Alianza Editorial, Madrid, 2018
2124 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
24-III-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2123 de 'Un poema al día'. Esta vez incluye tres poemas: el “Poema XXIII”, “A mi hermano Miguel” y “Me moriré en París con aguacero”, del fulgurante y misterioso poeta peruano César Vallejo. nacido en Santiago de Chuco, Perú, en 1892 y muerto en París en 1938.
Antes de salir a Francia, había logrado dar a la estampa, haciéndose cargo él mismo del costo de la edición, dos libros: Los heraldos negros, en el que le torcía el cuello a la elocuencia modernista y post-modernista del uruguayo Julio Herrera y Reissig y del mexicano Ramón López Velarde, e iniciaba el camino hacia la creación de un estilo personal estremecido por la experiencia de la muerte y la zozobra ante el destino, por la usura del tiempo y la conciencia de la escisión de la conciencia. El otro libro se tituló Trilce: voz de dos sílabas en que la cifra hermética y sagrada del tres resuena como un estremecimiento premonitorio de la explosión verbal que encerraría el conjunto con su corrosivo trato de la sintaxis, su fascinación por lo irracional y lo absurdo, la búsqueda de un absoluto sólo templada por la presencia de la madre y de la lengua en que se expresaba su familia... Todavía en Perú, estuvo injustamente encarcelado durante cuatro meses, dieciséis semanas que se le hicieron eternas. En París compondría un libro hecho de tres conjuntos cuyo convencional título, elegido por el editor a partir de ciertos datos dados por el poeta, fue Poemas humanos.
La orfandad y la soledad, la desolación y la fraternidad, la obsesión por la dualidad cruel de la justicia y de la injusticia son algunas de las fibras que alimentan la combustión de su escritura, siempre atenta a no perder el hilo de la experiencia interior y de su relación con el absoluto..
El poema “A mi hermano Miguel” forma parte de Los heraldos negros. El poema XXIII --y hoy, querido Felipe, es día 23 de marzo de 2023-- pertenece a Trilce, pero en él todavía pervive el luto fraterno por Miguel su hermano. El poema que aquí comienza con “Me moriré en París con aguacero” es un soneto que Vallejo tituló “Piedra negra sobre una piedra blanca”, y forma parte de su libro Poemas humanos, publicado póstumamente por su viuda, Georgette Vallejo. Su título alude a la tradición de los habitantes de Santiago de Chuco, ciudad donde nació el poeta, de colocar una piedra negra sobre una piedra blanca para señalar el lugar de un entierro.
Se han vertido raudales de tinta sobre la alta obra del peruano. Si el lector quisiera una guía le recomendaría que se asomara a la ficha sobre César Vallejo en la Antología de la poesía hispanoamericana moderna, coordinada por Guillermo Sucre y en cuya edición participó el poeta chileno Gonzalo Rojas, uno de los herederos de César Vallejo. Los dos tomos de esta analecta los editó Monteávila en Caracas en 1993.La parte dedicada a Vallejo se encuentra en las páginas 369-409 del Tomo I. Gracias, querido Felipe por esta refrescante voz del más solitario y solidario de los poetas hispanoamericanos contemporáneos.
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