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#2126 - ANDREU: Vendrá sin las estrellas lácteas | SABINES: Te desnudas igual que si estuvieras sola

 

Vendrá sin las estrellas lácteas

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
C. Pavese

Vendrá sin las estrellas lácteas
y sin tiranosaurios de luz,
maroma umbilical para niños marítimos
que se ahorcaron con algas y cabellos oceánicos
huyendo en hipocampos de sueño de aquel parto, en la columna vertical mayor,
entre jarcias y vértebras.
Pues somos una saga.
Oleaje escarlata en delito, y cimas de cianuro,
y golpes de cerezo.
Pues somos, en mi cuerpo, una saga con luna abdicante,
que recuerda colegios, mapas del mundo en otoño,
complicadísimas hidrólisis,
pero nunca marfil y mediodía.
Colegio: niña que bebía los pomelos
directamente en labios de la noche,
que juraba acostarse con el miedo en la cama de nadie,
que juraba que el miedo
la había violado hasta doscientos hijos.
Amor, la niña rusa
que comulgaba reno asado
y bebía liquen.
Amor, la niña rusa que leía Tom Wolfe.

Blanca Andreu (1959)
El sueño oscuro Poesía 1980-1989
Hiperión, Madrid, 1994


Te desnudas igual que si estuvieras sola


Te desnudas igual que si estuvieras sola
y de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo te quiero entonces
entre las sábanas y el frío!
Te pones a flirtearme como a un desconocido
y yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso que soy tu esposo
y que me engañas conmigo.
¡Y cómo nos queremos entonces en la risa
de hallarnos solos en el amor prohibido!
(Después, cuando pasó, te tengo miedo
y siento escalofrío.)

Jaime Sabines (1926-1999)
Recuento de poemas 1950 / 1993
Joaquín Mortiz, México, 1997.


2126 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
26-III-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA

Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Te agradezco el envío 2126 de este 26 de marzo del año 2023 de “Un poema al día”, En él se pueden leer tres poemas de Josefa Murillo Carlin 1860-1898, a quien se ha llamado la “Alondra del Papaloapan”, como recordé el 18 de enero del pasado 2022 cuando recibimos “La ola” y “A una estrella”, que hoy reaparece. Se añaden ahora “Así” y “Contraste”, espigados del volumen editado por la UV, en Xalapa, en 1984.
La poeta veracruzana apenas vivió treinta y ocho años. Su silueta de inspirada autodidacta parece recortada de un álbum o novela romántica. La presencia de Víctor Hugo, Alphonse de Lamartine, Heinrich Heine, Gustavo Adolfo Bécquer se siente en sus composiciones. Late en su pulso. además de la melancolía y la nostalgia, cierta ironía teñida de desengaño. Josefa Murillo fue una viuda precoz. Perdió a su prometido y a partir de ese momento se enclaustró en la casona de sus padres y, desde ahí, poco a poco fue dando a la estampa sus letras en El Dictamen de Veracruz y en El Imparcial de la ciudad de México.
Curiosamente, entre la entrega de ayer del “Discurso por las flores” de Carlos Pellicer y la de hoy, último domingo de marzo, se da un diálogo diríase que meteorológico. En ambas, las flores y las aves, la brisa y la sensibilidad acarician el discurso compartido. Sin embargo, en Josefa Murillo el aire frio del duelo y la tristeza dejan en el espacio una profunda sensación de desamparo.
Josefa Murillo no es un caso único de poderosa inspiración femenina en la poesía de Hispanoamérica. Un alto ejemplo no muy distante en el espacio ni en el tiempo es el de Salomé Ureña de Henríquez, 1850-1897, madre de Pedro y de Max Henríquez Ureña, discípula de Eugenio María de Hostos, o los de María Enriqueta, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storn, Delimira Agustini, Gabriela Mistral. Justo Sierra y Amado Nervo escribieron su duelo por la pérdida de esta fundadora secreta del pacto lirico contra el silencio a través del canto. Saludos afectuosos.

Bernardo Bátiz: Después de tres discursos, uno de Vallejo, otro de Neruda y el tercero de Pellicer, por las flores, desbordado de metáforas, de giros inesperados, que arranca con un “señores y señoras” y con el descubrimiento de un lirio morado que da pie a un recorrido largo sin fatigas ni tropiezos, de Palestina a Tabasco, provisto de una brújula, deja cincelada una frase inmejorable: “el reino vegetal es un país lejano” y al final vuelve de regreso al lirio morado del principio.
De los discursos pasamos al suave lamento de una poeta triste; suave, que resignada expresa sin reclamos el dolor del abandono y la soledad. Podría decirse, la poesía de la tristeza. Una bella y comedida lección. Quizá su duro nombre de Josefa marcó su sino; cosa distinta sería si se hubiera llamado María José o Elisa Josefa, como nuestra maestra y guía de Monterrey 18.

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