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#2128 - GALVÁN: Lilith | Las brujas

 

Lilith

Designada primera esposa de Adán
era un ser alado, ancestral,
de ojos elípticos y torso de sirena
que, al bendecir,
grababa besos de litoral en la piel
y fiordos en las ingles.
Pertenecía al linaje
de las diosas pájaro
y por eso fue elegida.
Tenía ese par de alas bordadas
que levantaba polvo estelar
y dejaba estela de torbellinos lúcidos.
Entonaba agudas melodías
y su voz
era de mujer libre
y por un tiempo, Adán
conoció el placer
de la magia corporal,
el olor del almizcle
y escuchó la música
de las esferas celestiales
en su periplo constante.
Luego, quiso someterla.
Estar por encima.
Poseer lo que no puede ser poseído.
No entendió que ella era diosa
y que al despertar desplegaba
la aurora entintada de violetas
y que en la noche comandaba
el oscilar de las mareas
y que con sus brazos
orquestaba el coro arbolario de los pájaros.
¿Cómo podría ella quedarse
a los pies de aquel
que deseaba encadenarla?
¿Para qué servían las alas
si no para volar?

Las brujas

De sus madrigueras
salen
por las noches
a partyrokear.
En su vientre se tatúan una estrella
y una luna en el tobillo.
Beben la sangre de los incautos
como Heineken o Coronas.
Chupan el pene de Satanás
con golosidad extrema.
Sus verrugas
o marcas de nacimiento las delatan.
Son insaciables.
Desde entonces mujeres multitask,
con una mano matan niños,
y con la otra se los comen.
Las brujas aman las pociones,
los perfumes y el maquillaje.
Curan todo tipo de males
y con hierbas les quitan el dolor
a las parturientas.
Vuelan por los aires
y utilizan el caldero sagrado
para preparar hechizos de un millón de años
y en su sexo
jugoso, oscuro, maloliente,
se concentra el mal
de la humanidad entera.
Las brujas no lloran, ni gritan,
no sienten dolor,
pero arden eternamente
en la hoguera del tiempo,
en la memoria de la vergüenza.
Hoguera que encendieron los hombres ignorantes.

Kyra Galván (1956)
Un deseo frustrado por la eternidad.
Universidad Autónoma del
Estado de México, Toluca, 2022

2128 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
28-III-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA

Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2126 de “Un poema al día”. Esta vez combina dos cantidades hechizadas, para invocar a José Lezama Lima. La primera es el poema titulado “Vendrá sin las estrellas lácteas” de la poeta española Blanca Andreu, nacida en la Coruña el 4 de agosto de 1959. El segundo está firmado por Jaime Sabines, nacido en Tuxtla Gutiérrez el 25 de mayo de 1926.y fallecido en la ciudad de México en 1999, el 19 de marzo. Si cada uno de los poemas es sorprendente y trae una carga magnética particular, la conjunción de ambos produce una chispa escalofriante y a la par misteriosamente armónica.
El pliego de Andreu cabría ser leído como un fresco o un cuadro renacentista o medieval habitado por una fauna un sí es no es delirante y vertebrado por una anatomía y una fisiología sui géneris que evoca la infancia solitaria y un tanto insumisa de una adolescente enamorada y cautivada por lo extraordinario. y que hace florecer en su cuidada ars combinatoria --El epígrafe del poeta italiano Cesare Pavese acaso sugiere una forma de auto-conciencia y desdoblamiento practicada por la autora de El sueño oscuro, el título de su poesía reunida entre 1980 y 1989 por el sello Hiperión, de Madrid, en 1994. Estuvo casada con el poeta Juan Benet hasta su muerte y es considerada como una de las cariátides de la llamada Generación Post-novísima de la lirica española contemporánea.
Por otro lado, en el recado amoroso del poeta mexicano, dirigido a su esposa, se desarrolla candoroso y a la vez insinuante juego entre desnudez y cortejo, seducción y atracción por lo prohibido, revelador de un arte de amar que roza la amistad y la íntima herida solidaria.
La conjunción de estos raudales hechizados puede producir insomnio a quien se abisme en el vértigo abierto por estas dos cuerdas de la cítara que hoy se ofrecen al lector. Gracias, querido Felipe.

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