#2147 - DIEGO: Canción para todas las que eres | Por el vacío | No hace tanto | Vuelta a la ronda | Mi madre La Oca
Canción para todas las que eres
No sólo el hoy fragante de tus ojos amo
sino a la niña oculta que allá dentro mira
la vastedad del mundo con redondo azoro,
y amo a la extraña gris que me recuerda
en un rincón del tiempo que el invierno ampara.
La multitud de ti, la fuga de tus horas,
amo tus mil imágenes en vuelo
como un bando de pájaros salvajes.
No sólo tu domingo breve de delicias
sino también un viernes trágico, quién sabe,
y un sábado de triunfos y de glorias
que no veré yo nunca, pero alabo.
Niña y muchacha y joven ya mujer, tú todas,
contra mi pecho las abrigo,
colman mi corazón, y en paz las amo.
Eliseo Diego (1920-1994)
Por el vacío
Por el vacío de tu barrio anoche
qué silenciosa ibas a mi lado.
Salió la luna entre los árboles
y vi una sola sombra desolada.
¿Es cierto, dime, que una vez te tuve
junto a mi corazón, bien a su abrigo?
¡Cómo es de fría la implacable luna!
Sólo responde el aire.
Eliseo Diego (1920-1994)
No hace tanto
¡Ah, Dios, pues no hace tanto
que regresé por esta acera rota
de vuelta a casa, sí, desde la escuela!
¡Ah, Dios, pues no hace tanto!
¿No son los mismos álamos dorados
bajo la escarcha de aquel mismo polvo?
Los secos cauces de los viejos ríos
sobre el mapa de piedra de la acera,
¿no llevan, como siempre, al mediodía?
¡Todo el futuro en el calor del oro
de tu pelo que huye, muchachita,
por el recodo de la esquina en sombras
que doblo ahora, anochecido,
para encontrarme a solas con la brisa!
Eliseo Diego (1920-1994)
Vuelta a la ronda
Es el balcón aquel que amanecía
cuando tú te asomabas a mis horas,
fiestecilla del aire,
sorpresa del crepúsculo.
Es el mismo balcón, pero vacío.
Quizás desierto porque tardas –puede.
¿Cuántos años de ayer hasta mañana?
Si me demoro, a solas,
si entretengo a mis días en la esquina
o cuento alguna fábula a mis miedos,
quizás, quién sabe,
tal vez por fin en el balcón te inclines,
tan joven eres tú, tan joven,
y acaso a mí contigo
de regreso a tu edad a salvo lleves.
Eliseo Diego (1920-1994)
Mi madre La Oca
La vieja inmensa, inmóvil junto al fuego.
Largo rostro rugoso,
manos rudas.
Las llamas charlan en la chimenea
con el obeso calderón de cobre.
Las ristras cuelgan lacias,
las magistrales ristras
de cebollas.
En la penumbra el fuego escoge
bien un surco reseco
junto a una boca mustia, bien
el voraz amarillo de unos ojos.
Hay gente allí muy quieta en la penumbra.
Tan callada, la gente,
como las ristras blancas,
esas tan blancas ristras de cebollas.
Mira, tú estás allí también, un poco aparte,
aunque nunca, lo sabes, podrán verte.
Como un ratón en la pared,
al otro lado, quedo, inmóvil.
Qué bajas son las vigas, y qué oscuras.
Por fin bulle el caldero entre las llamas.
La enorme vieja ahora suspira.
Dónde se fue tu aliento, dónde el aire.
Tan pura es la quietud
que oyes la leve
huella de la ceniza. Entonces,
entre el oro del fuego, la caverna
de la gran boca. Un huracán susurra
“había una vez...”
Y nace todo.
Eliseo Diego (1920-1994)
La sed de lo perdido. Antología.
Ediciones del Equilibrista, México, 1993.
2147 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
16-IV-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adolfo Castañón: Querido Felipe: Gracias por la entrega 2146 de “Un poema al día” este sábado 15 de abril con tres poema de A. E. Quintero., el poeta sinaloense nacido el 8 de agosto de 1969. Quintero es autor de un haz de libros y plaquettes de poemas que dan cuenta de su itinerario creativo desde un Tragaluz de la memoria editado en 1991, cuando tenia 22 años, hasta Cuenta regresiva, que le mereció el Premio de Poesía Aguascalientes en 2011, del cual se han espigado los tres poemas aquí transcritos. El tríptico elegido arma una suerte de altar en que pasa de la conciencia del duelo y de la memoria hasta la afirmación de la vida en su plenitud amorosa y frutal, sin omitir el momento axial de la entrega que es en mi sentir el poema dedicado al refrigerador. Los temas de la muerte y de la vida confluyen en el poema dedicado a este objeto doméstico que ha sido objeto de mantenimiento memorioso en algunos poemas escritos en México como los de Oscar Oliva y los de mi propia persona, Adolfo Castañón.
A esta coincidencia debo añadir otra: comparto con A. E. Quintero el 8 de agosto como fecha de nacimiento. La de él en 1969 --signo del Gallo en el horóscopo chino -- y la mía en 1952 --signo del Dragón. Otro poeta nacido un 8 de agosto, en 1954 es Víctor Manuel Mendiola. Los tres somos signo de Leo.
El armónico retablo que has armado con los ex-votos de A. E. Quintero, a quien marco copia. es a la vez una crónica y en cierto modo una apuesta hacia el presente porvenir.
Bernardo Bátiz: Lo poquísimo que sé de A.E Quintero es lo que nos presenta la entrega 2146, de anoche. (Felipe nunca duerme, lee, busca y escribe.) ¿Qué puedo decir de Quintero? Seguí con atención y agrado las tres ocurrencias de la entrega. Me gustaron. Son números de una cuenta regresiva en la que escribe y describe bien, nada más; pero eso basta para capturar, para centrarnos en interpretar su prosa recortada en renglones desiguales, contados de atrás para adelante. Gracias. Yo voy también en una cuenta regresiva.
Guadalupe Elena: A.E. Quintero nos habla en “De 6/“ de su profundo miedo al Olvido de una persona amada, a la ausencia definitiva en sus recuerdos de su imagen, sentimientos, momentos de convivencia. “Este miedo de que la muerte/ sea un dejar de amarte; un desacostumbrarse que/ lleva trenes adentro,/ lentos. Muy lentos.” Ese miedo suyo, expresado tan bellamente, me provocó una gran tristeza al sumergirme en mis recuerdos y hacerme ver cómo el olvido se va apropiando de voces, imágenes antes insertas en nuestro corazón, para convertirlas en sombras. Así que digo con él: “Porque no quiero, porque/ eso es lo único que ahora puedo hacer por ti. No olvidarte.”
Comentarios
Publicar un comentario