De Musa japónica
Crisantemo
Abatieron los faisanes
su vuelo sobre la selva,
se entrecerraron los lotos
en la arenosa ribera,
y a través de los bambúes
ascendió pausada y regia
entre brumas argentadas,
la pálida luna llena.
Cuando cayeron los remos
de la barca japonesa,
surgió el Daimio y se escucharon
vibradoras estridencias,
golpes de címbalos de oro
y de las cÍtaras negras
entre las notas, arrullos
de amorosa cantilena...
Caviloso el Daimio y triste
su ancho abanico despliega
que a los rayos de la luna
como un astro reverbera;
al palacio de los tréboles
tiende su mirada inquieta
pero nada ven sus ojos
y en vano sus ansias vuelan...
Ha tiempo que los faisanes
se ocultaron en la selva
y que plegaron sus cálices
los lotos de la ribera.
¡Ha tiempo que ya no existe
su adorada Crisantema!
Los lirios del Tokaído
en los tibores se secan
mientras que los perfumes
en el pebetero humean,
extendido bajo el ala
de una gigante Quimera
¡el Daimio le pide al opio
consuelos a su tristeza!
¡Dejad que el sutil veneno
arda inflamando sus venas
y que evoque las memorias
de sus alegrías muertas!
¿Que la vida se apresura
y que la muerte se llega?...
¡Ya lo sabe el triste Daimio!
¿No veis que cuando despierta
de los éxtasis do vaga
su adorada Crisantema,
melancólico y sombrío
fija su vista serena
en un ataúd de sándalo
y en un sudario de seda…?
El Mundo, 20 de septiembre de 1896 /
José Juan Tablada (1871-1945)
Nox
La Noche es una reina viuda del Día,
majestad pesarosa que arrastra el duelo
de su fúnebre cauda de terciopelo
donde prenden los astros su pedrería;
pero aquí es una laca de oro y umbría
cuando raudos cohetes cruzan el cielo
y aclaran de las selvas el denso velo
los chinescos faroles en teoría...
Cuando en la misteriosa floresta bruna
la brillante pagoda vuelca un tesoro
en las ondas de ónix de la laguna,
cuando inflama sus alas el piróforo,
cuando atrás de los montes surge la luna,
¡la noche es una laca de negro y oro!
Shiba, Tokio, 1900
José Juan Tablada (1871-1945)
El Lejano Oriente en la poesía mexicana
Introducción / Selección / Glosario
de Elsa Cross
Universidad Autónoma de Sinaloa,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Universidad Autónoma de Nuevo León
Vaso Roto Ediciones
Metepec, 2022
2164 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
5-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Adofo Castañón: Gracias por la entrega 2163 de Un poema al día. Incluye dos composiciones del poeta regiomontano Jorge Luis Darcy. Nacido en 1969, es un poeta que está en la fuerza de la edad. La presente entrega se desprende del libro Nadie prometa el cielo editado por el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León y Laberinto Ediciones, de Iztapalapa, México, en 2020.
El primer poema “Siempre abril”, es un monólogo en primera persona dirigido a una segunda presencia ausente, la de la amada que lo desvela. Es un poema de amor que deja en la penumbra los secretos de la ruptura que provoca estas expresiones, a la vez amorosas, amistosas y enigmáticas.
El segundo poema es un nocturno escrito o más bien dicho al filo de la medianoche. Si el primer poema parecería escrito para ser leído en voz baja, éste encierra sentimientos encontrados. La relación con la verdad del sujeto elocuente no deja de tener intermitencias; él mismo dice “una cosa es mentir y otra no decir toda la verdad”. El autor se mira al espejo de las palabras y les confiesa su angustia. El poema parece ser una suerte de plegaria que invoca a unas presencias que no quisiera recordar. Hay siempre un clima que hace que la voz que enuncia estas composiciones tenga indudable autenticidad. Felicidades a Jorge Luis Darcy.
Ana Luisa Topete: Contundente la poesía de Darcy!!!
Maya López: Darcy: “…sólo ante lo desconocido/ conocerás quién eres.”
Carmen Tinajero: Darcy dice (me salto frases ¿descontextualizo?) en su poesía “PM a las 11”: “no sé qué hice mal, desobedecí a mi madre como es fundamental, mentí…” y suplica: “no permitan que el mundo se acabe sin que yo añada mis excesos”. ¡Qué linda manera de poner la trasgresión en primer plano, de aferrarse a la primera piedra que Adán y Eva descubrieran y que él supo leer al pie de la letra.
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