Memoria
Tú y yo
en la distancia del tiempo
que nos recorre
en un viaje que
hemos hecho en silencio.
Un camino en un lecho de arena.
El tránsito
como una corriente luminosa
que se extingue a media noche.
El insomnio perpetuo de la calle
guarda el paso de los hombres
que nunca serán dioses.
Volver a empezar es descubrir el origen,
la construcción mental
como un paisaje geológico.
Estructura de calles,
de corrientes pluviales,
coordenadas terrestres
de latitud y longitud
alineadas al centro de la tierra.
En los rastros recuperados de la memoria
reconstruyo la nostalgia
de una ciudad que nunca existió.
Los muros que te contienen
me contienen,
marcan los puntos cardinales
del norte al sur,
del mar al desierto
los pasos en la noche,
la colina ascendiendo,
las voces que gritan mi nombre
como una premonición
de los días que vendrán
iluminando cada habitación
después de la tormenta.
No hay coincidencias,
sólo una línea trazada
sobre cubos de hielo que se derriten,
una mañana de marzo
que nos regresa la mirada
cuando cerramos los ojos.
Ruth Vargas Leyva (Culiacán, 1946)
Nada más natural
Nada más natural que recorrer la casa,
ver mi perro en el jardín
a los quince años
tan viejo como yo,
echado en el pasto
mirándome con sus ojos perdidos.
Nada más natural que la luz penetre
y busque un lugar donde multiplicarse
mientras yo recojo los recuerdos
retenidos en cada pared
que las hormigas recorren en silencio.
Aunque no sea natural
que me levante y camine
a medianoche
buscando tus huellas en los techos,
tu olor en los tarros de miel,
tu sonrisa en los espacios clausurados
tu presencia en la imagen retenida,
en una fotografía que empieza a desvanecerse.
Nada más natural
como esperar que regreses
o que te encuentre en un punto del camino,
que me haya mutilado tu ausencia
con un corte preciso
más doloroso que cualquier herida,
más profundo que una larga navaja penetrando.
Mi vida
es el instante
en que tenías un rostro,
unos pies,
diez dedos en las manos.
Nada más natural que hayas muerto.
Ruth Vargas Leyva (Culiacán, 1946)
Retorno a la ciudad
Nódulo Ediciones, Tijuana, 2016.
2171 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
12-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Blanca Luz Pulido: Con ese poema de Darío empezó, de niña, mi acercamiento a la poesía. “Con un verso y una perla / una pluma y una flor”.
Lupita Martínez: Los poemas de Darío no pierden actualidad. Conocí en la primaria estos versos y a la fecha siguen maravillándome: musicalidad, ritmo, acentos y sutileza que me hacen imaginar viva cada una de sus imágenes. ¡Gracias!
Margarita Mayen: Cuando era estudiante de secundaria un maestro nos recitaba algunos versos de este poema. Cada vez que empezaba la clase lo hacía. Y luego, en la licenciatura también, de vez en cuando, otro profesor recitaba los versos. Es un bello poema y al leerlo hoy me acordé de aquellos días.
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