De Letanía erótica para la paz
[Afuera dicen…]
Afuera dicen que la muerte llueve.
Caminamos y de trecho en trecho la sangre se agolpa.
El viento trae el rumor de todas las angustias.
Innumerables hocicos anuncian sus colmillos.
*
Alguien pregona la destrucción,
alguien quiere tragarse la palabra humanidad,
porque los cerebros fríos se están calentando con odio.
Dicen que la muerte llueve
y en alambres de púas se clavan las preguntas.
Piensan hoy que comemos muerto a diario
y en esta muerte transformada somos.
Una noche animal da al horizonte
y en él
arden los niños y los hombres arden.
El desaliento curva las espaldas
las frentes miran hacia abajo,
sobre la piel se unta el miedo,
los ojos se llenan de vidrios
y el corazón, caracol de pánico, ensancha su locura.
*
Empequeñecidas,
las madres son gusanos que piden misericordia
en este breve infierno,
mientras el aniquilamiento silba como víbora.
Porque la inconciencia ha pedido nuestro uniforme final.
Dicen que la muerte llueve y estamos ya pisando polvo de hombre,
que nos hundimos inmensa herida
y que hace mucho Dios está cansado.
No podemos sentarnos y ver como crece la angustia
donde antes crecía la hierba.
No vamos a reconstruir el llanto.
No aceptamos la tarea de morir.
*
Tenemos que decir algo.
El relato sencillo de las mujeres que seguirán poblando el universo.
El canto de los hombres de cuyo vigor saldrán las demás generaciones.
Porque es mentira esta isla de muerte
que nos vamos haciendo,
donde no hay un "te acuerdas"
que no hayan mutilado.
Porque no ha de romperse el mundo. Hemos de seguir siendo.
Porque estamos aquí. No hay todavía.
Somos los dos.
Quemados por la misma llama,
ungidos por el mismo aceite,
sucios por la misma ceniza,
doblados por la misma lluvia,
amados por el mismo viento.
*
Los mismos desde el principio,
los de siempre,
los de después.
Somos la pareja que aquella tarde doblegó a la hierba.
Somos la que hizo sangrar olor a la tierra,
la que finge pescados al amarse bajo el agua,
la que inventa pájaros al sentirse las alas,
la que siente el río del tamaño de su sed.
Somos la que aquella mañana defendiera su adiós con lágrimas.
La que se ama sin saciedad.
La que no cree en la costumbre o el desamor.
Somos la que no se explica cómo puede haber
tanta felicidad en tan corto tiempo.
El soplo igual de una sola llama.
Los dos ojos de un mismo rostro.
La que una noche contaba inútilmente las estrellas.
Somos la que conjugó todos los verbos
hasta caer vencida en su victoria.
Somos la que no padece el vacío del vocablo soledad.
La que piensa que un hijo es la propia dimensión.
La que comprende que el amor es una conversación sostenida,
la que mezcla también su propio silencio,
la que piensa que un brazo será siempre la mejor almohada,
la que goza con su maligna ingenuidad.
…
[pp. 28-39]
Griselda Álvarez (Guadalajara, 1913 - Ciudad de México, 2009)
Letanía erótica para la paz.
Ilustrado por Elvira Gascón.
Instituto Colimense de Cultura, Colima. 1997.
2180 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
22-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
Reacciones a la selección previa:
Armando Olvera: He leído estos poemas de Leticia Herrera y celebro su arrojo: una mujer valiente que se muestra sin la reserva de guardarse palabras llenas de deseo, de sublime intimidad. Mi admiración para esta poeta regia de tal atrevimiento. En su “plegaria a Érica Jong” confirma su posición al dedicar su poema a otra gran mujer que luchó por la liberación sexual de la mujer. Vaya un aplauso hasta Monterrey. Leer a esta singular poeta, me lleva a otra gran poeta, Gioconda Belli.
También te platico que ya encargue dos libros de Jorge Souza: me gustó mucho su trabajo. Ya viene en camino de Guadalajara uno de ellos y el otro está apartado en El Sótano
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