La señora Flor
A Justo Garrido
Se prosterna hasta besar la limpia estera,
y sentándose medrosa en sus talones
la señora Flor, me mira zalamera
prometiéndome ignoradas emociones.
Yo sentado en un cojín tomo té verde
a la vera del hibachi mortecino,
y en un bosque laberíntico se pierde
mi razón ante aquel cuerpo femenino.
En tus ojos hay tinieblas de misterio,
Hana San, y no comprendo tu lenguaje
y no obstante me sometes a tu imperio
con tu exótico tocado y con tu traje.
Tal vez guardas un magnífico tesoro
de ternuras refinadas y felinas;
tal vez eres una bella estatua de oro
y me hechices con tus formas ambarinas.
Tenue lámpara ilumina con su escaso
resplandor un antiguo kakemono,
y unos iris que se mueren en un vaso
se doblegan con posturas de abandono.
Cual se rompe con el viento un casto lirio
de tus galas vaporosas te despojas,
y ofreciéndote obediente a mi delirio
te deshojas, te deshojas, te deshojas.
Tu cintura es más endeble que un arbusto,
no se esparce tu enlutada cabellera,
son muy tímidas las curvas de tu busto
y muy sobria me parece tu cadera.
Mas tu espasmo es como un tierno espasmo de ave,
tus miradas si no ardientes son sumisas,
es tu cuerpo de una seda muy suave
y tus labios un venero de sonrisas.
Efrén Rebolledo (Actopan, 1877 - Madrid, 1929)
En El Lejano Oriente en la poesía mexicana
Introducción / Selección / Glosario
de Elsa Cross
Universidad Autónoma de Sinaloa,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Universidad Autónoma de Nuevo León
Vaso Roto Ediciones
Metepec, 2022
De Itinerario contemplativo
Magueyes
El alcohol de la tierra enciende
la verde llama
de los magueyes.
Túnel
Sol.
Un paréntesis de sombra...
Y otra vez el sol.
Mujeres de Orizaba
En el pentagrama de las rejas
forman una escala musical
sus cabezas.
El faro
El ojo del fanal
pasea despectiva
mirada circular.
Francisco Monterde (Ciudad de México, 1894 - Ciudad de México, 1985)
En El Lejano Oriente en la poesía mexicana
Introducción / Selección / Glosario
de Elsa Cross
Universidad Autónoma de Sinaloa,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Universidad Autónoma de Nuevo León
Vaso Roto Ediciones
Metepec, 2022
2182 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
24-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Reacciones a la selección previa:
Bernardo Bátiz: Disfruté los poemas de Jorge Souza, sentidos, bien escritos. Comparto las sensaciones que describe. Pero me rebelo contra el trasfondo. Me conmovió “¿podré? ¿podremos?
¿podré grabar en mí este remedio tuyo…? Simplemente me resisto a la bandera blanca, a rendirme, aunque sea en un poema tan logrado.
Adolfo Castañón: Gracias por la entrega 2180 de Un poema al día. Incluye calas de Letanía erótica para la paz de la poeta y política Griselda Álvarez quien nació en Guadalajara en 1913, fecha que se clava con hierro ardiente en la memoria de México y murió, casi centenaria, en 2009, en México. Un año mayor que Octavio Paz, le llevaba cuatro a Margarita Michelena, nueve a Margarita Paz Paredes y doce a Rosario Castellanos.
Letanía erótica para la paz se editó en 1963, cuando Griselda se encontraba en lo que Simone de Beauvoir llamaria “la force de l'age”. Podría decirse que la compuso en el medio del camino de la vida. La voz 'letanía' comporta una innegable connotación religiosa. Dice el DRAE que es “rogativa, súplica que se hace a Dios con cierto orden, invocando a la Santísima Trinidad y poniendo por medianeros a Jesucristo, la Virgen y los santos.” Consciente de esa carga, la autora la desvía poniéndole “erótica” y la matiza diplomáticamente “para la paz”. Sin embargo, la sustancia del poema expresa una experiencia de muerte y duelo, una vividura de destrucción y desaliento, cargada de imágenes hirientes como “los ojos se llenan de vidrios / y el corazón, caracol de pánico, ensancha su locura”. Esta experiencia desoladora lleva a la poeta a reconocer que si “hace mucho Dios está cansado”, “No podemos sentarnos y ver cómo crece la angustia”. Tenemos que decir algo
Ese algo será la afirmación del amor que, como diría Dante, mueve el sol y las estrellas: “somos la pareja que aquella tarde doblegó la hierba”. La morada humana, parece decir la poeta, depende de su lealtad última e íntima a la experiencia del amor. La edición que aquí se comenta, de 1997, fue ilustrada por otra artista notable: Elvira Gascón.
Tuve la fortuna de conocer y tratar a la autora a lo largo de los años, como ex gobernadora que editó sus memorias con el FCE, como amiga de Andrés Henestrosa, Salvador Novo y Raúl Anguiano, Griselda Álvarez era dueña de un arte de vivir y de saber estar en el mundo tendiendo la mano a los más jóvenes. Un arte de vivir y de convivir. Ese arte del convivio, que diría Luis Vives, es el que está entrelineado en la muestra aquí transcrita.
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