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#2184 - NANDINO: Nocturno llanto


Nocturno llanto

Ese llanto invencible que brota a media noche,
cuando nadie nos ve ni nuestros propios ojos
pueden atestiguarlo,
porque es llanto reseco, privado de su sal,
desvestido de linfa,
con aridez de fiebre
y amargo como el humo de los remordimientos.
Ese llanto que irrumpe sin causa y sin sollozo,
sin roce y sin historia,
desprovisto de gota, de tibieza y caída,
pero dando la sensación exacta
de nacer y rodar
en un cauce frío lento que invade hasta los huesos.
Ese llanto del hombre asomado al misterio
que le duele en la voz, en la piel, en las venas
y en el arropo oscuro
de la noche que ciega su pensamiento en llamas.
Ese llanto sin lágrimas
–huracán en vacío, surtidor sin derrame–
que al borde de los párpados
detiene sus impulsos
y retorna al dolor de donde nace.
Ese llanto tan mío, tan de todos y ajeno,
expansión comprimida de atávicas nostalgias
que no alcanzan la lluvia que las hunda en la tierra
para seguir por ella, en humedades hondas,
persiguiendo el declive
que las retorne a su raíz marina.
Ese llanto de todos acendrado en el mío,
ese llanto tan mío en que afluye el de todos
–agua y sal trasvasadas en angustia ambulante–,
que circula enclaustrado
como altura caída que anhela levantarse,
y al no poder hacerlo,
se retuerce en el centro de su lumbre vacía
para seguir luchando contra el blindaje sordo
que no puede llorarlo.
Llanto ciego que brota de la oculta resaca
de una sangre viajera en su cárcel de agobio.
El calor dilatado de musculares zonas
que sube hasta la orilla
de la flor sin corola del insomnio sediento.
Ese llanto sin llanto, percepción absoluta
del íntimo goteo
que al nacer se derrama nuevamente hacia dentro,
porque le dieron vida lacrimales sin parto,
o porque lo producen las vertientes secretas
de siglos de memoria
que quisieran rodarse
por el salto mortal de nuestras lágrimas.
Este llanto inllorado, ese llanto en deseo
de volcarse en el llanto;
esas olas de miedo, de ansiedad, de tormento
que se agolpan y piden
el nacer repentino de su líquida fuga.
Ese llanto sin llanto empotrado en la frente,
que se muere sin agua y se bebe a sí mismo
para seguir formando
el manantial sin cauce
que detrás de la carne presiona con su asfixia,
y transforma la vida en un volcán sin cráter
o alud que sin espacio se rebulle en su sitio.
Ese llanto sin llanto, ese impulso encerrado
de un brotar que no puede encontrar desahogo
y que vive en nosotros, comprimido, creciente,
porque es llanto de hombre que no cabe en el hombre
y que tiene, por fuerza, que vivir sumergido
hasta el instante trágico
en que la muerte hiera,
y se llore fundido al corporal derrumbe.

Elías Nandino (Cocula, Jal., 1900 - Guadalajara, Jal., 1993)
El azul es el verde que se aleja,
Antología poética
Selección, prólogo y notas
de Jorge Esquinca
Secretaría de Cultura / Jalisco
Guadalajara, 2008


2184 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
26-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA


Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por el envío (2181) de los dos poemas de Paula Alcocer, la fina autora nacida en Salamanca, Guanajuato, educada en Estados Unidos y formada en Guadalajara donde trató a Arturo Rivas y a Juan Rulfo. Sus versos tienen tersura y consistencia. Los anima una música intelectual que va más allá de la prosodia. En sus composiciones la experiencia de la soledad íntima acrisola letras a la par dolientes y fulgurantes. La soledad se hunde en su fuero íntimo hasta la insumisa escisión. Gracias querido Felipe por esta muestra de una de las voces mas singulares de la lírica mexicana.
Adolfo Castañón: El envío de hoy 24 de mayo de la serie Un poema al día (2182) mata dos pájaros de un tiro pues incluye, primero, el poema “La señora Flor” de Efrén Rebolledo, dedicado a un Justo Garrido, que probablemente no sea tu pariente. El poema construye su espiral en torno al paralelo entre la señora Flor y la mujer. La flor le parece al poeta, que se retrata como un indolente sensual, un cuerpo femenino. El elogio va subiendo de tono hasta ver en la ondulación de la planta “un tierno espasmo de ave”. Al final, el lector no sabe si el poema está dedicado a una mujer enamorada y sensual o a una flor. En el estudio que precede a la antología, Elsa Cross cita a José Juan Tablada, citado a su vez por Benjamín Rocha, autor de las Obras reunidas de Rebolledo. Dice Tablada sobre Rebolledo: ''Hasta hoy se ha revelado como un admirable poeta artista. Su estudio, su labor obstinada han hecho de su númen el de un alquimista transmutador que con un puñado de arcilla ha hecho, al fuego de sus crisoles, el lapis philosophorum, el oro esplendido y triunfante.” (p. 19) Me he demorado en esta cita para hacer ver hasta qué punto la labor inteligente y memoriosa de la antologadora está comprometida con la tradición y su transmisión.
Los otros poemas cosechados en esta entrega son cuatro muy breves de Francisco Monterde en su Itinerario contemplativo: “Magueyes”, “Túnel”, “Mujeres de Orizaba” y “El faro”. El Itinerario contemplativo de Francisco Monterde García Icazbalceta fue publicado hace 100 años en abril de 1923 con un “Elogio de José Juan Tablada” más carátula y dibujos de J, Antonio Vargas. Fue dado a la estampa por el sello de Cvltvra en México. El precioso libro mide 15.5 cm de largo, 11 cm de alto y 1,5 cm de ancho, Tan es una edición valiosa que le mandé a hacer una caja de madera color caoba. Antes del “Elogio de José Juan Tablada” figura un epigrafe de Lafcadio Hearn, espigado de Mariposas del Japón. Dice Tablada en su elogio: “Francisco Monterde García Icazbalceta es haijín sincero y cabal poeta. / Gayo romero, fiel peregrino / que ama igual a la piedra y a la flor del camino”. Un haijín es un poeta que escribe hai kai. (pp. 15-16)

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