[Poema no coleccionado]
La serpiente
Coreografía indostánica de Tórtola Valencia.
Música de Leo Delibes
Repta la música dos sílabas
y a su sensual ondulación,
sobre el ancho morado de la cortina
un brazo de danzarina
sintetiza la emoción.
Porque ese brazo que penetra,
ondeante como reptil,
casi se esparce sobre la tela,
sacerdotal y viril.
Brinca otro brazo,
y el abrazo
de dos serpientes se deriva
de los vibrátiles fragmentos
de una tragedia intempestiva.
Porque los dedos, convergentes,
simulan testa de serpiente.
Porque los brazos, claros y ágiles,
sueltos y solos sobre la tela casi nocturna,
símbolos fingen de una certeza de horror selvática
que entre la música de ondas ondea la ondeante lucha.
Chispea y latiga
y se hace trizas
la música.
Y como una boa dorada en oros de magia brusca,
la danzarina
con vestidura
que a sierpe emula,
serpeante y súbita,
se desanilla rápidamente y en serpentina fruición que ondula.
La danza a vueltas
que desenvuelven lo resbalante de una postura,
gira y fulgura
en la figura
de la danzante
que desdibuja
los desenrosques de una serpiente.
Y cuerpo y brazos
son tres serpientes
que el fuego estruja
–radiante el boa
con brazos cobra–,
y el traje copia del cuervo curvas
que en olas de oro
rueda reflejos de sacras lunas.
Par de minutos que a Natha-Krishna,
Diosa de sierpes, consagra una
sacerdotisa
trágica y tuya.
Oh Natha-Krishna:
sierpes ausenta de selvas índicas,
porque la sangre de cada víctima
manchando sendas largas que ondulan,
así las sendas
sierpes figuran.
Y como una ola,
larga y sola,
la bailarina que serpea,
agudamente se arquea.
De la erección del seno pleno
tal vez serpientes saltarán.
Y desaparece, ofidio y hembra,
sacerdotisa y animal.
Bogotá, 5 de abril de 1919. Evocación
Carlos Pellicer (1897-1977)
El Lejano Oriente en la poesía mexicana
Introducción / Selección / Glosario
de Elsa Cross
Universidad Autónoma de Sinaloa,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Universidad Autónoma de Nuevo León
Vaso Roto Ediciones
Metepec, 2022
Fábula dística
A Tórtola Valencia
No merecías las loas vulgares
que te han escrito los peninsulares.
Acreedora de prosas cual doblones
y del patricio verso de Lugones.
En el morado foro episcopal
eres el Árbol del bien y del mal.
Piensan las señoritas al mirarte:
con virtud no se va a ninguna parte.
Monseñor, encargado de la Mitra,
apostató con la Danza de Anitra.
Foscos mílites revolucionarios
truecan espadas por escapularios,
aletargándose en la melodía
de tu imperecedera teogonía.
Tu filarmónico Danubio baña
el colgante jardín de la patraña.
La estolidez enreda sus hablillas
cabe tus pitagóricas rodillas.
En el horror voluble del incienso
se momifica tu rostro suspenso,
mas de la momia empieza a transcender
sanguinolento aviso de mujer.
Y vives la única vida segura:
la de Eva montada en la razón pura.
Tu rotación de ménade aniquila
la zurda ciencia, que cabe en tu axila.
En la honda noche del enigma ingrato
se enciende, como un iris, tu boato.
Te riegas cálida, como los vinos,
sobre los extraviados peregrinos.
La pobre carne, frente a ti, se alza
como brincó de los dedos divinos:
religiosa, frenética y descalza.
Ramón López Velarde (1888-1921),
Obras.
Edición de José Luis Martínez.
Fondo de Cultura Económica,
México, segunda edición, 1990.
2188 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
30-V-2023. Selección de Felipe Garrido.
Imagen vía Pixabay |
Reacciones a la selección previa:
Armando Olvera: Bien por Maya López Ramírez. Después de haberla leído en la entrega 2149, del 18 de abril, me di a la tarea de comprar su libro y qué decir, ¡es un libro para atesorar!
Comentarios
Publicar un comentario