Aullidos
y uno no sabe por qué vive...
Pasan los días y los años, llega la muerte
y uno no sabe por qué muere.
Y un día el hombre se pone a llorar sin más ni más,
sin saber por qué llora
por quién llora.
y qué significa una lágrima.
Luego, cuando otro día uno se va para siempre,
sin que nadie lo sepa tampoco
y sin saber quién es
ni a qué ha venido aquí…
piensa que tal vez vino sólo a llorar
y aullar como un perro…
por el perro de ayer que se fue,
por el perro de mañana que vendrá
y se irá también sin que se sepa adónde
y por todos los pobres perros muertos del mundo.
Porque ¿no es el hombre un pobre perro perdido y solitario
sin amo y sin domicilio conocido?...
Y no puede llorar y aullar el Hombre en el Viento
sin más ni más... porque sí
como aúlla el mar... ¿Por qué aúlla el mar?
Señor Arcipreste... ¿por qué aúlla el mar?
Ni nazco ni muero
¡Qué agonía tan larga!
Hace tanto tiempo que no soy más que un moribundo.
Moribundo eterno soy que razona y que delira...
¡Y qué grande es mi lecho de muerte!...
Esta ciudad es mi lecho de muerte...
el mundo entero es mi lecho de muerte…
Todo es un gran lecho de muerte…
Un suspiro alado y profundo que se eleva y que se hunde y no se acaba nunca.
¿En qué esquina, en qué yacija,
en qué barranco,
en qué ala del viento,
en qué segundo
se me irá la luz para siempre?
¿O la vida es este parpadeo sin tregua entre las tinieblas y el relámpago?
¿Todo es como un ansia desgarrada y sin reposo entre las sombras y la luz?...
Y no hago más que preguntas:
¿Qué hora es?... ¿dónde estoy?... ¿Ya?
¿Es aquí?... ¿Ahora?...
Ven, muerte, ven...
preparado estoy para todo.
Todo lo he perdido...
y todo lo recé.
¿Qué esperas, qué espero, qué esperamos?
¿O no hay más que esperar?
¿Esperar?... ¿esperar entre el grito y la Nada?
Entre el grito y la Nada nadie llega nunca.
¿Esperar entre la razón y el delirio?
Entre la razón y el delirio nadie llega nunca.
¡Qué larga es la agonía del hombre…
y qué grande su lecho de muerte!
La eternidad es esta agonía sin fin
y este lecho de muerte sin origen.
No se nace ni se muere
ni se entra ni se sale del sepulcro.
Uno está aquí esperando siempre,
Eternamente esperando
sin acabar de morirse
ni haber nacido nunca…
¿Qué hora es?... ¿Dónde estoy?...
Y ni nazco ni muero.
Ex libris
He llegado al final…
¿Quién me ha traído hasta aquí…
y por qué me han traído hasta aquí?
Yo no quería cantar…
Y ahora parece que éste era sólo mi destino.
Cantar, rezar, gritar, llorar, blasfemar...
Y con una voz de publicano,
con una voz de energúmeno,
con una voz parda, rota, agria, irritante…
¿Y tengo que dejar todo esto escrito aquí?...
Lo dejaré como un pecador que escribe sus pecados
y se los dice a su hermano avergonzado.
Tal vez todo no sea más que un examen de conciencia
para hacer una buena confesión.
¡Pero si Dios lo sabe todo!
Mas yo debo pensar que Dios no sabe nada.
Yalguien hay en el mundo que no sabe
que yo fui un pobre hombre que apenas pudo hablar.
¡Ah, si hubiese podido hablar!
Si ahora pudiese decir sencillamente…
si pudiese empezar otra vez calladamente diciendo:
Yo me confieso, Señor…
Ten misericordia de mí.
León Felipe (Tábara, 1884 - Ciudad de México, 1968)
Poetas del exilio español.
Una antología.
Editores
James Valender y
Gabriel Rojo Leyva.
El colegio de México, México, 2006.
2190 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
1°-VI-2023. Selección de María / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA
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