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#2194 - DE LA CRUZ: Endechas

 

Endechas

I


Expresa, aún con expresiones más vivas,
el sentimiento que padece una mujer amante de su marido muerto

Agora que conmigo
sola en este retrete
por pena o por alivio
permite amor que quede;
agora, pues que hurtada
estoy, un rato breve,
de la atención de tantos
ojos impertinentes,
salgan del pecho, salgan
en lágrimas ardientes,
las represadas penas
de mis ansias crueles.
Afuera ceremonias,
de atenciones corteses,
alivios afectados,
consuelos aparentes.
Salga el dolor de madre
y rompa vuestras puentes
del raudal de mi llanto
el rápido torrente.
En exhalados rayos
salgan confusamente
suspiros que me abrasen,
lágrimas que me aneguen.
Corran de sangre pura,
que mi corazón vierte,
de mis perennes ojos
las dolorosas fuentes.
Dé voces mi dolor
que empañen indecentes
estos espejos puros
de la esfera celeste.
Publique con los gritos
que ya sufrir no puede
del tormento inhumano
las cuerdas inclementes.
Ceda al amor el juicio
y con extremos muestre
que es sólo de mi pecho
el duro presidente.
¡En fin murió mi esposo!
Pues ¿cómo, indignamente,
yo la suya pronuncio
sin pronunciar mi muerte?
¡Él sin vida! ¿y yo animo
este compuesto débil?
¡yo con voz y él difunto!
¿yo viva, cuando él muere?
No es posible; sin duda
que, con mi amor aleves,
o la pena me engaña
o la vida me miente.
Si él era mi alma y vida:
¿cómo podrá creerse
que sin alma me anime,
que sin vida me aliente?
¿Quién conserva mi vida
o de a dónde le viene
aire con que respire,
calor que la fomente?
Sin duda que es mi amor
el que en mi pecho enciende
estas señas, que en mí
parecen de viviente.
Y como en un madero
que abrasa el fuego ardiente
nos parece que luce
lo mismo que padece;
y cuando el vegetable
bumor en él perece
nos parece que vive
y no es sino que muere.
Así yo, en las mortales
ansias que el alma siente,
me animo con las mismas
congojas de la muerte.
Oh, de una vez acabe,
y no cobardemente
por resistirme de una
muera de tantas veces!
¡Oh, caiga sobre mí
la esfera transparente,
desplomados del polo
sus diamantinos ejes!
¡Oh, el centro en sus cavernas
me preste oscuro albergue,
cubriendo mis desdichas
la máquina terrestre!
¡Oh, el mar entre sus ondas
sepultada me entregue
por mísero alimento
a sus voraces peces!
¡Niegue el sol a mis ojos
sus rayos refulgentes
y el aire a mis suspiros
el necesario ambiente!
¡Cúbreme eterna noche
y el siempre obscuro Lete
borre mi nombre infausto
del pecho de las gentes!
Mas ¡ay de mi! que todas
las criaturas crueles
solicitan que viva
porque gustan que pene!
¿Pues qué espero? Mis propias
penas de mi me venguen
y a mi garganta sirvan
de funestos cordeles.
Diciendo con mi ejemplo
a quien mis penas viere:
aquí murió una vida
porque un amor viviese.

Sor Juana Inés de la Cruz (Nepantla, 1651 - Ciudad de México, 1695)
Edición y notas de
Xavier Villaurrutia
Taller. Poesía y crítica
VII. Diciembre de 1939,
México, Editorial Cvltvra.

Revistas Literarias Mexicanas Modernas
Taller 1938-1941
VII-XII
Diciembre de 1939-Enero-Febrero de 1941.
Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

2194 Un poema al día, para que quienes puedan se lo pongan encima y lo atesoren en la memoria.
5-VI-2023. Selección de María / Felipe Garrido.
Miguel Ángel Porrúa, editor; Academia Mexicana de la Lengua; Creadores Eméritos FONCA

Reacciones a la selección previa:

Adolfo Castañón: Gracias por los cristalinos versos de Sara de Ibáñez espigados de su cuarto libro Pastoral 1948. Los anteriores fueron Canto (1940), Canto a Montevideo (1941) y Hora ciega (1943). Sara Iglesias Casadei decidió firmar como Sara de Ibáñez, apellido de su esposo Roberto, también poeta, de quien tuvo tres hijas: Suleika. Solveg y Ulalume, quien tomaría en México el apellido González de León con el que se conoce a esta poeta, traductora y mujer de letras. Uno de los primeros libros de Sara de Ibáñez fue prologado por Pablo Neruda, quien publicó en la revista Taller, de Octavio Paz, ese texto más tres liras y cinco sonetos de Sara de Ibáñez. Gabriela Mistral y Ramón Xirau también encarecieron la fineza visionaria de su quehacer. El tiempo y la conciencia sensitiva y a las veces sensual de la muerte dejan correr su aliento por estos poemas de Pastoral. publicado en 1948 en Cuadernos Americanos. En filigrana se insinúa a lo lejos la dulce y sonora melodía de Garcilaso. Sara publicaría más adelante poemas de cívica índole como “Artigas”, 1951, o de talante visionario como ”La batalla”, 1967, o “Apocalipsis 20”, de 1970. No dejaría de cultivar cierto tono intimista como en Las estaciones y otros poemas (1957) y Canto póstumo (1972). Sara de Ibáñez es una heredera de Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y Alfonsina Storni. Gracias querido Felipe. Saludos a Sofía González de León.
Maya López subraya tres versos de Sara de Ibáñez: ¿Qué resplandor me curva de repente / y de espuma frutal hinche mis venas? / Por todas partes me desatan lianas.
Bernardo Bátiz: A Tórtola Valencia la conocía, sin saber su nombre, vestida de maja, abanico en mano, elegante y coqueta, roja la falda, negra la mantilla elevada por la peineta. Un anuncio de perfume que lleva… ¿cien años? Y ahora la encuentro, en la foto que compartiste, la de las cinco serpientes, y claro, serpenteante y seductora. A mi me parece una sirena lista para seducir a Odiseo.
FG: Myrurgia lanzó al mercado la línea Maja en 1918, cuando Tórtola Valencia estaba en su apogeo.

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