Oscura palabra
[Primera de tres entregas]
Mélida R. de Becerra,
6 de septiembre de 1964
1
Hoy llueve, es tu primera lluvia. El abismo deshace su
rostro. Cosas que caen por nada. Vacilaciones, pasos de
prisa, atropellamientos, crujido de muebles que cambian
de sitio, collares rotos de súbito; todo forma parte de este
ruido terco de la lluvia.
Hoy llueve por nada, por no decir nada.
Hoy llueve, y la lluvia nos ha hecho entrar en casa a
todos, menos a ti.
Algo se ha roto en alguna parte. En algún sitio hay una
terrible descompostura y alguien ha mandado a llamar a unos
extraños artesanos para arreglarla. Así suena la lluvia en el
tejado. Carpinteros desconocidos martillan implacables.
¿Qué están cubriendo? ¿A quién están guardando?
¡Qué bien cumple su tarea la lluvia, qué eficaz!
Algo so ha roto, algo se ha roto. Algo anda mal en el ruido
de la lluvia. Por eso el viento husmea así; con su cara de
muros con lama, con sus bigotes de agua. Y uno no quiere
que el viento entre a la casa como si se tratara de un animal
desconocido.
Y hay algo ciego en el modo como golpea la lluvia en
el tejado. Hay pasos precipitados, confusas exclamaciones,
puertas cerrándose de golpe, escaleras por donde seres extraños
suben y bajan de prisa.
Esta lluvia, esta lluvia quién sabe por qué. Tanta agua
repitiendo lo mismo.
La mañana con su corazón de aluminio me rodea por
todas partes; por la casa y el patio, por el norte y el alma,
por el viento y las manos.
Telaraña de lluvia sobre la ciudad.
Hoy llueve por primera vez, ¡tan pronto!
Hoy todo tiene tus cinco días, y yo nada sé mirando la lluvia.
11 de septiembre de 1964
Villahermosa, Tab.
2
Te oigo ir y venir por tus sitios vacíos,
por tu silencio que reconozco desde lejos, antes de abrir la puerta de la casa
cuando vuelvo de noche.
Te oigo en tu sueño y en las vetas nubladas del alcanfor.
Te oigo cuando escucho otros pasos por el corredor, otra voz que no es la tuya.
Todavía reconozco tus manos de amaranto y plumas gastadas,
aquí, a la orilla de tu océano baldío.
Me has dado una cita pero tú no has venido,
y me has mandado a decir con alguien que no conozco,
que te disculpe, que no puedes verme ya.
Y ahora, me digo yo abriendo tu ropero, mirando tus vestidos;
¿ahora qué les voy a decir a las rosas que te gustaban tanto,
qué le voy a decir a tu cuarto, mamá?
¿Qué les voy a decir a tus cosas, si no puedo
pasarles la mano suavemente y hablarles en voz baja?
Te oigo caminar por un corredor
y sé que no puedes voltear a verme, porque la puerta,
sin querer, se cerró con este viento
que toda la tarde estuvo soplando.
14 de septiembre de 1964
Villahermosa, Tab.
José Carlos Becerra (Villahermosa, 1936 - Brindisi, 1970)
Oscura palabra
Ediciones Mester
Universidad Autónoma de Querétaro
Tabasco, Secretaría de Cultura.
Manuel Casas (impresor), 1965.
Dicen los lectores:
Elisa Josefa Hernández Aréchiga recomienda la lectura de una nota publicada en la Gaceta de la UNAM y titulada “Tenemos el derecho a que nos formen como lectores”. En https://www.gaceta.unam.mx/?p=123182.
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